Considerado uno de los dramaturgos contemporáneos más importantes de Estados Unidos, Sam Shepard falleció el pasado 30 de Julio a los 73 años. Durante su carrera profesional también se destacó como escritor y publicó varios libros de poesía, relatos y monólogos.
Por: Carlos García Ruiz*
Querido Sam,
Te escribo estas líneas como despedida esperando que te vaya muy bien en ese más allá tan cercano a todos nosotros. Nunca pudimos conocernos y me hubiera gustado mucho, de verdad. Sé que tenías cierta vinculación con España, incluso hiciste Blackthorne con el director español Mateo Gil, en esa peli eras Butch Cassidy, Sam, el jodido Butch Cassidy, el que hizo Paul Newman en 1969 en Butch Cassidy and the Sundance Kid, dos putas leyendas encarnando a otra. Pero vale, ya todo acabó, te vas y ya sólo queda despedirnos sin habernos conocido, no importa, quedan los libros, tus palabras y las horas leyendo. En realidad no es demasiado, nunca lo fue, pero con eso me conformo, por ahora.
Siempre me imaginaba que vivirías en una habitación barata de motel al borde del desierto de Mojave. Aunque sé que no era así, que vivías en una gran mansión en Los Ángeles porque tu carrera como actor te dio buenos frutos, pero ya sabes, la imaginación corre en paralelo a las creaciones y a los personajes ficticios. Fool for love, Sam, Fool for love, que pedazo obra, es la puta ostia consagrada y bendita por un sacerdote asmático un domingo de pascua lluvioso. No te imaginas la de veces que la he leído y la de veces que la he mandado leer: a mis amigos, a mis alumnos boquiabiertos, a mis enemigos acerrimos, a mis jefes somnolientos, a los espíritus perdidos, a los idiotas que creen en la salvación, a las señoras tristes de la limpieza, a las putas viejas de la calle Montera, a los alumnos del real colegio de sordomudos, a los yonkis del dos de mayo, a los mineros del carbón que tosen sangre, a los camioneros que transportan inmigrantes asfixiados, a los porteros de la escuela de ingenieros, a las señoras que plantan crisantemos, a los soldados que violan niñas en Siria, y también a las reinas de belleza con tetas operadas; a todo el mundo, Sam, todos deberían leer tu puta obra, todos, sin distinción. Porque sin leer Fool for love, sólo seremos muñequitos de feria carcomidos por el olor que nace de los sobacos sudados por intelectuales carpetovetónicos que toman café con galletitas a las cuatro de la tarde. Y porque debemos ser personajes completos y complejos, Sam, esa es la cuestión, personajes que fluyeron con la dignidad aplastada entre el siglo XX y este siglo XXI que nos mandara a todos a la mierda dos calles más abajo.
Personajes como esa May que modelaste para “Fool for love”, joder, Sam, joder, me parecía la mujer más sexy, apetecible y atormentada del mundo. De verdad, soñé con ella muchas veces, sueños de cama deshecha, sueños húmedos, tú ya sabes de lo que hablo. Y luego me encuentro que Robert Altman y tú elegisteis a Kim Bassinger para la película: la ostia puta Sam, la Kim Bassinger de los ochenta, un puto cañón, una mujer follable hasta reventar de asco, la foto de poster que todos deseábamos, el blanco de nuestras masturbaciones adolescentes, pero no, Sam, ella no era May. Y no digo que sea una buena o mala actriz, eso no, pero en aquel momento no encajó en la idea que yo tenía de May, Sam. Lo siento.
MAY – Hueles.
EDDIE – Huelo.
MAY – Hueles.
EDDIE – Llevo varios días conduciendo.
MAY – Te huelen los dedos.
EDDIE – A caballo.
MAY – A coño.
A eso me refiero, Sam, Kim Bassinger nunca diría esas líneas con una intención tan devastadora y cínica, pero al tiempo dibujando un componente tan sexy de fondo. No sé, quizá no existe el personaje ideal, supongo que sólo existe en una sinapsis perfecta del escritor y para de contar. Esto de la creación es así, en realidad una enorme cagada, bueno, disculpa, yo no soy nadie para explicarte estas cosas, tú lo manejas mejor que yo. Yo sólo soy una consecuencia pequeñita más de tus palabras.
Y luego está Eddie, que eres tú mismo, o por lo menos así lo hiciste en la película. Y te queda bien, esa sensación de aburrimiento perpetuo y de “Sehnsucht” romántico que cargas en la espalda era perfecta para Eddie. No dejaste pasar la ocasión y lo interpretaste tú, y fue genial. A mí me gustó, a los pedorros de los críticos no demasiado, ¿pero sabes algo? Que les den por el culo, esos chupapollas no entienden nada.
MAY – ¡Ahora ya no hay nada entre nosotros!
EDDIE – Entonces, ¿por qué estás tan excitada?
MAY – No estoy excitada.
EDDIE – Estás fuera de ti.
MAY – Me estás volviendo loca. ¡Me estás volviendo completamente loca!
EDDIE Sabes que estamos conectados el uno al otro, May, y que siempre lo estaremos. Es algo que se decidió hace mucho tiempo.
Eddie es un puto gigante que llega para convertirse en un niño perdido y miedoso, de esos que no quieren reconocer sus limitaciones y hacen el idiota intentando ocultarlas. Sólo es un personaje, Sam, uno más, no eres tú, con esto no quiero decir que tú seas así, al contrario, tú eres él porque lo dominas y lo creas, pero en el fondo no eres tú. Es un personaje, ya sabes lo que dicen, un ángulo más de todo lo que somos pero no comprendemos y por eso lo ponemos por escrito, para intentar entendernos a nosotros mismos desde ellos. Una puta catarsis, es eso. Menudo lío, Sam, ya lo decía Freud cuando hablaba de… ¿sabes? Me importa un culo Freud, que se joda.
A la mitad de la obra aparece Martin. No es mal tipo, me cae bien, pero no pasa más allá. Es plano. Me parece el tonto del pueblo al lado de Eddie, quizá eso era lo que querías hacer, ¿no? Dejar a Martin como un estúpido, como la tabla de salvación de la vida decente para May, sí, joder, eres un puto perro muy listo, Sam. Esas son las cosas que admiro de un escritor, que sabe dónde colocar el meollo del tema y en el momento justo. En Fool for love está en la imposible escapada de May hacia una vida mejor, que es lo que trae Martin entre las piernas, una vida “normal”.
MARTIN – ¿Y por qué discutíais?
EDDIE – Discutíamos si eras realmente un hombre o no. ¿Sabes?, si eras un «hombre» o sólo un «tío».
(Pausa. MARTIN mira a MAY. MAY sonríe amablemente. MARTIN vuelve a mirar a EDDIE.)
EDDIE – Verás, ella dice que eres un hombre. Así te llama, un «hombre». ¿Lo sabías? Pues así es como te llama.
MARTIN (Vuelve a mirar a MAY) – No.
MAY – Jamás te he llamado nada despreciativo, Martin, no te preocupes.
MARTIN – No me preocupa. Me da igual.
No sé, no puedo quitarme de la cabeza la imagen de idiota de Martin. ¿Tú qué opinas, Sam? ¿Será que es un idiota o sólo es mi sensación? Quizá él era la única opción para que May salga de esa vida en círculos que vive alrededor e Eddie. Si ella no se va con él, sería condenarla a vivir siempre encadenada a esa basura de lugar y esperando los caprichos de Eddie. No sé, Sam, las cosas del amor, el sexo y las querencias son tas raritas que es difícil predecir algo con seguridad. Son tus personajes, tú sabrás qué querías hacer con ellos. O a lo mejor no, tampoco me extrañaría.
Y al final está el Viejo, que en realidad está desde el principio. Pero está sin estar, esa sí que es buena: está sin estar. ¿Qué coño querías hacer con el Viejo, Sam?
VIEJO (Señalando el espacio vacío, a la izquierda) – ¿Ves ese cuadro de ahí? ¿Lo ves? ¿Sabes quién es? Esa es la mujer de mis sueños. Es ella. Y es mía. Toda mía. Para siempre.
El Viejo habla poco, muy poco, pero es tan importante como la lluvia en Etiopía o como la lengua de una pelirroja cuando te la mama. Y él tiene la llave final, la clave de todo, y siempre estuvo allí, observando, pensando, pululando, estaba allí, como siempre estuvo corriendo por la sangre de Eddie y May. Buena jugada, Sam, muy buena. Eres la ostia.
Quiero que sepas que dejas un vacío muy grande, Sam, y vaya mierda de frase: “dejas un vacío muy grande”; para estas ocasiones está tan chupada como las tetas de mi exmujer cuando me separé, y no hablo de mí, tú ya sabes… El caso es que es una putada para todos los que nos dedicamos a esto del teatro, ahora debemos seguir tu estela y mejorar lo que has dejado como legado. Que cabrón eres, Sam, sabías que pocos podrían estar a tu altura, pero debemos estarlo, y debemos trabajar para estar lo más cercano posible a todo lo que nos has dejado entre libros y sobre un escenario. Tenemos un gran trabajo por delante, que gran responsabilidad, Sam, sólo somos hojitas que se mueven al viento caprichoso de las tablas y la imaginación del escenario. Necesitamos voces fuertes, voces que marquen el camino, voces como la tuya, Sam, voces que no se apaguen de repente un día de julio sin avisar y sin dejar marcado en el puñetero google maps el lugar donde enterraste el tesoro. Eres un jodido hijo de puta, Sam, estuviste con Jessica Lange casi treinta años pero eso no fue suficiente, con Jessica Lange, Jessica Lange, la de El cartero siempre llama dos veces, la que se tira a Jack Nicholson encima de la mesa de hacer el pan, pedazo de cabrón… no fue suficiente, lo sé, tú eres así, sé que ahora te perderás con May en algún lugar polvoriento y lejano del desierto de Mojave y no parareis de follar por toda la eternidad, autor y personaje juntos para siempre, ¿qué más puede pedir un escritor?
Y por mi parte, poco más puedo decirte, Sam. Te considero un maestro, eres uno de los que ha vivido junto a mí, un contemporáneo a mí, cruzamos juntos el cambio de siglo, y de todos esos maestros actuales que flotan en mi memoria, eres el primero que se va, el primero de los que yo pensaba serían eternos. Ha sido una enseñanza muy dura, Sam, muy dura. Aun así, gracias por todo, muchas gracias, Sam. Te echaré de menos; pero qué putada, colega, que putada. Nunca te conocí y hubiese sido fantástico, hubiese tenido un orgasmo caliente allí mismo, delante de ti, ridículo, ¿verdad? Me acercaría al umbral de tu imposible casa rodante, llamaría a la puerta, y al aparecer enfundado en tus botas de cowboy embarradas; joder, me emociono al pensarlo, Sam… diría, diría algo así: “Hi, Mr. Shepard. I´m a playwriter and a poet from Spain, just like you. I love “Fool for love”, and I´m here to say hello”. Y seguro que después de un par de segundos en silencio mirándome, reventarías a reír.
Descansa en paz, Sam.
(Sam Shepard, 5 de noviembre de 1943 – 30 de julio de 2017.)
La buena suerte
consiste en caer
del lado izquierdo
del Azar
La buena suerte
consiste en caer
más allá de mi cabeza
La buena suerte
consiste en estrellarse
contra los árboles
Todo el mundo se queja
*Carlos García Ruiz.
Director del Programa de Arte Dramático de la Universidad El Bosque.
Autor del poemario Hotel Desierto, Editorial Oveja Negra, 2017.