Entrevista. Gustavo Mauricio García Arenas. Última Parte.

Gustavo Mauricio García Arenas 

¡Contra la pared! 
No hay con quién hacer un sancocho porque la olla está podrida. 
Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras) 
Última parte 
¿Qué hacer para no perder la memoria en 24 horas? 
– Leer, leer y leer… y ver para no olvidar. 
¿El drama en el Cauca quedó opacado por un triunfo futbolístico? 
– Así no hubiera ningún triunfo futbolístico, algo se habrían inventado para evitar hablar de ese tema tan álgido. Tal vez la transmisión de algún reinado de belleza, un concierto pornomusical o alguna visita del Papa a cualquier parte. 
– ¿Cree que la gente le tiene realmente pereza a la palabra «cultura»? 
– La gente le tiene pereza a lo extraño, a lo que desconoce… y si siempre ha vivido en una situación en la que la cultura le es lejana, difícil. Por eso la lectura desde temprana edad es importante, pero hay que tener en cuenta que hay lecturas amenas para las diferentes edades. 
¿Que entre el diablo y escoja para saber cuál es peor, si el narcotráfico o el Congreso corrupto? 
– Es que ambas situaciones están relacionadas. El narcotráfico hoy es un factor fundamental de la corrupción y la violencia en este país. Mientras no se regule el tráfico de drogas en Colombia y se despenalice el consumo, seguirá siendo un flagelo del que continuaremos siendo víctimas mortales. 
– «Leer, leer, leer… para no olvidar», ¿acá nos olvidamos de leer para olvidar más rápido? 
– Aquí todo el tiempo estamos tratando de echarle tierrita al muerto para que no se note ni huela demasiado. Creemos que olvidando se sanan las tragedias y seguimos condenados a repetirlas. Los problemas no desaparecen por el simple hecho de no verlos, de voltearles la espalda, de negarlos. 
– ¿Es mejor un ex presidente silencioso e inteligente que uno parlanchín y cínico? 
– Todos han fallado antes, durante y después. No hay con quién hacer un sancocho porque la olla está podrida. No ha habido quien saque la cara por este país porque los que la sacaron ya están muertos todos… y sus criminales pavoneándose por ahí. 
– ¿En qué consiste la magia de los libros? 
– Los libros son dos: uno, el hecho físico, el objeto de arte y mecánico que obedece a una tradición milenaria, que tiene un aroma especial, un encanto al tacto, un disfrute a la vista… y el otro es aquel que abre mentes, puertas y ventanas, universos… compañías, amores y amigos, propósitos de vida, enemigos. 
– Siendo tan mágicos los libros, ¿por qué no han logrado transformar a los hombres? 
– Sí que han transformado a los hombres los libros. Otra cosa es que no hay fórmulas mágicas acerca de cuál es la sociedad y el ser humano ideales. Pero que los libros han cambiado las mentes de personas que han cambiado el destino de las naciones, no hay duda… Lo que no hay es verdad ni unanimidad en lo que conviene o no en la historia. 
¿Es muy difícil ser mago para encontrar la fórmula mágica y ver cómo un libro de convierte en éxito? 
– Sí. Es cada vez más difícil, en la medida en que el mercado de libros se va reduciendo y las compras se van concentrando en menos títulos. Muchos de los lectores compran más de lo mismo y les interesa menos la diversidad. En todo nos están homogeneizando, es decir, uniformizando de acuerdo con los intereses impuestos por los dueños del mundo. La gente no busca el mejor libro, que por lo general está justo detrás de los best sellers mejor exhibidos. 
– ¿Para lograr el éxito de un libro es fundamental y decisivo el apoyo de los medios de comunicación? 
– Me parece tan importante como el efecto del voz a voz y la presencia destacada en librerías y demás puntos de venta. Es la conjunción de estos tres elementos, siempre y cuando se parta de la base de una obra excepcional. 
– ¿Cree que muchos periodistas leen la contraportada y de allí sacan una reseña y la publican sin leer el libro? 
– El 80 por ciento de las reseñas de libros que salen en los medios son un fragmento de la contraportada del libro. Muy pocos periodistas los leen, aunque ahora hay una nueva generación de críticos literarios que se expresa en medios un poco más especializados y modernos, y es más responsable con sus comentarios. Dada su credibilidad cada vez mayor, se han ido convirtiendo en verdaderos factores de venta o de rechazo de un libro. Pero siguen existiendo quienes se atreven a renegar de un libro sin haberlo leído, simplemente porque especulan acerca de lo que pueda tratar, lo acomodan a sus ciegas convicciones y se aventuran a lanzar juicios sin sentido. 

– ¿Cree que se acabaron los libreros? 
– El librero que hasta no hace mucho recomendaba libros según sus lecturas y de acuerdo con los gustos del comprador, ha muerto. Los que no –que los hay–, son solo alumnos en proyección de los que fueron. Son tercos quijotes que, pese a los bajos ingresos económicos, persisten en hacer bien su trabajo y entienden la importancia que en realidad tiene su gestión. 
– ¿Qué hacer para que un dependiente de librería logre ser un verdadero librero? 
– Se requiere ser desde un principio un buen lector, amar los libros desde todo punto de vista y estar dispuesto a no ganar suficiente dinero por su trabajo. La recompensa tendrá que obtenerla por otro lado, porque cada vez se contratan vendedores de libros como vendedores de cualquier otra mercancía, y esto no es conveniente para ningún mercado. Es necesario conocer lo que se ofrece y saber por qué vale la pena venderlo, y a quiénes. 
– ¿Ha pensado en tirar la toalla sabiendo que hay tanta dificultad para hacer libros? 
– Cuando en el bolsillo no hay suficiente papel moneda para sacar más libros… sí. 
– ¿Hacer libros es como querer con el alma a la novia fea, pero cariñosa? 
– No, de fea no tiene nada. Es bella, pero problemática, compleja, desagradecida, glamurosa, delicada, exigente, susceptible, vanidosa, terca, tímida… muy hermosa. 
– ¿A qué autor le gustaría publicar así fuera uno solo de sus libros? 
– Me hubiera gustado hacer la primera publicación de los Derechos del hombre, de Las ciudades invisibles, de los poemas de Wislawa Szymborska… pero he logrado publicar autores de libros de los que me siento muy orgulloso. 
– Si leemos más, ¿ocurrirían menos casos Colmenares, menos cohechos, menos Merlanos, menos Corzos, menos Restrepos, menos ex presidentes, menos corrupción? 
– No creo. Los que mencionas, seguramente son lectores que ni siquiera la belleza ni la inteligencia que proporcionan los libros pudieron salvar. Es el sentido crítico el que los hará libres. 
– Parodiando a Pablo Neruda ¿confiesa que usted ha vivido? 
– He vivido, pero también dejé de vivir y me falta mucho por seguir viviendo. Espero tener carbón para tanto.

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