El próximo 23 de Noviembre, en la librería Tango, discos y libros (Bogotá), se presentará el libro A ocho tintas (Ambidiestro Taller Editorial) del Colectivo Artístico Brurráfalos, a partir de las 6:30 p.m.
Afirma el escritor Paul Brito que “esta antología de relatos del colectivo artístico Brurráfalos responde también a ese poder aglutinante y revolucionador de la amistad. Uno escribe para tender una puente hacia el otro, para estrechar un lazo de reconocimiento y afecto hacia él, en un intento también de entenderlo desde adentro. Esa premisa es muy evidente en esta serie de cuentos de una tribu de amigos que cada semana se reúnen alrededor de la fogata de la imaginación. Está dividida en tres lados: A, B y el último que rompe con los dos que tienen normalmente los viejos álbumes y casetes. Y esto es porque precisamente el tercer lado, el C, es la dimensión invisible que nos rodea, la que enlaza y hace posible el mundo y su unidad, el cascarón que completa las cosas”.
Compartimos el Prólogo de A ocho tintas:
La literatura propone una exploración del mundo. Parte desde un punto de vista particular y desgaja la realidad para ofrecérnosla en porciones fantásticas, realistas, misteriosas o transgresoras. Los narradores capaces de hacerlo se revelan en nuestra memoria como una bella fotografía a blanco y negro. Las voces que interpelan al universo y lo fragmentan en una habitación propia, se quedan con nosotros como la melodía de una canción inolvidable. Las historias bien contadas siempre serán un referente durante nuestro paso por el mundo, volveremos a ellas para explicarnos algún suceso personal o colectivo.
Esta antología de cuentos presenta las visiones particulares de un grupo de escritores, de una cofradía que se reúne, ritualmente, cada semana, para echar andar esa máquina llamada literatura. En estos encuentros el colectivo Artístico Brurráfalos suele compartir lecturas, recomendar autores y conversar sobre sus propias creaciones. Allí se gestaron los relatos que componen este libro. Un intrincado pasadizo con dieciséis habitaciones, construidas por ocho autores -seis mujeres y dos hombres- con propuestas variadas, para que el lector se pasee a su antojo por esta casa hecha de palabras.
Este libro se divide en tres partes: lado A, lado B y lado C. Una estructura prestada de los álbumes clásicos de la música, porque como el lector lo corroborará, se trata de un compendio de cuentos que además de ser leídos, pueden escucharse, pueden compartirse en voz alta, gracias al ritmo y tono de sus narraciones.
Un artefacto, con pulsaciones propias, para ser leído en tres momentos.
El lado A presenta los cuentos de Isabel Acuña, Edna Manotas y Matilde Villamizar. Una radiografía de la realidad nacional: mujeres que hacen justicia por sus propias manos, cansadas del abuso de los grupos armados; mujeres que son sometidas al oprobio, en medio de una tormenta apocalíptica, por sus propios familiares; mujeres que son medicadas, debido a su exuberancia y excesiva vitalidad; mujeres abandonadas, burladas y señaladas por sus propios vecinos; parejas de adolescentes que descubren el fuego de su amor, en el lugar equivocado; un solitario empleado de aeropuerto, que conjura su aislamiento con ficciones en un cuaderno.
El lado B nos presenta los cuentos de Viviana Vanegas, Alejandra Cabrera-Martínez y Pedro Wightman. Un paseo a la otra orilla, a las regiones fantásticas de la geografía literaria: los macabros y divertidos ríos metafísicos, por los que tienen que bogar dos autores y sus personajes; el drama de un aspirante a boxeador –extraído de un comic– que tiene que vérselas con sus miedos más profundos; la inmersión en la mente alucinada de dos jovencitos drogadictos; el viaje por el espacio-tiempo de alguien que se precipita en el vacío; la conversación en la oscuridad de voces que planean un viaje absurdo, con un remate inesperado.
El lado C (y en esto difiere la estructura del libro con los acetatos de vinilo) presenta los cuentos de Rafael Zaparán y Elsie Parra. Relatos cortos, realistas y fantásticos, que recuerdan a sus autores, los dos ya fallecidos, inmortalizados en sus creaciones literarias. Un homenaje para aquellos que ya no están.
Tiene entonces el lector esta casa con escaleras, pasillos y dieciséis puertas. Este prólogo sirve como juego de llaves para que ingrese, por su propia voluntad, a cualquiera de estas habitaciones, la recorra, vaya hasta el tornamesa y extraiga de la funda el disco de tres lados, para ponerlo a girar bajo la aguja, con intimidad, asombro y placer.
Fabián Mauricio Martínez G. – Escritor y periodista