Entrevista, Maruja Vieira

No. 6.160, Bogotá, Jueves 13 de Septiembre del 2012 
Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía. 
John Milton 

Maruja Vieira 

Un poeta para ser poeta tiene que ser poeta… 
Eso no se aprende, se siente… 

Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras) 

Cada poema de Maruja Vieira es más que una enseñanza. Cada verso es una historia con historia pero es al mismo tiempo un sentimiento, un abrazo a un amigo, una sonrisa, un maravilloso amanecer, muchos y prolongados silencios. Sus versos saben a vino y tienen el mismo aroma de las rosas al amanecer. Y en este oficio de tejer y tejer versos lleva setenta años, con más de quince libros, uno de ellos en prosa, además de sus columnas siempre cargadas de una profunda reflexión. 
Desde 1922 cuando vio por primera vez la luz, supo que iba a ser poeta porque “un poeta para ser poeta tiene que ser poeta” y complementa: “Eso no se aprende, se siente”, se vive, se palpa, se goza. 
Maruja Vieira es miembro Numeraria de la Academia Colombiana de la Lengua y miembro Correspondiente Hispanoamericana de la Real Academia Española y ha sido, con todos los honores Secretaria General del PEN Club. Sus cátedras de Literatura, Periodismo Cultural y Relaciones Públicas las ejerció en varias universidades colombianas, entre las que se cuentan la Universidad Central y la Universidad de la Sabana, en Bogotá. 
Y muchos han sido sus premios, galardones, diplomas, medallas y logros académicos, como ser merecedora de la Gran Orden de la Cultura del Ministerio de Cultura, la Medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación Nacional, la Medalla Honor al Mérito Artístico de la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Orden José Acevedo y Gómez, en el grado Cruz de Oro, del Honorable Concejo de Bogotá. El Departamento de Caldas la condecoró con la Orden Aquilino Villegas y su ciudad natal con la Cruz de Manizales. También le fue concedida por la República de Chile la Orden Gabriela Mistral. 
La Fundación Mujeres de Éxito que dirige Nancy Valero, le entregó en el 2004 el premio en la categoría de Artes y Letras catalogándola como una de las mujeres más destacadas en el ámbito de la cultura colombiana. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, portugués, alemán, griego, húngaro y gallego. 
– ¿Cuál es el recuerdo más lejano que tiene de Manizales? 
– El del incendio de 1925. Yo tenía tres años de edad y me veo y me siento todavía aferrada al balcón de mi casa en el Parque de Caldas, mientras el cielo se ponía cada vez más rojo y se oían los estallidos de la dinamita con que se pretendía frenar el desastre. Años más tarde escenifiqué en la Radio Nacional de Venezuela «La Oración del Incendio» de Aquilino Villegas y más tarde todavía recibí del Departamento de Caldas una condecoración que lleva el nombre de aquel extraordinario escritor. 
– ¿En su casa siempre hubo diarios, periódicos, revistas, libros, tertulias? 
– En mi casa siempre hubo diarios, periódicos y revistas. Yo aprendí a leer en La Patria entre los cuatro y cinco años de edad. Siempre recuerdo a mi abuelita, mis padres y hermano con libros en la mano. Además, mi madre Mercedes White, era poeta y me leía versos, recuerdo hasta un libro entero en verso que se llamaba «La flor de un día», pero no recuerdo de quién era. 
– ¿Recuerda el tema de su primer poema? 
– El tema de mi primer poema fue la muerte de mi abuelita Rita Uribe de White. Era una mujer extraordinariamente culta, tía del General Rafael Uribe y esposa de John Henry White, el ingeniero inglés nacido en la isla de Wight, que españolizó su nombre y es recordado como Juan Enrique, el primer Cónsul de su Majestad Británica en Medellín y el mismo que trazó la Carretera al Mar. 
– ¿Cuándo supo que iba a ser poeta? 
– Cuando escribí ese primer poema, en 1938. Pero la verdad es que yo soy más periodista que poeta y eso se nota en mi forma de escribir. 
– ¿Qué debe tener un poeta para ser poeta? 
– Un poeta para ser poeta tiene que ser poeta…Eso no se aprende, se siente, es una manera personal de ver la vida y tratar de entenderla. Un misterio que todavía no ha sido resuelto. El que más se ha acercado en los últimos tiempos es Julio César Londoño en una columna reciente, que me parece admirable. 
– ¿Qué debe tener en cuenta un poeta para irse formando como tal? 
– Debe leer, leer y leer a todos los poetas de ayer, de hoy, de siempre. Leer y comparar. Los talleres de poesía, los de la Casa Silva por ejemplo o los del Gimnasio Moderno, son muy útiles, especialmente cuando los orientan poetas de verdad como Juan Manuel Roca o Miguel Méndez Camacho

Sí. Hay poesía contestataria, religiosa, política. La mía es romántica. Hasta Neruda tiene poesía religiosa

– ¿Cuáles fueron sus años más complicados como poeta? 
– Todavía, cuando pienso que hay poetas mucho mejores que yo. Dora Castellanos, por ejemplo. O Claribel Alegría, a quien presenté el 6 de septiembre en el Gimnasio Moderno. Cada vez que conozco más su obra siento que estoy subiendo a un Himalaya de poesía, que me hace sentir chiquitica, chiquitica… 
– ¿Es difícil desligar la poesía de la política? 
– Es imposible. La política forma parte de nuestra vida real. Y nuestra vida real influye, de una manera u otra, en nuestra expresión poética. 
– ¿Podemos decir que hay poesía contestataria, romántica, religiosa, política? 
– Sí. Hay poesía contestataria, religiosa, política. La mía es romántica. Hasta Neruda tiene poesía religiosa: «Esta iglesia no tiene lampadarios votivos/no tiene candelabros ni ceras amarillas/ no necesita el alma de vitrales ojivos/ para adorar las hostias y rezar de rodillas», por eso bueno es ver «Crepusculario». 
– ¿Qué significa para usted tener tantos y tantos lectores de sus poemas? 
– Tener lectores de mis poemas es una realización inmensa. Yo no escribo para mí sino para ellos, mis lectores, especialmente mis lectoras porque creo en la poesía de la mujer colombiana, impulsada por los Encuentros de Mujeres Poetas de Roldanillo, que ya van para treinta años de existencia. Agueda Pizarro y el Encuentro fueron quienes me propusieron para este premio de Vida y Obra 2012 del Ministerio de Cultura, una entidad en cuya creación puse todo mi empeño y para la cual es necesario un mayor apoyo de todos los estamentos gubernamentales. 
– ¿Recibir este premio Vida y Obra significa más compromiso con quienes la leen? 
– Sí. Este premio significa más compromiso y espero que estos noventa años próximos a llegar en diciembre, se porten bien y que el Dr. Alzheimer se mantenga lo más lejos posible. 

MEMORIA DE LA ESCUELA
Recuerdo que mi escuela tuvo un balcón de árboles
y un patio, junto al claro viaje de los gorriones.
La vida era una mano que me esperaba afuera
y una cabeza blanca, llena de sueños altos.

Era mi padre. Íbamos juntos. Era el mundo.
No había más en las trémulas soledades del alma
que su paso ya lento, su voz dulce y antigua
y el tiempo azul que araba la tierra de mi infancia.

Salíamos de noche, la pequeñita sombra
de mi cuerpo de niña junto a su sombra grande.
El hablaba un idioma de recuerdos y ausencias
y me enseñaba nombres, banderas y ciudades…

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