Un café en Buenos Aires

No. 6.485, Bogotá, Sábado 5 de Octubre del 2013 
Todos los libros pueden dividirse en dos clases: libros del momento y libros de todo momento. 
John Ruskin
Un
café en Buenos Aires
…hoy
con Eduardo Galeano
Por: Pablo Di Marco, corresponsal
Libros y Letras en Buenos Aires*
Un escritor es su obra. Sin
embargo, hay algunos pocos escritores cuyo nombre pareciera eclipsar incluso al
más trascendente de sus escritos. Eduardo Galeano es uno de ellos. La sola
mención de su nombre hace innecesaria toda presentación.
Hoy nos sentamos a tomar un
café con Eduardo Galeano. Están todos invitados a nuestra mesa.
Es un gusto compartir este momento con usted.
Publicó sus primeros libros a principios de la década del 60’. Teniendo en
cuenta que la experiencia se gana con las décadas y la espontaneidad se pierde
en minutos,  ¿qué ganó y qué perdió como
escritor desde aquellos años hasta hoy?
E: He ganado, y mucho, en
mi visión del mundo, contra las fronteras del mapa y del tiempo, y mucho he
ganado también en mi redescubrimiento de la diversidad del mundo y de la mía
propia.
Dejando a García Márquez de lado, ¿qué vínculos
tiene con Colombia y su rica cultura? 
E: En Colombia he vivido
algunos de los días más alegres de mi vida, y siempre me indigno que se
insultara a ese país juibiloso condenándolo a pena de violencia eterna.
Buena parte de su vida está dedicada a escribir.
¿Qué siente cuando descubre que a buena parte de nuestros gobernantes (algunos
de ellos repentinos millonarios) les cuesta un triunfo armar una oración con
sujeto y predicado?
E: Ocurre que muchos
políticos son sabios solamente en cálculos de contabilidad: de votos y de
dinero.
Ya que el contexto y la época suelen influenciar la
obra del artista, le propongo un juego, Eduardo: ¿qué camino cree que hubieran
tomado sus escritos si usted hubiese nacido en la Unión Soviética de
Stalin?
E: Hubiera difundido un
lema que inventé, y que reconozco que no es muy serio, pero en todo caso me
gustaría pintarlo en las paredes: ¡Sobreviviremos aunque nos cueste la vida!
Tenía pensado prescindir de las dos clásicas y
últimas preguntas de Un café en Buenos Aires, pero nuestros lectores son
capaces de levantar barricadas si no las hago.
E: Adelante, Pablo.
Vamos con la primera: alguna vez Vargas Llosa dijo
que el día más triste de su vida fue cuando Jean Valjean murió en Los
miserables
. ¿Cuál fue el día más feliz de su vida?
 E: El día más feliz
es el que todavía no viví.
Ahora sí: la última: le regalo la posibilidad de
invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Cuénteme quién
sería, a qué bar lo llevaría, y qué pregunta le haría.
E: Resucitaría al negro
Fontanarrosa, lo sentaría a mi lado en el Café Brasilero y nos pasaríamos unas
cuantas horas hablando de fútbol. 
El niño dibujante, el
periodista, el ex-director de la revista cultural Crisis, el “muchacho” que Perón quiso conocer, el de las respuestas
breves, el autor de una las obras más leídas de Latinoamérica, el ganador del
premio “Casa de las Américas” y mil vidas más; pero por sobre todas las cosas
el dueño de un nombre y apellido que excede cualquier obra: Eduardo Galeano.
*Esta entrevista fue
posible gracias a la generosidad del profesor Carlos Machado, Carmen y Horacio
Olivetti.

Deja un comentario