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Pablo Milani (Argentina)
Ya lo sabía, el demonio azul se vistió sin detenerse. De modo que el cambio de luz vino después. Como una ladera inconciente, una flota se detuvo en su mente. Su corazón se abre cuando quiere. Ya no importa. El dolor le comió los ojos y la cordillera de violetas no confió en sus palabras. Ella retrocedió hacia sus días felices entre un canto de uvas. Aquellos muros invisibles serán imaginarios en alguna noche lejana. Aunque es tarde no me interesa irme. Es hora de que la culpa sea llevada por esta lluvia de lágrimas. De nuevo entre los brazos vacíos de la noche. Detectives de invierno, inauguran la hermana del cielo. Sólo una mención de golondrinas busca la salida.
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