Hasta siempre Andrés Berger-Kiss

No. 7609 Bogotá, Martes 29 de Noviembre de 2016 


Mientras unos dan plomo, nosotros damos pluma
Jorge Consuegra


Por: Lilia Gutiérrez Riveros

Hace pocos días me dijo Andrés Berger-Kiss No olvidarás una mañana de 1993 cuando irrumpí en tu oficina con mis versos. Me recibiste con la mayor sonrisa. Desde ese momento hemos sido y seguiremos siendo amigos inseparables.

Cómo poder olvidar al novelista, al ensayista, al creador de ensayos y guiones cinematográficos. Al poeta, que escribía igual en español, que en inglés. Al creador de ese gran libro que tocaría el corazón de los colombianos Mis tres patrias. Se refería a Hungría, a Colombia y Estados Unidos.

En abril de 2016 nos reunimos en Bogotá, los inseparables: Hernán Vargas Carreño, Nelson Romero Guzmán, Winston Morales Chavarro, Andrés Berger-Kiss y yo. Fuimos afortunados, compartiendo poesía en el auditorio de la Casa de Poesía Silva y en el auditorio Aurelio Arturo de la Biblioteca Nacional.

Andrés dijo: vine a despedirme. Lo tomamos a broma y creímos que lo fundamental era compartir esos días que Berger-Kiss nos regalaba. Hablamos de sus novelas: Los hijos de la madrugada, Don Alejo y sus 186 hijos, de sus cuentos, de sus ensayos, de la alegría que siempre acompañaba nuestras charlas cuando venía a Colombia. Una obra entre la poesía, el ensayo y la narrativa, traducida a múltiples idiomas. Tuvo la fortuna de recibir el gran reconocimiento como escritor en su patria Hungría, el reconocimiento como psicoanalista en Estados Unidos y en Colombia, encontró a los mejores amigos.

Me regaló unos cuantos ejemplares de algunos de sus libros. Le prometí dejarlos en algunas bibliotecas. También la grabación en su estupenda voz de “La vorágine”.

El viernes 25 de noviembre, una tormenta que parecía desocupar el cielo, anunciaba la partida del gran escritor y del invaluable amigo. Nos tomó la delantera, quizá esté compartiendo ahora con sus entrañables amigos Jorge Consuegra y Hernán Mejía.

¿Cómo se llama la orfandad de los amigos? Andrés Berger-Kiss, continuamos el peregrinaje siguiendo tu palabra.



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