El pajarito y el alimoche
Felipe Valdivia
Santiago, Chile
El pajarito canta a medianoche,
desde su sitio sobre el nido,
y provoca un ensordecedor ruido,
que no deja dormir a los otros pajaritos por ese boche.
Duerme de día, despierta de noche,
porque se enamoró perdidamente de un alimoche
que viajó de España a América,
impulsado por la fuerza magnética de su corazón,
que al llegar una noche,
conoció a ese pajarito,
que cantaba dulce y despacito.
Se miraron los ojitos,
Sus plumitas y piquitos,
tantas diferencias de esos seres chiquititos,
y al descubrir el pajarito en medio de la noche
que se trataba de un alimoche,
quiso decir adiós y buenas noches.
Después de una media vuelta indiferente,
el pajarito escuchó al alimoche cantar agriamente,
pero el silbido del ave rapaz se convirtió galante,
en una sinfonía de primavera,
que al pajarito lo engatusó,
y al acercarse a él, con el pico lo atusó.
Acostándose sobre el nido,
actuaban como únicos testigos, las sombras de la noche,
y desplumando cada uno su vestido,
la pasión se convirtió en melancólico gemido,
y desnudos frente a frente, macho versus macho
no tardaron en formar un quejido,
porque se habían enamorado sin conciencia
de convertirse en marido y marido,
y el alimoche y el pajarito
se desplumaron nuevamente
saboreando el néctar de cada corazón,
se acariciaron tiernamente,
dejando atrás esa maldita desavenencia,
entendiendo que el amor,
es más fuerte que una inaudita diferencia.