Por: Julián Franco Ocampo
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Hubo dos momentos en mi vida que parecía ser iguales: Una mañana a principio de los años 90, esto fue alrededor de 1992, me encontraba en la habitación de un hotel, en una isla del caribe, mientras estaba de viaje con mis papás.
Todavía no teníamos MTV. Yo era un niño. En aquel hotel había un televisor que sintonizaba un canal de televisión musical, cuyo nombre era “Mor Music TV”. El canal de televisión se acababa de lanzar, y en la primera transmisión que recuerdo haber visto aquella mañana, aparecía un hombre parado en unas escaleras eléctricas, mientras cantaba, “Free Falling” …
Era Tom Petty. Recuerdo que mi padre se emocionó, y me explicó mientras su atención estaba en la pantalla de aquel televisor, quién era Tom Petty. Su explicación fue tan clara y reveladora, que me contagió con su entusiasmo, como si de repente estuviéramos viendo en la pantalla a Elvis.
No tarde mucho, cuando aquel viaje terminó, en indagar sobre aquel sujeto de pelo largo, rubio, que sujetaba una guitarra y cantaba de un modo que sin conocerlo, me parecía muy familiar.
Tom Petty me ha acompañado desde aquella mañana de 1992. Admiro su música. Ha sido un ejemplo. Mi adolescencia se fue mientras oía su música
En la colección de música de mi padre, había lo que podría definirse como un buen catálogo introductorio al mundo de Tom Petty. Su modo de cantar, interpretar la guitarra, y el sonido de su banda, me eran familiares. Yo había crecido oyendo con mi padre a Bob Dylan, de modo que su estilo tocó mi alma de inmediato, y creó un nexo que me acompañaría todos los años posteriores a aquella mañana de 1992.
La mañana del 3 de octubre de 2017, parecía ser igual, a aquella mañana de 1992. Finalmente, como había dicho, el sol salió por el mismo lado. Acostumbro, según dice mi esposa Natalia, a despertar feliz. Siempre despierto con ganas de hacer muchas cosas. Me encanta imaginar cuántas cosas podría llegar a hacer en un solo día. Tengo la costumbre de revisar mi teléfono móvil tan pronto despierto. Soy obsesivo con la hora. Siempre me gusta ver la hora al despertar. Veo la hora y hago un salto por las redes sociales.
Me encanta despertar y ver que algún músico publicó la noticia de un nuevo lanzamiento, o ver un nuevo concierto. Una nueva presentación. Trato de no contaminar mi cabeza con noticias. Eso lo dejo para después…
La cuenta oficial de Fleetwood Mac subió aquella mañana, eran alrededor de las 6:00 a.m., un video en donde se alcanzaba a ver a Stevie Nicks, junto a Tom Petty en una reciente presentación. La cuenta oficial invitaba a ver aquel video. Si leías desprevenido, como lo hice al principio, parecía un post inofensivo. Alcancé a esbozar una sonrisa: Me encanta Fleetwood Mac, adoro a Stevie Nicks, y además adoro a Tom Petty. Supuse que era una buena forma de comenzar el día, con mi esposa al lado, que aún dormía.
Algo no encajo en aquello que leí. Algo era anormal. Por mi cabeza pasó en fracciones de segundo una idea aterradora, pero de inmediato hubo una negación. La vida se llevó muy rápido a mis padres de mi lado. De mi padre aprendí el amor por la música, él fue mi mentor. De mi madre aprendí la fortaleza y la disciplina para enfrentar al mundo. Cuando ellos se fueron me dejaron la música. El amor a la música. Me dejaron a los músicos, a quienes cuando veo, recuerdo mi vida, como si pasara por el frente de mis ojos. Todos los momentos felices de mi vida, están atados a la música. La música de mis padres.
Sentía que Tom Petty se hacía las mismas preguntas que yo. No lo conocía. Nunca lo conocí, pero en mi vida he vivido cosas muy dolorosas, y su música me ha consolado
Tom Petty, forma parte de ese mundo. Me ha acompañado desde aquella mañana de 1992. Admiro su música. Ha sido un ejemplo. Mi adolescencia se fue mientras oía su música. Cuando estaba en la universidad, tenía un Volkswagen GTI de 1981 que me regaló mi padre. En el radio se podían oír cassettes, y tenía el cassette de Tom Petty & The Heartbreakers. Me estacionaba cerca de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y por entre los parlantes rotos de aquel Volkswagen, sonaba la guitarra de Mike Campbell.
Mi padre me decía que Bob Dylan era la conciencia de los Estados Unidos. Él hablaba a las multitudes. Era capaz de movilizar grandes puñados de gente. Movió generaciones. Me era difícil entenderlo. Yo era solo un niño.
Había algo en Tom Petty que me identificaba. Es probable que él también le hablara a las generaciones, moviera masas. No lo sé. Tal vez. Pero Tom Petty hablaba de cosas que yo sentía todos los días. Esos sentimientos con los que vivimos. Amor, alegría, tristeza, despecho, odio, rabia, celos, preocupación, incertidumbre. Sentía que Tom Petty se hacía las mismas preguntas que yo. No lo conocía. Nunca lo conocí, pero en mi vida he vivido cosas muy dolorosas, y su música me ha consolado. Me ha visto crecer. Me ha visto convertirme en un hombre. Si entras a mi estudio de grabación, lo primero que verás será una fotografía de Tom Petty de la época de “Long After Dark”.
Me identifican sus ideas, yo también odio la banalización de la música. Yo también odio los playlist, y también odio los archivos en MP3: Los músicos trabajamos para lograr un buen sonido. Un sonido de alta calidad. Un sonido HI-FI. Yo he invertido mucho dinero para lograr esa calidad. Esa calidad que quiero transmitir a quien oye un CD hecho por mí. ¿Por qué voy a querer que tu lo oigas con menor calidad? Eso me obsesiona.
La música es arte. El mismo arte que hizo Elvis, el mismo arte que hizo Dylan. El mismo arte que hicieron The Beatles, U2, Petty, Zeppelin. Todos. Sigamos tratando la música con el respeto que merece. Es una manifestación, no un vehículo para volverse rico, denigrar y ofender.
Tom Petty me enseñó a seguir creyendo en la música, a querer ser mejor cada día, a levantarme después de caerme y como él decía, aún el mundo queriendo suprimirme, y absorverme, no me voy a dejar. Siempre hay que seguir adelante.
Si observas una entrevista de Tom Petty de hace 30 años, o una entrevista de la semana pasada, te darás cuenta que siempre fue él mismo. Nunca cambiaron sus ideales. Eso mismo quiero que ocurra conmigo. Es la promesa que me hago hoy…
“I Won´t Back Down”
Tom Petty, Full Moon, 1989.
*JULIÁN FRANCO OCAMPO.
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