Bogotá. Dasso Saldívar, el primer biógrafo de Gabriel García Márquez, es uno de los invitados especiales a la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en donde presentará su primera novela, Los soles de Amalfi. El autor dialogará con el periodista Carlos Restrepo, el próximo Domingo 26 de Abril, a las 3:00 p.m., en el Salón León De Greiff, Corferias.
Dasso Saldívar presenta su novela en la Feria del Libro de Bogotá

No. 7.042, Bogotá, Miércoles 22 de Abril del 2015
En esta obra, Saldívar rememora su infancia enmarcada por la agitada situación política y social de los años 50 en su tierra natal, Amalfi.
En el siguiente texto del autor en el que habla de la influencia de Gabo en su novela.
La novela está siendo recibida de muy diversas maneras, pero cada quien se queda con la que más le llega, pues, según dice mi editor Pere Sureda, leerla es como pelar una cebolla, donde cada capa corresponde a una novela distinta o a un nivel de distinta realidad y sensibilidad.
Algunos lectores y críticos piensan que yo he recreado el asombro de mi infancia mediante el realismo mágico de García Márquez. Pero si se mira bien, no es tanto el realismo mágico, sino el realismo fantástico, y a veces fabuloso, entreverado con una visión poética de la vida y de las cosas.
No niego lo mágico, la influencia de mi maestro, pero eso es algo episódico, no esencial ni vertebral, como si lo es lo fantástico. Y lo fantástico está dado en Los soles de Amalfi no sólo por el hecho de que haya fantasmas, toda la novela está llena de ellos, sino sobre todo porque es un trabajo de la memoria o desde la memoria de la infancia, y la memoria, como bien señaló Borges, es “una forma de la literatura fantástica”.
Por lo demás, pienso que si a alguien me parezco en esta novela es a Rulfo (aunque de forma distinta, mi novela está llena de ánimas como el mismo Pedro páramo, y “Nos han dado la tierra” y “Luvina” fueron dos de mis mayores fuentes de inspiración), aAurelio Arturo y a Alberto Caeiro. Tampoco niego una cierta influencia de la Epopeya de Gilgamesh, de los Himnos Védicos, de la Odisea, de Los trabajos y los días y de las Geórgicas. Pero la lista no termina con los nombres y los títulos citados, porque un escritor se alimenta no sólo de todo lo que vive, sino también de todo lo que lee.