Corazón de menta
Sentí la tibieza mientras la muchacha me exploraba, primero con sus dedos, luego con sus dientes, luego con sus uñas, destrozándome el traje, haciéndome crujir como las hojas secas bajo los zapatos, y la mano empuñada, conmigo dentro, descendió, me soltó junto a una sandalia vacía y un pie desnudo, en la oscuridad del teatro, sin mi perseguido corazón de menta, el mismo que la muchacha revolcaba con su lengua.
Sirena
1
Por Facebook me pide fotos desnuda, y sólo he podido enviarle algunas de la cintura para arriba.
2
Le fascinan mis pechos. ¿Qué dirá del resto de mi cuerpo?
3
Me duele que, cuando le enseño mis tesoros a través de la cámara del Messenger, se le escurra la baba imaginando la belleza de mis piernas.
El hombre bala
Detesto esa manía de confundir los espacios. Su arrojo, su velocidad, su puntería, arrancan merecidos aplausos en el circo. Mi marido no entiende que en casa debe tomarse las cosas con calma. Entra y estalla dentro de mí en cuestión de segundos.
Devoción conyugal
Se me ofreció como una perra y saciamos hasta el sudor los más oscuros deseos, pero se fue temprano porque, según dijo, debía prepararle el desayuno a su marido.
El tamaño del infierno
Al parecer, estoy en el cielo. Me rodean los ángeles. Quiero decir, acosado por una lujuria que nadie comparte, persigo a los ángeles, bellos, de largas piernas, vientre terso y senos al aire. Se ríen de mí cuando les explico mis pretensiones.