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Edgar Lawrence Doctorow |
Por: Pablo Hernán Di Marco / Argentina / Especial para Libros & Letras.
Editorial Malpaso le dio forma a uno de los acontecimientos literarios del año: la publicación de los Cuentos completos de Edgar Lawrence Doctorow. Y cuando hablo de acontecimiento editorial no me refiero tan solo a la calidad del libro, sino a que es la primera vez que una editorial —de cualquier lengua— asume el reto de publicar la totalidad de los cuentos del escritor estadounidense en un solo volumen.
E. L. Doctorow murió de cáncer de pulmón en julio de 2015. Dedicó sus últimas semanas de vida a perfilar junto a Patricia Escalona —editora de Malpaso— cada detalle de una publicación que anhelaba con ansiedad.
Por esta vez disfrutaremos de nuestro café no en Buenos Aires sino en Barcelona. Será junto a la editora Patricia Escalona para conversar sobre el honor y el desafío de haber sido parte del mayor homenaje póstumo que se le podía hacer a uno de los más influyentes escritores norteamericanos del siglo XX.
—Quisiera que me cuentes cómo fue la dinámica de trabajo que llevaste adelante con Doctorow.
P: Edgar era una persona de trato fácil y siempre dispuesto a ayudar. Tuvimos nuestros más y nuestros menos con el hecho de que yo quería que todos sus cuentos estuvieran en la edición (si no, qué sentido tenía publicar unos Cuentos completos). Él, por diversas razones, quería que algunos no aparecieran, pero finalmente aceptó nuestra propuesta. También decidió el orden en que están y reescribió alguna cosilla. Nos comunicamos por teléfono y ya hacia el final, cuando estaba más cansado, me pidió que le escribiera, para poder tomarse el tiempo que quisiera a la hora de responder.
—Me gusta la frase de Balzac que dice que no debemos tocar a nuestros ídolos, pues el dorado se nos puede quedar pegado a las manos. Tal vez Doctorow no sea un ídolo, pero de seguro es un referente de la literatura norteamericana. ¿Temiste mancharte las manos, Patricia?
P: Hace diez años, cuando le conocí, le tenía una admiración y un respeto sin medida. Todos estos años más tarde, después de habernos visto y escrito bastante, mi respeto y mi admiración siguen absolutamente intactos. Nunca me decepcionó, nunca se mostró arrogante ni caprichoso sino, bien al contrario, generoso y amable, divertido y cercano. Yo diría que algo se me quedó pegado, en efecto, pero desde el punto de vista más positivo imaginable.
—¿Sabías que Doctorow estaba gravemente enfermo y que el tiempo apremiaba?
P: Sí, lo supe casi enseguida.
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Cuentos completos de Edgar Lawrence Doctorow |
—¿Y en cuánto influyó esta situación en tu trato con él?
P: Nuestra manera de comunicarnos no cambió, él contestó a todo lo que le pregunté, excepto a mi último email, unos días antes de su muerte, en que le decía que estaba ya todo listo para imprenta y que pensaba ir a darle un ejemplar en mano.
—Pese a escribir algunos cuentos de calidad superlativa, tanto los lectores como la crítica colocan al Doctorow novelista por encima del Doctorow cuentista. ¿A qué creés que se debe? ¿Creés que el lanzamiento de sus Cuentos completos puede modificar esa situación?
P: Los cuentos de Doctorow son una parte importante de su obra, pero sus novelas tienen mucho más peso. No por la calidad, sino por la cantidad y el tiempo y esfuerzo que él mismo les dedicó. El hecho de que esta edición reúna toda su obra cuentística y ofrezca la posibilidad de leerla con la perspectiva de su evolución como escritor, ayudará sin duda a situarlo en el lugar que se merece como autor de este género.
—¿Cuál es tu cuento preferido del libro? ¿Por qué?
P: “El escritor de la familia”. Por un lado, me parece que es magistral cómo construye el engaño que es central en el cuento y cómo en muy pocas páginas te haces una idea clarísima de la dinámica de esa familia. Por otro, hay varios guiños autobiográficos y tiene un sentido del humor muy suyo que transpira en cada una de sus (pocas) palabras. Me lo imagino riéndose mientras lo escribía.
—Hablemos un poco de literatura estadounidense. Como bien señala Eduardo Lago en el prólogo del libro “… resulta llamativa la existencia de un elevado número de narradores estadounidenses cuya producción novelística palidece en comparación con la altura, infinitamente superior, que logran alcanzar sus cuentos”. Y cita como ejemplos a Cheever, Ford y Hemingway. ¿A qué creés que se debe?
P: A la tradición. Los anglosajones (ingleses y americanos) tienen mucha más tradición cuentística y ensayística. Todos los grandes de la literatura norteamericana han escrito cuentos: Hawthorne, Melville, Poe, Hurston, Parker, Chopin, O’Connor, Oates… La lista es interminable. A día de hoy, Granta, The Paris Review, The New Yorker incluso, siguen publicando recopilaciones de cuentos y ensayos cortos y cada día surgen nuevas revistas literarias o compilaciones que quieren reproducir este patrón existente. Los lectores disfrutan de los cuentos y no como género menor, sino como una alternativa válida a leer una novela, con exigencias en cuanto a estructura completamente diferentes. También creo, aunque esto es una teoría cogida por los pelos, que la flexibilidad y capacidad inventiva del inglés ayuda a una economía del lenguaje que beneficia a los cuentos.
—Vamos con la última, Patricia: te regalo lo posibilidad de reencontrarte con Doctorow una última vez. ¿A qué bar lo llevarías? ¿Y qué última pregunta le harías?
P: Al Knickerbocker en Nueva York. Y la última pregunta que le haría, después de charlar con él durante horas, sería: Wasitfun?
*Esta entrevista no hubiera tenido lugar sin la intercesión y generosidad de Mercedes Victoria Mayol. Mi agradecimiento a ella.