Por: Johann Page/Tomado de buensalvaje.com
Ocurre
al fin lo que todos tememos. En un lugar que podría ser cualquier región de
Latinoamérica, la sequía obliga a los hombres a desplazarse. El mundo, árido e
infértil, suplica por la lluvia, ahora solo sombra del recuerdo. Las
autoridades defienden como pueden las pocas reservas de agua restante: el
tesoro contemporáneo. En el ardor, un hombre de trágico pasado encuentra la
oportunidad de ayudar a una joven que agoniza. La duda emerge como un oasis en
la desolación. La humanidad que le resta le demanda ayudarla. Pero ello sería
arriesgar lo poco que le queda, a pesar de que eso mismo no sea nada.
al fin lo que todos tememos. En un lugar que podría ser cualquier región de
Latinoamérica, la sequía obliga a los hombres a desplazarse. El mundo, árido e
infértil, suplica por la lluvia, ahora solo sombra del recuerdo. Las
autoridades defienden como pueden las pocas reservas de agua restante: el
tesoro contemporáneo. En el ardor, un hombre de trágico pasado encuentra la
oportunidad de ayudar a una joven que agoniza. La duda emerge como un oasis en
la desolación. La humanidad que le resta le demanda ayudarla. Pero ello sería
arriesgar lo poco que le queda, a pesar de que eso mismo no sea nada.
A
caballo entre las historias apocalípticas de Mad Max, donde la
lucha por el combustible se vuelve tarea de supervivencia, y la ya
célebre La carretera, de Cormac McCarthy, historia de un hombre que
protege a su hijo de las amenazas de un mundo devastado, La sed, del colombiano Enrique Patiño, traslada las mismas
inquietudes que las obras que exploran la mirada al futuro imponen: la pronta
escasez de recursos y cómo sobrevivir sin ellos, las técnicas para el
escondite y la esperanza de un lugar mejor; las dudas morales que laceran el
espíritu de los hombres que buscan ayuda o quisieran brindarla. La aceptación
del fracaso y la desaparición inminente de la especie humana, con todo lo que
ello implica.
caballo entre las historias apocalípticas de Mad Max, donde la
lucha por el combustible se vuelve tarea de supervivencia, y la ya
célebre La carretera, de Cormac McCarthy, historia de un hombre que
protege a su hijo de las amenazas de un mundo devastado, La sed, del colombiano Enrique Patiño, traslada las mismas
inquietudes que las obras que exploran la mirada al futuro imponen: la pronta
escasez de recursos y cómo sobrevivir sin ellos, las técnicas para el
escondite y la esperanza de un lugar mejor; las dudas morales que laceran el
espíritu de los hombres que buscan ayuda o quisieran brindarla. La aceptación
del fracaso y la desaparición inminente de la especie humana, con todo lo que
ello implica.
La sed explora
(y supera) los recurrentes temores sobre las amenazas ecológicas, la
sobrexplotación de recursos naturales y nuestro lugar predador en el mundo.
Pero sobresale la mirada íntima de un personaje enfrentado a la duda moral de
extender la mano y comprometerse con alguien, símbolo del lazo humano. La
circunstancia de la sequía se vuelve entonces, al igual que en el terreno
devastado de La carretera, un marco de horror contra el que hay que
luchar, pero la verdadera escasez yace en el propio corazón de los hombres,
quienes no mueren de sed por falta de agua, mueren de vergüenza al saberse
solos sin haber dejado legado.
(y supera) los recurrentes temores sobre las amenazas ecológicas, la
sobrexplotación de recursos naturales y nuestro lugar predador en el mundo.
Pero sobresale la mirada íntima de un personaje enfrentado a la duda moral de
extender la mano y comprometerse con alguien, símbolo del lazo humano. La
circunstancia de la sequía se vuelve entonces, al igual que en el terreno
devastado de La carretera, un marco de horror contra el que hay que
luchar, pero la verdadera escasez yace en el propio corazón de los hombres,
quienes no mueren de sed por falta de agua, mueren de vergüenza al saberse
solos sin haber dejado legado.