Entrevista: Sudarios de Erika Diettes

Por: Museo de Antioquia / Medellín / Colombia. 

Este 25 de Octubre, a las 7:00 p.m., la artista colombiana Erika Diettes inaugurará la exposición Sudarios en la iglesia El Señor de las Misericordias. La sublimación del dolor a partir de la representación de los rostros y el contacto con la piel. Para la académica mexicana Ileana Diéguez “los Sudarios elaborados por Diettes son la cristalización de una huella, de una herida que transformó irreversiblemente la vida de las personas retratadas; la instantánea trascendental de golpes de dolor”. Compartimos esta entrevista con la artista visual quien nos habló de los orígenes de su obra, de su carrera artística, su inclinación por el soporte fotográfico, los temas en sus trabajos y de su última exposición: una serie de rostros impresos en veinte sudarios de seda. 
– Hablemos un poco de ese interés artístico por temas como la memoria, el dolor y la muerte. ¿Por qué surge? 
Decidí que iba a pararme detrás de una cámara el resto de la vida a los 15 años, estando en high school. Allí arrancó una exploración muy importante, vino toda la inquietud visual, las ganas de congelar el tiempo, de capturar la realidad en una imagen. Hubo algo que marcó este amplio interés por los temas de violencia, la memoria, el dolor… A mis 17 años la guerrilla asesinó a un tío en Medellín y fue muy traumático; una muerte de la que nos dimos cuenta prendiendo el televisor. No fue solo el cruce con la muerte sino con la imagen, con la representación de la muerte, con aquel horror que vivíamos en ese momento. Cada vez que tú veías un noticiero acababan de asesinar a alguien. Centro mi tesis de grado de maestría en este momento especifico de mi vida, no únicamente con la muerte violenta sino con la representación de ésta. Desde allí viene fundamentado mi trabajo, en cómo a partir de una imagen podemos brindar un espacio configurador del duelo de una manera importante. 
– Háblenos un poco de sus trabajos anteriores a Sudarios. ¿Qué temas exploran? ¿Cómo están desarrollados desde el punto de vista artístico? 
Silencios (2004) es mi primer trabajo que tiene que ver con temas de violencia y trata sobre los sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial que viven en Colombia. El propósito era tener el testimonio de una persona que hubiera estado en Auschwitz y en Guggenbach. Hice un recorrido por varias ciudades del país buscando los sobrevivientes, que son muy pocos. La exposición son fotografías impresas sobre papel fotográfico, en un tamaño de 50 x 70 cm. La hice en el teatro Faenza de Bogotá, donde hago un primer ejercicio de instalación tratando de salir de la pared: colgué las fotografías sobre unos soportes de metal. Más que una exposición que se recorría en la pared, esta exposición eran imágenes flotantes sobre las sillas rojas del teatro abandonado. Luego viene Rio Abajo, una serie que trata sobre víctimas de desaparición forzada, realizado en diferentes municipios de Colombia. Los familiares de los desaparecidos me prestaron la ropa de sus seres queridos y, a través de un dispositivo, las metía dentro del agua y los fotografiaba flotando. La obra final está impresa sobre cristal; quería lograr esa transparencia para que el espectador recorriera la obra por ambos lados. A punta de sangre es un tríptico que parte de unos relatos. Son varios años trabajando en temas de violencia. Hubo un testimonio que me impresionó muchísimo: en muchos casos cuando la gente ve buitres en el cielo encuentra esperanza, sienten que hay esperanza porque piensan que allí pueden encontrar un cuerpo. La idea de pensar en un buitre, en un ave de carroña, como símbolo de esperanza me parece simbólicamente muy fuerte, ya que recoge el nivel de horror al que hemos llegado. Y por eso la obra se llama así, un poco reflexionando que Colombia es un país que se ha construido a punta de sangre. 
– Cuéntenos un poco sobre Sudarios, el espíritu y el contenido. 
Cuando entras a la exposición ves el resultado de un proceso muy largo. Cada uno de los 20 retratos que conforman los Sudarios es un clic final, es un instante, un segundo de entrevistas de casi dos horas con cada persona, donde lo que me están contando no es únicamente el horror del que fueron víctimas sino de cómo siguieron su vida. Es maravilloso ser receptora de estas historias porque es desde allí donde puedes construir un trabajo infinito que tiene mil posibilidades visuales de contarlo. 
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