El rincón del poeta

Las propiedades del ermitaño
               Amilcar Bernal (Colombia)
Una almohada de nubes que ha sido
la piel de mis sueños y tiene memoria
de mis desvaríos:
mi paso imposible por mundos sin cota
y mapas sin linde;
la horas de vuelo que cuentan mis alas,
las tuyas: mi viento;
las leyes que violo vestido de risa,
tu risa en mi boca;
mi asombro en el libro de mil y una dudas,
la duda que es sabia;
mi feudo nocturno de soles perlado
secando la ropa;
la dama que salvo de fieras y bancos
y leyes y veda de cuerpos con ropa;
tesoros que dono, palabras que abren
paréntesis negros y bailan con otras
por versos eternos.
Tengo un trompo loco que gira sin pausa
desde vieja data
y mira asustado pasar las edades
-vestidas de prisa-
por vórtices cuerdos que vuelven al parto.
Tengo una fábrica de mañanas amarillas
que vende, sin precio, bondades de aurora,
milagros de gota que roza corolas
y abejas inventa.
Un pañuelo alcahueta y profundo
donde cada lágrima empoza su duelo
y luego de mares de monstruo y naufragio
renace contenta.
Tengo un dedo miope que, torpe, señala
millones de rutas que guían los viajes
de vuelta a tu beso.
Soy dueño de abrazos sin pecho contrario
que ignoran la envidia;
de dados jugados en largas partidas
apostando un póquer de cero avaricia.
Me sobran recuerdos, palabras que calman,
canciones bailables de viernes contento
que abordan el lunes siguiente y el otro
sobradas de tiempo.
Soy dueño de  cosas baratas y absurdas,
acciones sin acto ni precio en la bolsa,
tesoros de lata, mentiras que compran
sosiego y caricia, verdades que pagan
sin darse ni cuenta,
promesas al fiado que cumplen deseos,
deseos que ignoran promesas escritas

en falsos espejos.

Deja un comentario