A través de su personaje principal,
Magadalena Yaracuy, una mujer detective, contratada para dar con el
paradero de una joven española que ha desperecido en Caracas, el autor
venezolano Juan Carlos Méndez Guédez hace una radiografía de la crisis que actualmente atraviesa su país.
Magadalena Yaracuy, una mujer detective, contratada para dar con el
paradero de una joven española que ha desperecido en Caracas, el autor
venezolano Juan Carlos Méndez Guédez hace una radiografía de la crisis que actualmente atraviesa su país.
Sobre la novela
es un thriller apasionante, cuyo escenario es la ciudad de
Caracas donde se ha perdido el rastro de la española Begoña, hija díscola de un
influyente político conservador. Para averiguar su paradero, la familia de la
chica contrata a Magdalena Yaracuy, original detective que para resolver sus
casos combina la santería, las artes marciales y una certera puntería con las
armas de fuego.
la desaparición de Begoña se complica.
sanguinarios, grupos paramilitares, secuestradores, narcotraficantes y
militares corruptos, rodean el mundo de esta muchacha que quizá ha cometido el
error de enterarse de peligrosos secretos en un país aplastado por la escasez,
el miedo y la violencia. Magdalena Yaracuy deberá echar mano de su agudeza, su
intuición y en una feroz carrera contra el tiempo rescatar a su cliente antes
de que sea capturada por los múltiples enemigos que desean exterminarla.
thriller original, trepidante y de plena actualidad que no da tregua al lector.
Juan Carlos Méndez Guédez nos comparte algunos detalles del proceso creativo de La ola detenida
Así nace La ola detenida
máxima de la religiosidad propia que hay en Venezuela: el espiritismo
marialioncero. No soy un experto en religiones, pero no creo que sea muy común
que la máxima entidad sagrada de una religión sea una mujer. Así que digamos
que en el principio de esta novela estaba el deseo de hablar oblicuamente de
esa diosa. Me encontraba en Aix-enProvence en una residencia para escritores.
Faltaban días para concluir esa experiencia y ya había cerrado el texto narrativo
que debía entregar a los organizadores. Tenía tiempo para seguir escribiendo y
quise aprovechar esos días para lanzarme a un nuevo proyecto. Desde hace años,
imaginaba la posibilidad de escribir un policial “clásico”, un texto que se
ciñese a ese esquema (en la medida en que yo soy capaz de ceñirme a estos
deliciosos géneros tan codificados)”.
Simenon o Fred Vargas que lo que más destaca en este tipo de libros es la
presencia de un personaje poderoso, llamativo, particular, y creía tener entre
manos uno de esos personajes: una detective que se apoyaba en la brujería para
resolver sus casos, una mujer enamoradiza, independiente, de una gran
vitalidad. Así que me puse manos a la obra. En cuatro días tenía cincuenta
páginas; era obvio que yo estaba tomado por la voz y los actos de aquella
mujer, a quien llamé Magdalena, ya que se supone que en esa zona de Francia
donde yo me encontraba, había desembarcado María Magdalena, el personaje
bíblico”.
Magdalena Yaracuy, su protagonista
independiente, luchadora, y ama el espiritismo marialioncero y las artes
mágicas, pero no tiene un talento especial para ellas. Ese es uno de sus
grandes dramas; le apasiona algo para lo que posee una capacidad limitada; pero
lo compensa con su excelente puntería con las armas de fuego, su conocimiento
de las artes marciales, su agudeza y su inteligencia analítica”.
amorosa. Vive las relaciones humanas con intensidad, ternura y escepticismo. Lo
mejor y lo peor de su vida surgen de ese apasionamiento suyo con el que
enfrenta este caso que debe resolver en La
ola detenida. Un caso complicado porque deberá enfrentar peligrosos
pistoleros, grupos paramilitares, narcos, espías, servicios de inteligencia,
que intentarán impedir a toda costa que logre salvar a Begoña de Sotomayor, la
española que ha desaparecido en Caracas sin dejar rastro”.
Caracas, la ciudad que inspiró la historia
ahora la ciudad más peligrosa del mundo. Su porcentaje de homicidios, la
impunidad con que se cometen delitos, la participación absolutamente clara de
las fuerzas policiales y militares dentro de la criminalidad, la represión de
las protestas, la inoperancia de un poder judicial que no persigue a los
delincuentes sino a los adversarios políticos, todos esos elementos la
convierten en un lugar muy inseguro”.
la calle salvo en dos ocasiones: cuando hay que enterrar a un amigo o familiar
que han asesinado los delincuentes o los militares; y cuando vamos a despedir
al aeropuerto a algún ser querido que se marcha del país”.
de primera calidad. Granadas; fusiles de asalto que sólo deberían estar en
manos de las fuerzas armadas. No es complicado imaginarse cómo sucede ese trasvase
de armamento”.
delictivas ya existentes para crear grupos paramilitares llamados “colectivos”
que cumplen funciones de exterminio y persecución de las protestas contra el
régimen, y que también tienen toda una infraestructura vinculada al robo, el
secuestro y el tráfico de drogas”.
Macoutes de Duvalier, delincuentes que respaldaban aquella dictadura.
nivel de peligrosidad, pero nada comparable al infierno de este momento. Yo
crecí en un barrio popular, lleno de gente maravillosa, entrañable, pero
también caracterizado por su peligrosidad. Una zona de la ciudad donde ahora
mismo los taxis no se atreven a llevarme de noche. El caso es que los años en
los que yo viví y crecí allí, dentro de cierta medida vivimos una existencia
feliz, normal, en la que yo iba a fiestas, iba al cine, estudiaba, regresaba a
casa en la noche. Eso ahora es imposible”.
lugar maravilloso y especial. Era la ciudad soñada por personas del mundo
entero, y en sus calles se reunieron personas de todo el país, y también de
España, Portugal, Italia, Colombia, Argentina, Chile, Uruguay, Alemania,
Francia. La ciudad recibió a muchos migrantes económicos y a muchos exiliados políticos;
los recibió con generosidad, y era un lugar moderno, con movilidad social, con
proyección de futuro, con una educación pública de calidad, con excelentes
museos, orquestas musicales, espléndidas librerías. Todo eso se fue diluyendo
en los años noventa y saltó hecho pedazos en el 98 cuando los militares que
habían dado un golpe en el 92, formaron un partido político que retomó ese
poder que históricamente ellos han tenido en la vida venezolana”.
pero es una ciudad a la que no puedo dejar de amar, porque allí fue feliz y
allí fue feliz mucha gente. Espero que algo de ese resplandor se haya
conservado en sus calles”.
Título: La ola detenida
Editorial: HarperCollins Ibérica (Distribuye Ediciones Urano)
316 páginas
ISBN: 9788491391760
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