Burocracia en contra de la poesía

Ilustración de Altazor Ataraxia para Literariedad.
El actual fallo del Premio de Poesía Ciudad de Bogotá promovido por IDARTES dio como ganadora a Fátima Vélez Giraldo por su libro Diseño de interiores, sin embargo, el premio fue otorgado al segundo lugar porque Teresa Clap (no Calp), seudónimo de la poeta, no firmó el formulario de inscripción.
La noticia que la semana pasada tuvo algunas repercusiones en los medios colombianos nos hizo preguntarnos sobre la dificultad que hay en Colombia para acceder a estímulos o premios de poesía los cuales son pocos, y peor aún, las trabas burocráticas que impiden que se concreten.
El lunes pasado recibimos un correo de Fátima Vélez, cuyo trabajo y amor por la escritura conocíamos, pero con quien no habíamos tenido nunca comunicación, en el cual manifestaba su interés de publicar en Literariedad un artículo en el que presentaría públicamente su sentir y pensar en relación al caso y además, una selección de poemas de libro ganador, no ganador, como ella misma lo llama.
El mensaje nos sorprendió y generó al mismo tiempo una sensación ambivalente; por un lado estaba la gratitud de que eligiera la revista como medio de difusión, y por otra parte, estaba el malestar de que fuera en el marco de una situación tan injusta.
Si bien es de poetas la manía de crear seudónimos que olviden firmar formularios de inscripción, por estar pensando, vaya uno a saber por qué, en nubes, o en el verso a escribir, o en comprar el pan, es harto conocida la virtud de las instituciones, o de los señores y señoras que las administran, de otorgar premios a los poetas que no usen seudónimo, o al menos un seudónimo desmemoriado y que, por preferencia, no sean los ganadores.
En Literariedad nos hemos preguntado a menudo para qué sirven los premios y más los de poesía. Nos agobia pensar en la burocracia que toca sortear para aspirar a ellos. ¿Cómo es eso de que no es suficiente que la muerte sea burocrática como para tener que ver involucrada en esas sucias lides a la poesía?
Como creadores, y sobre todo como lectores y admiradores de la poesía colombiana, apoyamos a Fátima Vélez Giraldo, porque la ausencia de una firma no puede contradecir la elección de los jurados, y esta no puede ser tomada como una recomendación, o sino que se entreguen los premios ‘honoris causa’, de modo que la burocracia se vaya de bruces cuando quiera emboscar la poesía.
Albeiro Montoya G., de Literariedad

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