Vida que olvida

Por: Ricardo Arturo Ríos T./ Corresponsal L y L en Ciudad de Panamá. Después de sentir intensa emoción al leer Barrio Negro de Georges Simenon con sus cromáticas pinceladas de la ciudad atlántica de Colón, Justo Arroyo me sorprende con una narración que me hizo caminar, otra vez, por el lluvioso Colón de mi infancia y recordar cuando hice el tercer grado en la escuela primaria República del Uruguay. El autor panameño más consistente y que se crece con cada nueva obra, lo es sin duda el creador de Vida que olvida . Justo Arroyo se renueva temáticamente a la par que mejora también su calidad estilística. 
Justo Arroyo en Vida que olvida, traza con sensibilidad patriótica el itinerario de un país sometido por las águilas imperiales durante el período que va de l885 a l939. Narra cuando el bogotano Pedro Regalado llega desde Cartagena a Colón, con su hermosa negra Antonia. Son los tiempos de Pedro Prestán, el revolucionario que tuvo la osadía de enfrentar a un engreído cónsul estadounidense. Simultáneamente le toca vivir el fracaso del Canal Francés y el surgimiento del Coloso del Norte. 
Pedro Regalado se indigna al repetirse el crimen de Prestán con el fusilamiento de Victoriano Lorenzo. Surge el 3 de noviembre de l903 y él, siempre bogotano, rechaza el Acto Separatista. Son los tiempos del Panamá Cede y de la Zona del Canal con su odiosa discriminación y arrogancia imperial, somos otro estado gringo en pleno centro del Istmo. Se multiplican las intervenciones del Gran Garrote ante cualquier incidente como el de La Tajada de Sandía. Pedro Regalado sufre la invasión de Coto por Costa Rica en 1921. Se identifica con el Movimiento Inquilinario de 1925 y se asombra ante la Revolución de Tule de los indígenas de San Blas y el golpe de estado del dos de enero de l931 por Acción Comunal. 
Justo Arroyo con tonos contrastantes describe las festividades del Cristo Negro, el Naza de Portobelo. El Naza deslumbra con un rostro que intimida, su mirada te penetra el alma. Palpitas con la devoción colectiva y haces el sendero de la redención con una multitud enloquecida de fe. 
Pedro Regalado es un personaje de contrastes, es un anacronismo viviente, es “una mecha ambulante en espera de su chispa”. Se niega a reconocer que Panamá ya no es un departamento de Colombia. Mientras Antonia, su esposa, se siente señora en una sociedad multiétnica y policultural. Pedro se desconcierta ante los traumas de sus hijas Aminta, Nicolaza y Martina. Son “un cielo negro, gris y azul”. La vida es más paradójica que sus deseos paternales. Y Justo Arroyo con la precisión del egipcio Naguib Mahfouz, un cirujano de almas, confronta las historias personales de tres mujeres distintas. 
El autor nos introduce en una intensa trama con una prosa que tiene olores y sonidos, sudor, lágrimas, golpes y mucho aguardiente. Justo es el escritor que madura con sus aciertos literarios, como lo hace la República cuando se libera de sus prisiones contractuales. Vida que olvida es la novela que le da la bienvenida a la celebración de un siglo de afirmaciones patrióticas, de una Nación que ejerce jurisdiccionalmente su soberanía en todo su territorio. Es la cálida narración que nos enorgullece al afirmar nuestro sentido de pertenencia pues se remonta a cinco siglos de ese proceso vivencial de hacer Patria común. 
Referencia Bibliográfica: Arroyo, Justo. Vida que olvida/ Cali: Alfaguara, 2001. 254p. 
Nota. La reseña está incluida en Musas del Centenario. La obra puede consultarse en la Biblioteca Nacional, está agotada.

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