Por: Emerson Teixeira
Traducción: Jorge Consuegra (Libros y Letras)
Fernando Cesário, a pesar de haber nacido en Río de Janeiro, es un escritor cataguasense (Cataguases, Minas Gerais). Toda a su infancia y adolescencia las vivió en la ciudad, saliendo de allí para cursar medicina en Volta Redonda, otra ciudad curiosamente también de trabajadores. Cambió la convivencia con los telares de aquí por la de los metalúrgicos de allá. Formado, regresó a Cataguases donde se dedica a la medicina y a la literatura.
Fernando Cesário es, entre los actuales, uno dos mejores novelistas mineros. Acostumbra a decirnos que es un escritor diletante, pero su producción nos demuestra una regular e continua carrera, siempre creciendo en cualidad.
Entre sus obras ya publicadas, destacamos la óptima Algozes do Sono presentada en el 2000 e la premiada Alma de Violino vencedor do Premio Lima Barreto en el 2004. El texto de Fernando Cesário no es para lecturas rápidas, ya que es un autor extremamente cuidadoso e meticuloso en trato con las palabras y nos sumerge en dramas psicológicos a veces complejos de sus personajes dentro de una narrativa rica en significados.
En estos tiempos modernos no nos sobra mucho tiempo, por eso hicimos la entrevista vía correo-e feita y este fue el resultado.
– ¿Cuándo usted escribe ya sea un guión o un proyecto, va a definir los mismos después de algunos pasos o algunas páginas ya escritas? ¿Cómo es su proceso de creación?
– Siempre tengo en mente todo o núcleo de la historia, claro. Se de antemano los pasos que serán recorridos por los personajes, reflexiono mucho sobre la trama, antes de iniciar la escritura. Pienso que con todos debe acontecer lo mismo. Donde acostumbro a encontrar más dilemas es si voy usar la primera o la tercera persona. Si, porque a primera persona permite una inmersión mayor en el interior del personaje, que es lo que más me agrada, mientras que la tercera lanza una visión más amplia, debido a la omnisciencia. Todo eso es, para mi, materia de largas reflexiones. También acostumbro hacer anotaciones, que después serán aprovechadas o echadas afuera. Me considero un diletante, o sea, escribo por placer; admiro mucho a los que son capaces de producir un texto literario por encomienda, bajo la presión “tema contratado”, por decirlo de alguna forma. En cuanto a mi, digo que no me agradaría que me pidieran escribir sobre algo que no me sienta motivado.
– Cataguases tiene una buena tradición literaria. De Ascânio Lopes y Rosario Fusco a Ronaldo Werneck y Luis Ruffato, pasando por poetas Lina Tamêga Peixoto y Chico Cabral, tenemos una gama de escritores increíbles. ¿Qué piensa entonces de esta literatura?
– Es extraño que una ciudad tan pequeña y tan distante dos grandes centros culturales pueda tener un pasado literario tan rico. Es realmente inexplicable. Estoy convencido de que lo que pasa aquí es que los diversos ciclos se sucedieron no espontáneamente, pero si surgieron dentro de un ambiente propicio. Mi generación conoce y oyó hablar mucho de la Joaquim Branco, Márcia Carrano (que fue, inclusive, mi profesora), Ronaldo Werneck, Carlos Sérgio Bittencourt y otros, lo que acaba, creo yo, despertando el interés hacia la literatura. Imagino que las cosas se deben dar más o menos de esa manera. Es como una corrida de revezamento, concepto que fue creado, por lo que se, por Luiz Ruffato.
– O me engaño mucho o usted es así mismo muy metódico; todo minuciosamente pensado o planeado en la producción de su libro. Es claro que no me estoy refiriendo a la concepción de un trabajo, que generalmente viene de una idea bastante abstracta, pero a partir de esa abstracción, usted traza ahí una ruta, un guión, hace un proyecto, con una cierta disciplina ¿o no?
– Disciplina, no tengo mucho. Yo medito largamente sobre lo que pretendo hacer, camino bastante con mis personajes, converso con ellos, hasta que o momento en que sienta un impulso de transportar al papel aquello que está poblando mi mente. Escribir, para mi, es partir hacia la mejor de las aventuras, la mejor de las excursiones de la mente. Esta frase explicaría todo. Pero, quiero aprovechar la pregunta para confesar mi pasión por el “sonido” de las palabras, por el idioma portugués. Esa sonoridad hace que yo preste mucha atención en letras de canciones, en versos de poetas que me encantan. Pienso que es mas o menos como un artista plástico, al depararse con cierto color, o un fotógrafo, con determinada luz, etc. Y los sueños…Fellini decía que todo lo que filmó era recogido de sus sueños. Yo me aprovecho también bastante de esas imágenes, que me vienen gratuitamente al espíritu.
– O poeta palestino Mourid Barghouti dice: “Yo gusto del poema cuando está se formando en mis manos, una imagen después de otra, una letra después de la otra. Luego, el miedo llega y la certeza huye. Termina para mi aquel momento bendecido que se llama de “el momento en que el creador admira a la criatura”. ¿Cómo usted transita por la poesía? ¿Ya trató de “cometer” algún verso?
– No. No. Jamás me aventure en esa seara. Admiro muchos poetas, soy gran lector de poesías, pero no tengo el poder de concisión necesario para hacerme poeta. Increíble, pero leo más poesía que prosa. Hasta pienso que este pensamiento de Mourid Barghouti puede perfectamente ser aplicado a cualquier género literario, a cualquier proceso creativo, en fin. En prosa, las imágenes también saltan por nuestra mente, trayéndonos excitación, embriaguez…Con todo, después a haber pasado algún tiempo, el “momento bendecido” como que se deshace y lo que resta es una cierta dosis de insatisfacción. Algo que me susurra: “Usted lo podría haber hecho mucho mejor”.
– ¿Cómo es la sensación de saber que se acabó una novela, aquel momento en que se pone la última palabra y el punto final?
– Pues sí, es problema es que siempre me queda siempre la sensación de que se escaparon muchas cosas y que el libro podría quedar mejor. En verdad, me considero más un “reescritor” que un escritor. Esa es la razón de guardar intervalos de años entre un libro y otro. Claro, íntimamente, cuando concluyo la primera versión, me siento tomado por una intensísima excitación, como dije antes. Es un sentimiento impar, que, creo, solo es vivido por quienes trabajan con arte. Y cuando ha pasado ese estado del espíritu, es hora de comenzar a reescribir y releer y reescribir…Así que, durante esas etapas de relectura, también se presentan momentos de exaltación. Para mí, arte, es el oficio de provocar encantos.
– ¿El cine y la música y hasta las artes plásticas de las que usted hace parte, intervienen en su trabajo como novelista?
– La música y el cine, mucho. Las artes plásticas, un poco menos. De las letras de las canciones siempre “pesco” una u otra expresión, una u otra imagen, lo mismo ocurre con el cine; soy un coleccionista de vocablos, si es que se puede decir así. No se trata de rebuscar, de dar un estilo muy adornado. Nada de eso. Por ejemplo: es casi imposible pasar de largo con los versos de Chico Buarque, de Milton Nascimento, Gonzaguinha y tantos más. El cine también me auxilia, a veces. En una oportunidad quise describir los subterráneos de las prisiones a donde fueron llevados los prisioneros políticos durante la dictadura militar. ¿Cuántas películas ya mostraron ambientes semejantes y que nos pueden servir de inspiración? Profundizando en la pregunta, quiero decir que en nuestras conversaciones que el cine el era nuestro cordón umbilical con el mundo. Dieter Bucchart, curador de una reciente exposición de Munich, en París, dice que el lenguaje cinematográfico irrigó la pintura del autor de “El grito”.