Mario Mendoza después de haber ganado el Premio Biblioteca Breve con Satanás y haber conquistado miles de lectores, se lanza ahora a publicar una saga para jóvenes
Por: Jorge Consuegra
Quería escribir para ese niño enfermo que fui yo aquella vez en ese hospital
– ¿Recuerda el primer libro que tuvo en sus manos?
– Sí, estaba muy enfermo, al borde de la muerte en la Clínica Nueva, y alguien me llevó un libro de cuentos para niños: Cuentos de hadas franceses. Ilustrado, de tapa dura. La realidad nunca volvió a ser la misma.
– ¿Cuáles fueron los primeros temas de sus cuentos iniciáticos?
– Los viajes, las aventuras, los personajes extraviados en lugares solitarios. Esos relatos conforman el primer libro que escribí: La travesía del vidente.
– ¿Cuándo decidió lanzarse al agua escribiendo una novela?
– Regresé de un viaje al Medio Oriente y sentí que mi ciudad, mi país y mi continente me llegaban al alma de un modo muy doloroso. Así nació La ciudad de los umbrales, un ingreso en la América Latina profunda.
– ¿Por qué en su vida es una constante Joseph Conrad?
– Por la capacidad de riesgo, por la manera como sus personajes se lanzan a la aventura sin pensar, sin calcular, en medio del delirio. Hay en Conrad un vitalismo febril que me conmueve mucho.
– ¿Cuál cree que haya sido el libro que lo graduó como escritor?
– Relato de un asesino. Fue mi primer libro como profesional. Me encerré en mi apartamento de entonces a escribir entre 10 y 14 horas diarias. No tenía dinero y fue un libro ganado a pulso en medio de la necesidad.
– ¿Explorar el mundo juvenil es una maravillosa experiencia literaria?
– Me ha renovado, me ha regresado cierta esperanza que creía perdida del todo, me ha devuelto también un poco de humor, que es clave para enfrentar una época tan difícil como ésta. Los lectores juveniles (y aquí entran tanto niños como adultos) son más descomplicados y divertidos. Admiro mucho en ellos su desparpajo y su capacidad para soñar mundos posibles.
– ¿Cómo surgió la idea de escribir una saga para jóvenes?
– Hace rato que quería escribir para ese niño enfermo que fui yo aquella vez en ese hospital, ese niño desahuciado que recibió los santos óleos porque todos creían que se iba a morir. Ahora que soy un escritor quería escribir los libros que me hubiera gustado leer entonces. Y mira, escribiendo las historias de Pipe y Elvis terminé conectando con otros niños, con otros jóvenes, con otra gente que también es capaz de crear mundos paralelos como una forma de subvertir la realidad inmediata.
– ¿Cuál ha sido hasta ahora la respuesta de los lectores?
– Extraordinaria. Suelo ir a los colegios a conversar con los muchachos, y cada vez me sorprendo más con sus preguntas, con sus debates, con la exposición de sus ideas.
– ¿Cuántos libros y qué temas componen esa saga?
– Hemos calculado que serán diez, pero el tiempo irá decidiendo el número exacto. Por ahora, llevamos cuatro publicados y uno en proceso de edición. El primero sucede en el Desierto de la Candelaria, en los alrededores de Villa de Leyva. El segundo en Cuzco y Machu Pichu. El tercero en México y Guatemala. Y el cuarto en el Amazonas. Para cada uno de ellos hicimos un trabajo de campo serio y riguroso.
– ¿Qué es lo más complicado al escribir para jóvenes?
– Cierta falsa moral de algunos padres y profesores que creen que escondiendo la realidad están educando a sus estudiantes de un modo más sano y recto. Los muchachos son muy lúcidos, inteligentes y curiosos. El problema son los adultos.
– ¿Qué libro suyo esperan sus lectores mayores para las próximas semanas?
– Este 2014 no publicaré ningún libro nuevo de mi serie para adultos. Estará dedicado completamente a Metempsicosis, el cuarto volumen de la saga juvenil, y a El hijo del carpintero, el quinto libro de la misma.