Xavier Díaz
Soy un libro abierto que descansa
entre tus manos como un juramento
en el que no crees;
digo palabras, construyo versos,
invento mundos y párrafos
que escapan en grafías cuando el viento
me sacude el alma y agita mis alas;
espero ansiosamente el trayecto
de las filas dagas de tu mirada,
guardo el calor de tus dedos
sobre el hielo de mi cubierta
como mármol fino,
te busco entre mis hojas
procurando hallar en ellas la huella de un intento
imposible por comprenderme;
soy un libro abierto al que desprecias,
soy todas esas páginas de tu historia
que rechazas sin miramientos,
soy el índice imaginario
que enumera los días y las noches
que apenas sobrevivimos,
y los simulacros de besos
que nunca nos entregamos;
soy ese renglón tachado y corregido
que escapa constantemente
de ser eliminado por tu silencio
como una censura indolente;
nada más que un libro abierto
y olvidado al término de cada día,
un algo como la nada bajo tu brazo,
un ente sin su ser que devuelves
a su espacio sin su estar;
¿para qué engañarme, entonces?,
¿para qué esperarte sobre mi estante
repasando diálogos invisibles
y aguardando inútilmente tu llegada,
si desde siempre a tu lado no he sido, sino,
más que un vulgar libro cerrado?
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