Entrevista con el escritor José Acevedo

No. 7642 Bogotá, Martes 24 de Enero de 2017 


Mientras unos dan plomo, nosotros damos pluma
Jorge Consuegra

“Todo es cambiable y convertible más allá de las estructuras creadas”

Por: Óscar Hernández

El autor del libro Metamorfosis y otros relatos (Ediciones Carena) comparte sus gustos, su identificación con los temas de Federico García Lorca, su necesidad de creer en el cambio, su visión del arte y su ubicación ante la narrativa andaluza. Trabajador social de profesión, el escritor sevillano se encuentra de gira por el territorio español para presentar una obra que habla de la necesidad de transformación que palpita en una persona. En el marco de su recorrido por Andalucía, el 18 de febrero se presentará en la Fnac de Sevilla y el 11 de marzo en la librería Picasso de Granada.

-¿De qué Andalucía bebe un escritor sevillano para construir su obra?

-Andalucía es una tierra que, tradicionalmente, tiene una forma de ver y vivir diferente a otros territorios. Andalucía contempla y vive la realidad de una forma barroca, como un realismo pesimista contra el que no se puede luchar, que nos viene impuesto y dado por la propia configuración de la naturaleza y del ser humano. En ese contexto, del que nuestros máximos exponentes son la poesía, el flamenco o las propias artes figurativas, se construyen universos literarios donde cada persona traduce esa tradición en un mundo personal, en un contexto de tiempo y espacio determinado.

Mi Andalucía no podía ser menos, pero la mía son las tres ciudades a las que, por motivos de mi propia naturaleza, me he sentido más apegado. La belleza, la tragedia humana contemplada como algo natural, el amor en toda su expresión, la luz que impregna todos nuestros paisajes, el carpe diem andaluz (vivir al día sin pensar que nos puede suceder mañana, porque algo tendrá que ocurrir, no pienses y vive el momento)… son elementos que aparecen y dan forma a mi literatura habitualmente en contextos urbanos, porque siempre me he considerado una persona enamorada de los contextos urbanos.

-¿Cuál es la situación actual de la literatura en Andalucía?

-Nunca he estado muy apegado a la literatura andaluza, más allá de los autores que todos conocemos: Muñoz Molina, Caballero Bonald, García Montero, Eduardo Mendicutti o Felipe Benitez Reyes. Y nunca me he sentido cercano a la literatura andaluza por una sencilla razón. Andalucía es tierra de poesía, he nacido en una ciudad donde el denominador común era la poesía (Cernuda, Machado, Alexandre, Bécquer), en cambio, nunca me he sentido atraído por ella. Sé que actualmente vuelve a existir un boom por la poesía en esta tierra, pero hay un vacío absoluto en torno a la narrativa, como si los narradores andaluces fueran personajes anónimos, fuesen náufragos que siguen un camino desconocido en busca de un rumbo del que desconocen su destino. Igual que sí existe esa cultura poética andaluza, círculos que se reúnen habitualmente para compartir sus versos, no ocurre lo mismo con la novela o el relato, como si estos géneros se cultivaran más allá en exclusividad en Madrid o Barcelona. Tal vez por eso, como narrador, no piense la tierra más que como un paisaje que alimenta mis textos, más allá de la realidad que fluye culturalmente en su territorio.

-La metamorfosis es el tema de su nueva obra, usted habla de transformaciones humanas. ¿Cómo afectan las metamorfosis arquitectónicas a las personas y a los personajes de sus historias?
-Yo hablo de transformaciones, de una visión inconformista de la vida. Y en este tema sí me alejo de la idiosincrasia andaluza. Somos lo que somos por una cultura y contextos determinados, pero no por ello podemos permanecer en un absoluto conservadurismo y pesimismo vital. La vida fluye, es capaz de transformarla y transformarnos. En esta dialéctica el fluir y el permanecer, mis personajes abogan por conquistar otros mañanas, que siendo posibles, satisfaga su existencia como persona. Esta triste permanecer apegado a algo que no nos satisface, sobre todo cuando solamente disponemos de una oportunidad para vivir. Esto es metamorfosis. Todo es cambiable y convertible más allá de las estructuras creadas, de las imposiciones, sin otro límite que el respeto a la libertad de las demás personas que nos rodean.

-Encuentro en sus declaraciones una observación social, ¿qué aporta la ficción a la realidad de las personas?

-La ficción habitualmente ha aportado una forma de evasión. Las personas leen una novela o van a ver una película para salirse de su realidad por unas horas y vivir la vida de otro, a ser posible, una vida que permita ver más allá de los presentes, hacia un futuro menos oscuro y más prometedor, como si estuviéramos buscando respuestas a nuestras vidas. Siempre ha sido así y seguirá siendo así, pero lo que yo pretendo en mis páginas, es hacer ver a esas personas, que esa metamorfosis, ese cambio deseado es posible, existe vida más allá de la que tenemos, puede que mejor, o no. Pero si ese presente nos transtorna, echarle un poco de valor para abrir otra puerta no supone la pérdida de nada que sea importante. Si queremos huir, huyamos. Si queremos quedarnos con lo que tenemos, conservémoslo. A partir de ahí, Metamorfosis no es más que una visión de realidades y universos diferentes, presentes, pero transformables, dibujando un mañana posiblemente en color, frente a un presente, del que huimos, en blanco y negro.

-¿Conoce el trabajo literario de los jóvenes? ¿Puede dar nombres?

-Siempre he sido una persona diferente en mis gustos literarios, al decir diferente, hablo de poco convencional. Siempre he intentado indagar universos alejados de la cultura impuesta y comercial, de la que sale en revistas de gran difusión, o de la que habla todo el mundo. Tengo mis autores y exploro a través de ellos, uno me lleva a otro. También las personas que me conocen bien, me suelen aconsejar una lectura u otra. Al margen de mi predilección por la literatura francesa, a la que conocí joven y que me llevó al descubrimiento, tal vez, de la mejor narrativa en prosa; de ella salté a la norteamericana, donde autores como Denis Cooper, A.M. Homes, John Fante, Jeffrey Eugenides, Coupland, Auster… se han convertido en mi universo literario. Sí debo destacar algún descubrimiento último, un libro que sí me impactó recientemente, «La casa de hojas» de Danielewski.

-¿Qué comparte usted con García Lorca además de la tierra andaluza?

-Antes he hablado de mi lejanía respecto de la poesía, pero si hay algún poeta con el que me siento identificado es con Lorca. Todos sabemos cuál es la temática de su obra: la frustración, el amor, la muerte, el tiempo y los paisajes. Sin duda, e inconscientemente, no sé si lo dará la tierra, son los temas en los que redunda una y otra vez cada uno de mis libros, evidentemente en contextos diferentes, desde ópticas diversas y a través de un instrumento literario también distinto. La frustración del ser humano por ser cómo es, pero con toda su libertad para metamorfosearse cuando tenga el valor de poder hacerlo; el amor, como el motor único que debe gobernar el mundo; la muerte, que es el destino irremediable a la que nos conduce nuestro camino; el tiempo que se nos va sin querer, sin pretenderlo, al que nos agarramos sabiendo que el concluye y el mañana no sabemos. Es la lucha constante entre seguir viviendo, seguir sintiéndonos jóvenes, invadidos e inundados por el amor que perseguimos como única compañía posible… Todo ello en un contexto, el que nos rodea, que en mi caso está rodeado de las playas de Cádiz, o de las callejuelas de los centros urbanos de Cádiz y Sevilla. Son consecuencias diferentes, visiones distintas de la realidad, utilizando elementos comunes



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