Es un libro muy recomendado que le da unos nuevo aires a un género que no han trabajado mucho nuestros autores, a pesar de vivir rodeados de historias que lo podrían alimentar constantemente.
- El lenguaje poético, incluso el atreverse a citar poesía, sin dejar caer el ritmo ni el interés. Es una rareza encontrar este tipo de lenguaje en el género; por el contrario, uno diría que está proscrita, en función de uno más duro, descarnado, frío y eficaz.
- La profundización sicológica de los personajes, incluso tomando elementos narrativos que son puro sicoanálisis; lo habitual es la narración de hechos y de historias, con poco espacio para explorar el mundo interior. Lo importante es lo externo, usualmente en un entorno urbano.
- Atreverse a la narración onírica en muchos apartes de la narración.
- Atreverse a utilizar un protagonista-narrador atípico que no es héroe, es cobarde, es intelectual, piensa y habla más de lo que hace. Todo lo contrario al estereotipo convencional que se usa casi como un molde novela tras novela.
- El interés del escritor por nunca perder el refinamiento literario (que en muchos autores del género es dejado en segundo plano en función de la historia, de la anécdota, muchas veces dejándose notar un gran descuido). En Macías se nota la búsqueda, la lucha con las palabras, el filtro auto-impuesto que frase tras frase logra una narración impecable. Pese a ello, no se notan artificios y el resultado se siente natural y fluido.
- Incluir el amor y el romance en la historia como un elemento fundamental de ella. Muchos teóricos dicen que este tópico no encaja en el género, que lo amoroso podría dulcificar la historia central, que debe ser dura, precisa, cortante, sin debilidades ni amaneramientos.