Andrés M. Muñoz: “A mí me parece que las posturas radicales no contribuyen a las vindicaciones sociales¨

Andrés Mauricio Muñoz. Foto tomada del facebook del autor.

Por: Juan Camilo Rincón*/ Bogotá.

A propósito del lanzamiento
del nuevo libro de Andrés Mauricio Muñoz,
titulado Las margaritas. Historia de un
hombre minúsculo
, Libros & Letras
comparte con sus lectores una breve entrevista con el escritor payanés.
Se trata de una novela intimista
en la que Muñoz retrata con gran
calidad la experiencia cotidiana del amor y los desencuentros, las relaciones
fallidas y la búsqueda de la reivindicación, el desbalance en las interacciones
cotidianas entre hombres y mujeres, y la necesidad urgente de encontrar el
solaz en una vida con el otro pese a las derrotas.   
Manuel Rosero retoma su pasado para
comprender el presente y, de alguna manera, intentar sanarlo. ¿Por qué, desde
allí, se asume como víctima y no como culpable?
Él
se asume como víctima por dos razones fundamentales. La primera es que, aunque
dice reconocer la importancia de las vindicaciones sociales en torno a un
modelo patriarcal que deriva en inequidades en cuanto a la mujer, le parece que
su pareja no es la más indicada para ondear esas banderas. La segunda es que él
mismo, desde pequeño, a raíz de un loncherazo que le propinó su mejor amiga,
llamada Margarita, cuando estaban en kínder, se ha sentido incomprendido por
las mujeres. Por eso todas con las que ha interactuado, comenzando por su
madre, cuya relación es abiertamente fallida, le parece que son una
continuación de la primera Margarita, empeñadas en atravesarse de mala manera
en su camino. Pero ese retorno a su pasado no es del todo infértil, porque esto
lo lleva descubrir que el machismo lo ha rodeado desde niño, en su propia
familia, en su grupo de amigos de infancia, en la historia misma de una de sus
profesoras del jardín.
¿Cómo encontrar un punto medio
respecto a los asuntos de género, donde puedan converger mujeres y hombres, aun
desde sus posturas más radicales?
A mí
me parece que las posturas radicales no contribuyen a las vindicaciones
sociales; pero aun así, aunque nos parezcan nocivas, operan de alguna manera
como opera la quimioterapia en los pacientes con cáncer, en el sentido de
aniquilar las células enfermas, aunque en su devastación arruinen también
tejidos sanos. Es una apuesta que debemos asumir como sociedad, pero mucho
mejor si conseguimos encararla de la mejor manera posible, haciendo de esta
lucha una construcción cotidiana y colectiva. Es eso o dejarnos morir, lo cual
sería un desatino que no tiene relación con el momento histórico que nos tocó
vivir.
¿Por qué es el amor un tema vigente
en pleno siglo XXI, cuando se le ha desmitificado tanto?
El
amor siempre será vigente, en el sentido de que es inherente a nuestra
naturaleza. Se podrá desmitificar, revaluar o confrontar, pero nunca dejará de
ser una experiencia de vida que cada quien asume como mejor le resulta. No
existe una verdad absoluta ni instrucciones para amar o ser amado. Incluso es
justo eso lo que aflige tanto a Rosero. Conoce a las mujeres, piensa como
piensan ellas, sabe advertir estados de ánimo sutilmente alterados, pero no
sabe cómo hacerse amar. Ese desconocimiento lo perturba, esa pieza que le falta
al eslabón, ese no inferir cómo echar a andar el mecanismo conociendo todo el
engranaje, habiéndolo estudiado con una meticulosidad obscena, como concluye en
la novela Roberto, que es su mejor amigo.




Con estas fronteras entre lo real y lo virtual tenemos que aprender a amar sin naufragar, salir airosos aunque nos toque después pararnos frente al espejo para comprobar los destrozos.



¿Cuál es la fórmula para enfrentarse
al fracaso amoroso en estos tiempos de la inmediatez, la sobreexposición y
Tinder?
No
existen fórmulas para el amor, como tampoco para el desamor, lo que
paradójicamente deja sobre la mesa lo más parecido a una fórmula: no
impostarse. Las redes sociales, Tinder, el dinamismo de estas sociedades 3.0
configuran a diario plataformas cada vez más sofisticadas para la impostación.
Cada vez pierden más validez nuestras formas más genuinas, así que nos vemos
abocados a ensayar otras versiones de nosotros mismos. Con estas fronteras
entre lo real y lo virtual tenemos que aprender a amar sin naufragar, salir
airosos aunque nos toque después pararnos frente al espejo para comprobar los
destrozos.







JUAN CAMILO RINCÓN*
Periodista
y escritor. Autor, entre otros de libros de Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y
Colombia
 (Libros & Letras, 2014), Viaje al corazón de Cortázar (Libros
& Letras, 2015) y Nuestra memoria es
para siempre
(Fundación Patrimonio Fílmico, 2017).





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