Por: Jorge Consuegra. Leí casi con espanto una de las dos novelas de Ricardo Silva: El espantapájaros. Muy dura. Durísima. Hay unas escenas que de verdad me angustiaron: “¿Y si, ahora que se ha puesto a berrear como una alarma de carro, pateara a este niño en el aire como si fuera un cojín relleno de vísceras? ¿Y si le metiera el cañón del revólver en la boca, en vez del chupo, para que calmara la ansiedad de todos los feligreses? ¿Y si se llevara al viejo Rogelio hasta el altar a cortarle la cabeza en nombre de todos y poquito a poquito para que el viejo hijueputa sepa mientras va muriendo que le están cortando la cabeza?”.
Es una novela sórdida. Brutal. Y cuenta la historia de un ejército de asesinos que llega a una vereda en busca de “El Espantapájaros” para asesinarlo y como no lo encuentran, entonces empiezan a matar a todos los del lugar, especialmente a los viejos, aunque los bebés tampoco se salvan.
Afortunadamente la otra novela, pues son siamesas, Comedia romántica, sirvió para calmar tanta angustia de la primera. Esta comedia me hizo reír desde la primera escena hasta la última y son un par de enamorados atípicos, que se regalan cualquier bobada, que van a cine, que les gusta la rumba, que quieren un anillo de diamantes “pero barato”, que disfrutan la vida.
Las dos propuestas de Ricardo Silva (Alfaguara) se leen casi galopando, aunque uno quisiera que la primera se acabara cuanto antes, pues uno cree que también va a ser la víctima de los matones. La segunda es un gran divertimento y le permite a uno olvidarse de los torrenciales aguaceros, de los trancotes, del pago de la valorización, etc.
Muy buena propuesta de Alfaguara al presentar, por primera vez, este nuevo formato siamés.
