Esta espera de ave contiene 28 poemas divididos en dos partes, a las que
precede un prólogo de María del Carmen Hoyos Ragel, que
nos aproxima con rigor a los poemas contenidos.
Antonio Santano / España.
el agua que fluye por las venas del mar y que no cesa es la poesía. Sube a la
cresta de las olas (risas de los mares las llamó Esquilo) o se abisma en las profundidades
de coral y silencios. Estallido de lluvia en otoño o sol abrasador en el estío,
así la poesía se adentra en los bosques y en los pájaros vuelo es. En lo
absoluto existe, principio y fin, luz y sombra al mismo tiempo, alegría y
tristeza, cara y cruz de la misma moneda, hondo silencio trascendido. Una
música que se clava tal cuchillo en el pecho y que ensordece y nos nubla y
enloquece hasta no ser nada y todo. Poesía es un ave que espera la vuelta de
sus crías y es rito en la entrega amorosa, y un dulce fruto, sin duda, en la
voz de la poeta Encarna León
(Granada, 1944).
poeta, aunque nacida en Granada, reside en la ciudad Melilla, cuyo gobierno
homenajea con la creación en el año 2000 de un Certamen Internacional de Relato
Corto que lleva su nombre y mantiene en la actualidad. Su obra es extensa, con
trece títulos de poesía y tres de narrativa; su poesía reunida hasta ahora se
halla en el libro El color de los ritos.
Obra poética 1984-2010, lo que nos da una idea de su incansable labor en
pro de la literatura, y en concreto de la poesía.
pertenece a las asociaciones Colegial de Escritores de España, Andaluza de
Críticos Literarios y de Humanismo Solidario. Su último libro Esta espera de ave es el que hoy traemos
a este espacio. La madurez poética de Encarna
León está de sobra demostrada por el ya largo camino recorrido y por la
calidad de su obra, influenciada por la mejor tradición clásica y su renovada
concepción de la poesía como instrumento no solo de transmisión de
conocimientos, sino de la vital trascendencia de la palabra y su esencia
emocional.
una primera lectura de Esta espera de ave
hallamos una plena sensación de paz y armonía en comunión perfecta y amorosa con
la Naturaleza en su más amplio sentido. Asiste a la poeta una continua
melancolía, un hálito que embarga su espíritu y hace que su mirada hacia el
pasado sea el motivo principal para construir un universo propio donde el Amor
y el Tiempo son los asideros, los pilares que sustentan su particular
concepción de la poesía, donde la Belleza también ocupa un lugar de relevancia.
Parte Encarna León de lo cotidiano
para crear otro mundo en el cual el yo poético trasciende hasta convertirse en
otra realidad, como así lo expone Fernández
de la Torre en su estudio sobre la
obra reunida de la poeta: «La poesía de Encarna León parte de un principio vital
ineludible, ese que se re-produce y transmite en imágenes el yo, un sujeto
poético en el que la ‘verdad’ en la escritura se libera de los límites de lo
cotidiano».
juego de inquietudes” y “Con ropaje de adagio”, a las que precede un prólogo de
María del Carmen Hoyos Ragel, que nos aproxima con rigor a los poemas contenidos. Destacaría de
este poemario su lenguaje, sencillo y cercano, esa cierta nostalgia en la
mirada, la natural cohabitación de forma y fondo, tanto por uso de recursos
retóricos (anáfora, aliteraciones, oxímoron, metáfora, paralelismos, etc.),
como por la temática muy en su línea de libros anteriores; el amor por encima
de todo, el paso del tiempo, y la mar al fondo, siempre. Ya desde el título del
poemario viene a confirmar dichas circunstancias. El ave como símbolo de la
libertad, de su majestuoso vuelo hacia todo lugar, y también de la naturaleza,
y el tiempo en la continuada “espera” de un tiempo que pasa y nos deja sus
huellas, sus cicatrices, sus soledades y silencios:
una liturgia de sueños encontrados / al pasear caminos con sus duendes /
prendidos al filo de un deseo.»;
todo, a su vez, envuelto en la sedosa forma del amor:
/ tiempo de escalofríos tenues. / de jilgueros cantando en el centro / del
pecho. // Cómo me gustaría encontrar ese tiempo / dormido en la memoria. //
Cómo me gustaría conocerte de nuevo.».
descubrirnos otras realidades, otras verdades, quizá las de un yo que es
otredad en sí mismo, que necesita del tú y el nosotros para ser y estar en el
mundo que ella misma edifica cada día desde su más sentida soledad, de saberse
en la espera y esperada:
/ de ave y cobija tu esfuerzo / y tu cansancio en estancia de olvido.».
hasta las nubes y las estrellas, y en ellas vive, como el sueño en las noches
de otoño, al compás de una música que se repite como un eco y adormece los
sentidos nutriendo de esperanza todos
los miedos que el tiempo ha ido sembrando:
hojas finales de los años / en ramales imprecisos de vida, / cuando los ojos
perdieron su luz / y su armonía y piden un milagro / para cruzar las últimas
estancias, / ahora, el miedo es el más ferviente / amigo, el que siempre
acompaña, / y no quiere dejarte completamente / a solas perdida en esa
melodía.».
después del camino, el Amor (de y con Rafael) salvador de abismos:
filo de los labios / y con ella te ofrezco este abrazo infinito.».
y clara de Encarna León.
Destacaría de este poemario su lenguaje, sencillo y cercano, esa cierta nostalgia en la mirada, la natural cohabitación de forma y fondo, tanto por uso de recursos retóricos (…) como por la temática muy en su línea de libros anteriores
Encarna León
GEEPP (Melilla, 2018)