El escritor Miguel Botero presenta Piragua, su más reciente novela, título con el que la se inaugura la editorial Yarumo Libros.
“La cabeza es un enredo, nadie entiende bien cómo funciona y, de un tiempo para acá, me la paso pensando en Piragua. Lo he tenido presente hasta en sueños. Como si yo hubiera regresado a la misma tristeza de cuando él murió”. Así inicia Piragua, con la muerte de quien pone título al libro, una pérdida que lleva a cuestas su amigo Polas en medio de la soledad, las drogas, depresión, nostalgia, cuestionamientos y un camino donde va en búsqueda de posibilidades para seguir transitando por esa vida que a veces le pesa y otras, le permite sonreír.
Piragua es la segunda novela publicada por el escritor colombiano Miguel Botero con la que, además, nace la editorial Yarumo Libros.
¿Cómo nace la historia de Piragua?
La historia nace de una aparición fantasmal que se me ocurre en la oscuridad del monte. Y aunque a todos se nos ocurren cosas a diario, esa escena fantasmal siguió insistiendo en mi cabeza durante un tiempo. Un día finalmente me senté a escribir y surgieron algunas escenas aisladas. A partir de ellas fui armando las dos voces que narran la historia, y la escritura del libro tomó su rumbo.
Para mí, sin embargo, el argumento de las novelas representa solo una parte de la ecuación. El argumento, de hecho, suele tener un carácter dual. Por un lado, es lo más importante y por otro es una simple excusa: un terreno que debe crearse para plasmar poéticas, emociones, vivencias, imaginarios y pensamientos. En ese sentido, Piragua nace también de lugares insondables. Como todo escrito.
“Medellín es brava en serio. Hay gente con muchísima energía que de pronto no encuentra nada bueno para hacer y, de repente, la ciudad termina convertida en un agujero negro que se traga las ganas de empezar cualquier cosa”.
La historia transcurre entre Bogotá y Medellín ¿cuál ha sido su experiencia en estas dos ciudades para que fueran elegidas como lugares protagónicos de la historia?
Para empezar, nací en Bogotá. Gran parte de mi familia es de allá. Y aunque he vivido la mayor parte de mi vida en Medellín, he visitado Bogotá innumerables veces a lo largo del tiempo. En resumen: Medellín y Bogotá son las dos ciudades que mejor conozco.
Así que, al narrar prefiero sentirme en confianza con los escenarios que aparecen en la historia. De esta manera, ambas ciudades surgieron en el escrito de manera espontánea. Casi sin pensarlo. En algún momento, simplemente decidí que las dos voces que narran la historia debían hallarse en lugares y tiempos diferentes.
“El otro día, sin ir más lejos, alguien me preguntó cómo era Piragua y, la verdad, me quedé frío. Sin saber qué decir. Obviamente, la gente que lo conoció no pregunta eso”.
¿Cómo describiría a los dos protagonistas de la historia: Polas y Piragua?
El libro está construido a dos voces. Una en primera persona que refleja la mirada de Polas y otra en tercera persona que acompaña a Piragua durante sus últimas horas de vida. Ambos personajes tienen, entonces, la oportunidad de recordarse y describirse mutuamente desde ángulos múltiples y diversos.
La voz de Polas suele ser desatada, más bien oral, reiterativa y medio caótica. La que acompaña a Piragua, en cambio, tiende a ser temperada y más contemplativa. Ambos personajes, sin embargo, pasan por intensidades muy variadas. Y aunque por momentos pueden llegar a verse como dos personas muy distintas, han vivido tantas cosas en común que, al mismo tiempo, parecen cortados con la misma tijera.
“Y es que claro, a la gente le encanta decir que uno se desahoga hablando. Y puede ser. Solo que desahogarse también cansa y, por lo general, uno queda en las mismas”.
¿Y las relaciones de Polas con los demás?
A lo largo del libro, Polas suele andar a la deriva. Esto no solo se manifiesta en las innumerables calles que recorre. Se refleja también en los vericuetos de su mente y las contradicciones en que incurre. Lo volátil, lo cambiante. El impulso de perderse casi que por voluntad propia.
Más que entablar relaciones con las personas que encuentra, Polas se la pasa en una especie de monólogo interno en el que procura acoplarse a un mundo que cambió más de le cuenta, de manera inesperada. Los demás personajes, entretanto, aparecen y desaparecen como fantasmas. Solo que claro: eso va cambiando a medida que Polas sale un poco de su encierro.
“Porque tarde o temprano siempre llega el momento en que los viajes parecen la solución a todos los problemas. O por lo menos a muchos. Como si las latitudes fueran totalmente distintas y el simple hecho de desplazarse cientos o miles de kilómetros fuera a cambiarlo todo”.
Una de las cosas que más llamó mi atención es la búsqueda constante de los personajes por escapar; del dolor, del duelo, de la vida misma…
Más que escapar, considero que los personajes se hallan siempre en una búsqueda constante. No suelen tomar los caminos seguros y no se conforman tampoco con lo que el mundo les ofrece a simple vista. Siempre quieren ir más allá, así sea recorriendo caminos indeterminados. La pulsión vital, por lo demás, siempre está presente y en continua tensión con los impulsos autodestructivos. Algo así como caras de una misma moneda que acaba de ser lanzada al aire.
Otra cosa: si bien los personajes atraviesan momentos difíciles, su visión del mundo no es esencialmente negativa. Al contrario. Por duras que se presenten las circunstancias, el impulso vital nunca abandona a los personajes.
“Cualquiera sabe que no puede llenar con palabras el espacio que ocupó una persona”.
¿Cómo comprende el duelo para que fuese transversal en el libro?
Aunque el duelo atraviesa todo el libro, la historia no se construye exclusivamente a través de él. El duelo, ante todo, es un cambio. Un cambio drástico y doloroso que se manifiesta de mil maneras distintas.
Sin embargo. Así como la muerte de un ser querido representa un cambio difícil de llevar, existe otra infinidad de cambios que nos dificultan y nos impulsan a lo largo de la vida. En ese sentido, considero que Piragua, como tantos otros libros, gira en torno a los cambios, las transformaciones, las metamorfosis o como se les quiera llamar. Un tema rico, inabarcable. Sumamente vital.