hace está vinculado a la experiencia del espacio” E. Hall.
escritor colombiano Octavio Escobar
Giraldo (Manizales, 1962). El
argumento de la narración puede ser
aparentemente sencillo y resumirse en pocas líneas: Mariana y Javier
–madre e hijo- son invitados por Elena -una antigua amiga y compañera de universidad-, a pasar un fin de semana en una ciudad a
orillas del mar; una buena oportunidad para
celebrar el cumpleaños número quince de Javier y tomar
unas cortas vacaciones que oxigenen sus vidas, en medio de cuatro años de
zozobra por el secuestro de
Alejandro, esposo y padre, respectivamente. Sin embargo, ese viaje inesperado es solo la excusa para desarrollar
una historia de rompientes humanas.
sido lectores habituales de la obra de Escobar
Giraldo y hemos disfrutado las páginas de sus novelas Después
y antes de Dios (Premio Internacional Ciudad de Barbastro 2014-Premio
Nacional de Novela, 2016), Destinos
intermedios, Saide, Cielo parcialmente nublado, El álbum de Mónica Pont o El
último diario de Tony Flowers,
sabemos del ritmo vertiginoso de sus historias, la construcción
cinematográfica de sus descripciones, la precisión de los diálogos, su gusto por
dejar cabos sueltos al lector, la creación de personajes entrañables que se
mueven entre lo negro, lo policiaco, lo urbano, lo frívolo o lo popular; pero,
sobre todo, conocemos su interés por contar esos “pequeños” dramas íntimos que viven los seres
humanos, más allá de las grandes tragedias nacionales que puedan estar ocurriendo.
instala Mar de leva; una historia que se mueve en los pliegues de los dilemas cotidianos que puede enfrentar una
familia –Mariana y Javier-, cuyas vidas se han suspendido en el tiempo, gracias
a una situación extrema como el secuestro; un hecho que llega al lector a
través de recuerdos fragmentarios o imprecisiones de la memoria, de quienes están
a la espera de una eventual
liberación.
preocupación del autor está centrada en ubicar esos dramas íntimos, en otro
lugar; las intenciones estéticas en este caso, no se encuentran en el campo de la novela negra o policiaca, sino
en el accionar narrativo que remueve las profundidades contradictorias del ser
humano; esas que, poco a poco, el lector irá
descubriendo, desde lo implicado, lo no dicho, todo lo que no ve de sus personajes, lo que
no se percibe, ni se siente; todo lo que
se esconde detrás de ese espacio imaginado y cartografiado.
de emociones, porque al igual que el movimiento de las olas, el viaje causará
estragos e impactos, en zonas distintas de donde se ha generado, es decir, en
las zonas más profundas de Mariana y Javier; aquellas donde habitan sus miedos,
sus frustraciones, sus dilemas, sus angustias, sus deseos reprimidos y quizás,
incestuosos.
interior y exterior; una geografía narrativa de emociones contemporáneas, construida desde
lo que se ve en Sulaco -las imágenes,
las formas, los lugares, los
colores de los objetos, las
descripciones cinematográficas-; lo que
se oye a través de las voces de los personajes, las canciones de Rihanna, Dire Straits o
Madonna, los ecos de Costaguana,
las reminiscencias que tejen los
epígrafes o en los murmullos del secuestro; lo que se palpa en los cuerpos,
algunos de ellos cargados de deseos reprimidos y fantasías sexuales pendientes; o lo que se
saborea en las disyuntivas en que se debaten Mariana, Javier, Elena o Daniela.
se huele, se palpa y se saborea en cada
detalle, en cada personaje que habita
sus páginas; en cada drama que se disimula detrás de las palabras, los
silencios, las emociones no sentidas, y
por supuesto, en cada descripción, guiño e ironía que Elena, la
anfitriona, revela al lector para que este, se sumerja, una y otra vez, en esas
aguas inquietantes que son la estética de Octavio Escobar Giraldo.
sensorium de emociones contemporáneas atravesado por la frivolidad de lo
cotidiano, que se configura desde el cuerpo, las imágenes, los sentidos, los susurros,
los colores, los olores, los lugares, y
por supuesto, desde las contradicciones de los personajes; Mariana quisiera ser una Penélope
contemporánea para esperar por más tiempo a Alejandro, pero su voluntad ha
empezado a sucumbir a las tentaciones; Javier ha hecho su mejor esfuerzo por
crecer con la ausencia de su papá y llevar una adolescencia de fantasías y
hormonas con su novia Daniela, pero
algunos indicios edípicos, lo dejan
en suspenso; mientras tanto Elena
seguirá intentando equilibrar los fantasmas del
pasado familiar con las provocaciones de su vida actual.
final, el lector establecerá una
relación topofílica con esta ciudad literaria inspirada en la Sulaco de
comienzos del siglo XX, pero que en pleno siglo XXI, le ha servido de escenario
para revelar esos dramas íntimos que se tejen en los pliegues de la razón, el deseo, lo trivial o lo frívolo;
pero, en especial, porque ha dejado al descubierto esas emociones
contemporáneas que asedian y dejan al
ser humano desorientado. Pero, ¿para qué queremos la brújula? Mejor dejemos que
este Mar de leva, lleno de tormentos
y tormentas, nos extravíe hacia nuevos puertos, donde la lectura apenas comience.
Mar de leva es entonces, un sensorium de emociones contemporáneas atravesado por la frivolidad de lo cotidiano, que se configura desde el cuerpo, las imágenes, los sentidos, los susurros, los colores, los olores, los lugares, y por supuesto, desde las contradicciones de los personajes
Conrad; un juego intertextual poblado de reminiscencias y voces que evocan Nostromo (1904), Sulaco y Costaguana, Sin
embargo, ese solo será el telón de fondo para una novela que tocará las fibras más profundas y
develará, esas intersecciones, esos
desencuentros y esas contradicciones donde habitan las emociones contemporáneas.
Docente universitaria. Estudiante de Doctorado en Literatura. Universidad
Tecnológica de Pereira.