Esta es la obra final de una trilogía de novelas (El viaje de Orfeo y Orfeo en el desierto) de Germán Borda, de las peripecias, aventuras, dolores, angustias, éxitos, de un joven iberoamericano que parte a Viena, para realizar estudios de música. El choque y dificultades, de su encuentro con la cultura de Austria, son narrados en el primer libro, pero surgen nuevamente en esta última parte, aunque el protagonista, mejor adaptado, con conocimientos profundos del idioma, y del medio, logra superar los escollos. La última parte, constituye un testimonio impactante de muchos aspectos de la vida musical de Viena en el siglo XX. Además un diario especial, de cómo se desarrolla la necesidad de crear música, componer, de la lucha interna –cruenta y despiadada- que tiene que llevar el protagonista hasta convertirse en autor. Esa bitácora reviste el mayor interés; las enseñanzas, sus diatribas y disquisiciones con compañeros, sus experiencias en conciertos. Y quizás, lo más protuberante, el desarrollo interior para consolidar un sistema musical propio, una de las grandes aventuras que debe realizar un compositor, en el siglo XX donde impera la revolución musical. Y sistemas cómo el dodecafonismo, el serialismo, “los clusteres”, etc.
Muchos grandes autores musicales del momento son analizados en esta novela. Se narran comentarios e impresiones sobre, Schoenberg, Berg, Webern, Himdemith, Bartók, Strauss, Stravinski, Ravel, Debussy. Por ejemplo, la descripción de un concierto dirigido por Igor Stravinski y por otra parte, la presentación de varias noches de su ballet, “La consagración de la primavera”. También la presencia de enormes directores de orquesta. En fin es na obra apasionante, para quienes deseen analizar y compenetrarse con el tejemaneje de la creación musical, en uno de los momentos más espectaculares, la primera parte de la segunda mitad del siglo XX, en Viena.