No. 6.097, Bogotá, Jueves 12 de Julio del 2012
Lee y conducirás, no leas y serás conducido.
Santa Teresa de Jesús
Esteban Hincapié
El Estado le dedica más dinero a las balas que a los libros
Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras)
Esteban Hincapié no ha dejado de pensar en los libros desde el mismo momento en que tuvo el primero en sus manos allá en su lejana infancia. Desde ese entonces, los libros han sido una constante obsesión. Y aún más, cuando empezó a ver clases de literatura en el colegio, sus profesores respectivos le inyectaron mucho más amor por los libros; por eso decidió participar activamente en los centros literarios, llamando a sus condiscípulos y convocándolos para que participaran activamente leyendo, recitando, declamando, intercambiando libros, prestándolos…
Esteban no deja de pensar en los libros, sueña con ellos, tiene profundos insomnios, eternos amaneceres pensando en qué nuevas propuestas se deben hacer para seguir en medio del olor de la tinta, de la textura del papel, de los amigos, de las tertulias.
Por eso fue que creó Babilonia, una editorial que, aunque ya lleva varios años en ese océano de libros, no es la gran casa editorial de secretarias, gerentes, presidentes, diseñadores, editores, mercadotecnistas, periodistas y vendedores. No. Él es solo y quien hace las veces de gerente, lector, evaluador, administrador, periodista, cobrador…Pero ama su oficio. Pero lo ama de verdad, lo ama con el alma.
– ¿Cómo fue tu relación en tu infancia con los libros?
– Fue muy cercana en los primeros años, luego me distancie un poco y me dediqué por años a leer miles de revistas (historietas, de música, de chismes, de ovnis, “Kalimán”, “Memín”, “Águila solitaria”…).
– ¿En tu casa siempre hubo libros?
– Siempre y de todo tipo. Mi abuelo y mi padre siempre fueron muy afectos a los libros. Creo que siempre recordaré un libro nuevo por descubrir cuando me acercaba a la biblioteca.
– ¿Qué libros recuerdas con especial cariño en aquellos primeros años de tu vida?
– Alicia en el país de las maravillas y El mundo de los niños, en especial los tres primeros tomos.
– ¿Participaste activamente en los «Centros Literarios» del colegio?
– En mi época eso no era muy frecuente, no por los colegios por donde pasé.
– ¿Cuándo empezaste a escribir tus primeras líneas literarias?
– Creería que desde pequeño. Siempre inventé historias y otras cosas, pero el camino de la creación ha sido un camino muy lento para mí.
– ¿Qué es lo que te ha enamorado de los libros?
– El soñar, el entender cosas, el recordar… Luego otras cosas como el olor, la textura, las tipografías, etc.
– ¿Querer los libros es una especie de terquedad?
– (Ríe). Quizá. Es una manera de conocer tercos como uno, también.
– ¿Qué te impulsó a convertirte en editor?
– Tengo que decir que estudiar literatura fue uno de los factores de mayor casualidad. A varios de mis profesores les debo el cariño a la edición.
– ¿El primer libro como editor te dio satisfacciones intelectuales más que económicas?
– Me dio satisfacciones morales, posibilidad de pensar en herramientas a través de los errores. Fundamentalmente me dio felicidad ver ese libro en el entusiasmo de los lectores.
– ¿Qué debemos hacer en Colombia para que el hábito de lectura no siga bajando?
– No creo que el hábito de lectura baje, creo que se ha venido transformando. Creo que hay que trabajar no sólo en el libro como utilidad. Es vital permitirnos tiempo libre para disfrutarlo plenamente.
– ¿El Estado dedica más dinero a las balas que a los libros?
– Lo sabemos.
– Si en el Congreso leyeran más ¿dejarían de crear tantos «micos»?
– Lo paradójico es que la mayoría de los congresistas tiene una gran biblioteca en su casa. Creo que no se les cubre de polvo gracias a las personas encargadas de la limpieza, no gracias a su curiosidad lectora.
– ¿Por qué es importante el libro de cuentos de Íos Fernández?
– Porque se disfruta y por que cada cuento es un universo único para cada lector. Creo que es un libro de largo aliento.
– ¿Crees que la literatura colombiana está pasando por una buena temporada?
– Hay buenas apuestas. Creo que desde hace mucho hay grandes plumas, pero creo que también hay una sobre producción de libros que luego nos damos cuenta que no llegan a los ojos de muchos lectores.