Fin
Liliana Arias S. (Colombia)
La suma de los días llegó a su totalidad
Con la intempestiva fuerza
De una bocanada de aire que se diluye en el aire.
Las astas de la nave de mar que se elevaban viriles, rompiendo el horizonte,
Fueron astilladas durante la tormenta.
El impulso de las velas fue rasgado hasta caer, abatido, sin rumbo,
Como un pájaro cansado en medio de su aleteo migratorio.
Ahora sólo queda la calma.
La tranquilidad que, como un largo cordón al viento,
Se reviste de una sucesión de actos reflejo,
De impulsos que dictan pacientemente la espera de la huida.
Nuestra existencia suele irse de la misma manera disimulada
En que los buques escorados van perdiendo el equilibrio.
Pero se transforma, como ellos, doblegados por el viento en una orilla sin límites.
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