¿Cuántas veces escuchamos decir que la escritura de un libro se asemeja a emprender un viaje? Intuyo que Fulvio de Col tuvo muy presente esa máxima a la hora de escribir El vagabundo de los siete mares. En sus páginas derramó buena parte de su experiencia de décadas como tripulante de cruceros: infinidad de puertos en decenas de países, barcos de todo tipo, amores, sinsabores, historias inolvidables en playas paradisíacas y en la opresiva Unión Soviética, en hoteles de lujo y en bares de mala muerte… De Col todo lo describe con espontaneidad y frescura, pero también con el deseo de que el lector comprenda que el buen viajero también tiene responsabilidades y obligaciones. El vagabundo de los siete mares es un libro de memorias y de aventuras, pero por sobre todas las cosas es un libro apasionante y revelador que nos revela lo que los pasajeros muchas veces no queremos ni podemos ver.
—Cuénteme sobre el preciso momento en que sintió que tantas aventuras vividas no debían permanecer por siempre en su mente sino ser volcadas a un libro.
Comencé a pensar en la posibilidad de poner tantas historias y experiencias en papel cuando dejé de trabajar en los barcos y me casé, eso fue en 1985. Pero por una cosa o por otra no me decidía a hacerlo. Supongo que la razón de tanta espera fue que todo lo que tenía en mi mente precisaba un tiempo de reposo, de maduración. Y fue en 2020 cuando me decidí a lanzarme a la aventura de escribir. No me arrepiento: escribir este libro fue uno de los viajes más apasionantes de toda mi vida. Y me alegra descubrir que son muchos los lectores que lo viven de igual manera.
—El vagabundo de los siete mares es mucho más que una sucesión de recuerdos de sus recorridos por puertos, países y continentes. También tiene algo de retrato de una época. En lo que a mi país se refiere, es estremecedor su retrato de Buenos Aires en plena dictadura, y lo mismo podríamos decir de su desembarco en la Unión Soviética. En ese tiempo, ¿era usted consciente de cuán excepcional era su vida?
Cuando lectores como usted me recuerdan por todo lo que pasé, sí me doy cuenta de que mi vida fue de veras excepcional. Pero en el momento uno tal vez no sea consciente de todo lo que está experimentando. Cuando se es joven y se lleva esa vida tan particular que llevamos los tripulantes de los barcos, es difícil detenerse a analizar cuán maravillosamente particular es nuestra vida. Recién con el correr de los años fui consciente de todo lo vivido.
Vagabundo de los siete mares, Fulvio de Col (193 páginas), Snow Fountain Press.
www.amazon.com/-/es/Fulvio-Col/dp/1951484967
—Usted nació en una ciudad marítima por excelencia: Venecia. ¿Cree que su lugar de nacimiento influyó en su destino?
Venecia, como es inevitable, siempre me inspiró. Es imposible nacer en Venecia y no tener la atención puesta en el mar, en el horizonte. ¿Y cómo olvidar que Venecia es, entre tantas otras cosas, también la ciudad de nacimiento de Marco Polo? Siempre me sentí muy identificado con él y sus ansias de viajar, de recorrer, de explorar el mundo, de buscar aventuras y conocimientos. Sí, sin dudas que Venecia fue mi inspiración para viajar. Tengo muchas ganas de regresar a ella, ya que cuando partí yo apenas contaba con trece años de edad, y nunca más volví.
—Usted le propone a los lectores que a la hora de viajar practiquen lo que podríamos llamar un “turismo responsable”. Que no se limiten tan solo al disfrute y al ocio sino que también indaguen en la cultura y en la historia de sus destinos. Esto es muy significativo en destinos como el Caribe, con su mixtura de paraíso e injusticias sociales, ¿no es así?
Eso es cierto. Yo siempre fomento que cuando uno visita otro país siempre vea las dos caras de la moneda; o sea, lo bueno y lo no tan bueno del lugar. Ese es el modo de poder comparar y apreciar. Las vacaciones tienen como objetivo principal el descanso y el entretenimiento, pero también pueden ser un espacio para el aprendizaje, para el descubrimiento, para generar empatía con otras culturas y modos de vida, para aprender historia, geografía y costumbres. El buen viajero debe disfrutar, pero también animarse a descubrir qué se esconde tras el decorado brillante que tiene ante sus ojos.
—Fueron innumerables los destinos, las amistades, las anécdotas… Ahora que todo eso quedó atrás, dígame una cosa de la que se enorgullece y una cosa de la que se arrepiente.
Déjeme pensar… Lo que me enorgullece de mi vida en altamar es que a una muy corta edad pude acceder a innumerables enseñanzas y experiencias. Y ellas fueron mi mayor educación, mi universidad. Cuando tienes la posibilidad de amanecer cada mañana en una ciudad diferente y te preocupas por tener tus ojos bien abiertos, lo que consigues es un enorme aprendizaje. Hablo de geografías, idiomas, culturas, aromas, sabores, estilos de vida, tradiciones… De lo que me arrepiento es que, a pesar de tantísimos viajes que he realizado, nunca visité a Italia, mi país, como debía. Llamativamente no conozco Roma y Florencia. Algún día quisiera poder llevar a mi esposa e hijos para que conozcan de dónde vengo y las bellezas naturales y culturales que Italia ofrece al mundo.
—El mundo es tan grande que esconde secretos hasta para una persona con usted, que tanto ha viajado. Cambiemos de tema: semanas atrás El vagabundo de los siete mares recibió una Mención de Honor en los International Latino Book Awards. ¿Cómo vivió semejante reconocimiento?
El reconocimiento recibido por el libro me tiene muy halagado, me despertó efectos y emociones que no había sentido antes. No solo por el premio sino también por los comentarios de mis lectores, que fueron maravillosos. Muchos me dijeron que al leer el libro se sintieron como si estuvieran ahí conmigo viviendo esos momentos. Todo esto me produce una satisfacción enorme.
—Marco Polo alguna vez escribió: “Y no les conté ni la mitad de lo que vi”. Intuyo que a usted le sucedió algo similar.
Es mucho lo que volqué al libro, pero también hay un buen número de historias que opté por dejar de lado ya que son experiencias referidas a hechos de corrupción de algunas autoridades y de algunos lugares que visité. No las incluí en mi libro para no herir la sensibilidad de nadie, y también porque mi idea no era escribir un libro de denuncia sino un libro apto para todo tipo de lectores y también para todas las edades.
—¿Ha pensado en escribir la segunda parte del libro?
No, no he pensado escribir la segunda parte, aunque… bien podría, porque aún me queda un buen número de historias por contar. Lo que sí sueño es que lo que relaté en las páginas del libro pueda ser llevado a la pantalla. Creo que El Vagabundo de los siete mares bien puede ser una película.
—Coincido plenamente. Ahora vamos con la última, Fulvio: le regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Cuénteme quién sería.
Invitaría al señor Walt Disney. Sí, sin dudarlo un segundo lo invitaría a Walt Disney.
—¿A qué bar lo llevaría y qué pregunta le haría?
Lo invitaría a tomar un café en el Café Du Monde, en New Orleans, Es un sitio que me gusta mucho por su ambiente europeo y tanta variedad de clientes de todo el mundo. Es pintoresco y agradable, intuyo que Walt Disney se sentiría cómodo allí. Y le preguntaría si él imaginó que su obra de construir un mundo mágico y de fantasía para los niños iba a tener tanto éxito. Vivimos en un planeta caótico y deteriorado donde los animales se entienden sin hablar y los humanos ni hablando nos entendernos, ya que seguimos repitiendo los errores del pasado. Por desgracia hoy el ser humano carece de sensibilidad y empatía con su propia especie, estamos llevando nuestro planeta al desastre. Y la creación de Disney es nada menos que un oasis entre tanta barbarie.