Entrevista. Gustavo Mauricio García Arenas .

Gustavo Mauricio García Arenas 

¡Contra la pared! 

Unos recursos invertidos de manera correcta, producirían una sociedad con mayor capacidad de raciocinio, con más capacidad crítica 
Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras) 
I parte 
A veces él mismo confiesa que se siente confundido ante tanto absurdo que sucede en Colombia. Un senador quiere pasarse por la faja a los uniformados que le exigen un examen de alcoholemia, el otro exige más dinero para echarle gasolina a sus carros, otro insulta a los negros en el Concejo, el de más allá hace lo propio desde la Asamblea Departamental, el de la Costa Atlántica pide “chuzo pa´ los corruptos” y hoy paga una condena en la Picota, otro firma una reforma a la justicia y asegura no haber leído el proyecto de ley, el de siempre no quiere entender que ya no es presidente de la República y sigue bramando desde su cuenta de Twitter… ¡Colombia insólita! 
Estudió Filosofía y Letras, pero ama profundamente la fotografía; ha hecho exposiciones exitosas y muchas de sus gráficas han acompañado varios reportajes y entrevistas y libros de grandes autores. Pero parece ser que son los libros y las revistas los que definitivamente le robaron el alma, pues se desvive por ellos y permanece en un eterno insomnio pensando en cómo será la próxima publicación, el próximo autor, la próxima angustia, porque muchos temas le producen angustia y desvelo, pero quien no arriesga un huevo… 
Ha tenido con su Ícono Editorial muchos logros, como el caso del libro de Ana Carrigan, El Palacio de Justicia, una tragedia colombiana, o el de Olga Behar y El clan de Los Doce Apóstoles que alcanzó una increíble cifra en ventas y fue el primer premio CPB que se entrega a una obra bibliográfica. Y así con otros más. Son precisamente esos éxitos los que le suben el ánimo en los momentos en que ha pensado tirar la toalla… 
– ¿Qué tanto tiene Gustavo Mauricio de Jaime Arenas? 
– El sentido de justicia y la rebeldía. 
¿Qué fue lo malo que hizo Jaime Arenas para que no lo recordemos como debe ser? 
– Hay varias maneras de recordarlo… Depende de quién lo recuerde, porque últimamente son más los que tienen una idea muy favorable de Jaime Arenas, un adelantado a su tiempo, un hombre que detestaba la corrupción y las injusticias. 
– ¿La guerrilla por dentro está tan equivocada como la guerrilla por fuera? 
– El libro La guerrilla por dentro aún sigue siendo revolucionario en extremo, iba más allá de la guerrilla de pacotilla en que se había convertido el ELN en esa época: una guerrilla con más bajas producidas por cuenta propia entre sus propias filas que las que le ocasionaba el Ejército colombiano. ¿Eso qué es? 
– ¿Qué puede recordar de Simacota por allá en los años sesenta? 
– Nada. No recuerdo nada porque no tengo edad para ello. Pero al leer el libro de Jaime puedo rememorar. 
– ¿Alguna vez pensó en echar piedra? 
– Ni piedras ni papas. Yo lanzo libros. 
– ¿Y por qué tanta injusticia y tan poca rebeldía? 
– Es el viento de los nuevos tiempos: la estigmatización de la protesta al equipararla con el terrorismo y el aparente triunfo del capitalismo salvaje sobre las ideologías que promueven una sociedad más justa e igualitaria. Y seguimos como borregos votando por los mismos y creyendo que las salidas violentas son las más eficaces, y no el diálogo y la justicia social. 
– Jaime Arenas detestaba la corrupción. ¿Volvería a morir de un infarto viendo lo que vivimos hoy con un Congreso corrupto? 
– Si murió debido a la corrupción que encontró en la guerrilla y denunció públicamente en su libro, ¿cómo sería al oler la podredumbre del Congreso y, en general, de las instituciones colombianas? Porque el Congreso no es el único. Aquí caben varios de los integrantes del gobierno (con sus Fuerzas Armadas) y la rama judicial. 
¿Qué le duele hoy más de Colombia: la corrupción o la indiferencia de 46 millones de colombianos? 
– La corrupción, porque en parte ella es la responsable de la dejadez popular. Unos recursos invertidos de manera correcta generarían una sociedad con mayor capacidad de raciocinio, con más capacidad crítica. 
– ¿Basta con pedir perdón y continuar siendo un senador mediocre? 
– No basta, pero parece que aquí se permite hacer de todo –incluso sin pedir perdón– y no pasa nada. Porque estos casos son los que salen a flote, pero hay miles de los que no sabemos nada. A veces las noticias de corrupción se dan a conocer porque algún corrupto quiere sacar provecho de otro y lo «sapea», no porque se haya hecho una investigación a fondo o haya un interés social sino porque alguien quiere quedarse con toda la torta y otro le estorba. 
– Si los congresistas leyeran, ¿este país sería diferente? 
– Si leyeran historia, crónica, ensayo, literatura, tal vez tendrían la oportunidad de ser mejores. Pero en medio de la escasez de formación intelectual se puede pedir que por lo menos lean lo concerniente a su trabajo como representantes de la sociedad que los eligió. Eso fue una salida en falso de Simón Gaviria que, por tratar de no quedar como lo que quedó, metió más la pata. Y se volvió el caballito de batalla: lo peor no es que dijera que no la había leído sino que seguramente sí la leyó y la dejó pasar con todo el zoológico adentro. Porque no se trata solo de leer sino de tener un sentido crítico frente a la lectura. 
– ¿Habrá alguna fórmula mágica para que los colombianos despertemos ante tanta desidia? 
– Lo único mágico en este país ha sido el narcotráfico que de un momento a otro terminó por transformar nuestra dura realidad en una peor, y la magia de la literatura que la recrea de una manera tan poética que ocupó la atención de Estocolmo. 
– ¿Cree que lo mediático asesina a la historia? 
– La información de los medios es parte de la historia, pero hay que ir más allá de lo que se publica y analizar más bien quién informa qué y por qué lo hace. Ese análisis deberá hacer parte de la historia que habrá que contar. En qué contexto quién estaba hablando de qué cuando en realidad estaba sucediendo algo diferente. Deberíamos revisar los periódicos viejos para ver de qué manera fueron dadas las noticias de actualidad y compararlas con lo que ahora sabemos que pasaba en esos momentos. Así sabríamos quién es quién en el periodismo y tendríamos argumentos para escoger mejor.

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