Por: Natalia Escallón Liévano / Bogotá.
Cuando tomé por primera vez una cámara de fotos en mis manos pensé, “Debe haber mucho más que hacer un click˝. Recuerdo mucho en el colegio mi primer acercamiento a la fotografía descubriéndola en clase, aprendiendo sobre composición y la magia del blanco y negro. Años después terminé estudiándola profesionalmente, algo que nunca pensé y quedé completamente enamorada de su magia.
Se dice que la fotografía es uno de los medios más objetivos que hay. Yo discrepo al respecto. La fotografía es un arte totalmente subjetivo, es el fotógrafo el que escoge el tema y encuadra la foto decidiendo qué queda dentro y qué fuera del encuadre. A pesar de trabajar (en la mayoría de los casos) a partir de cosas reales hay muchas variable que afectan. Está por ejemplo el ángulo de toma. Si se hace desde arriba da la sensación que todo es un poco más pequeño mientras que si se hace desde abajo todo cobra un sentido monumental.
Los fotógrafos son unos enamorados de la luz y esto también determina la historia que se cuenta. Con tan solo unos pasos podemos cambiar completamente la sensación de la luz pasando de un objeto bien iluminado a un fuerte contra luz que cambia el contraste, las sombras y la definición de las figuras.
Ahora, para ser fotógrafo ¿es necesario tener un título, o todo aquel que tenga una cámara lo es? Creo que no hay una pregunta más difícil ni más controversial. Yo pienso que ni lo uno, ni lo otro. Para ser fotógrafo es necesario tener una intención clara de capturar una imagen. Un turista que va obturando compulsivamente por las calles no está teniendo en cuenta la intención fotográfica. Mientras que si el mismo turista se detiene frente a una fuente y observa el movimiento de las gotas sobre las ondas del agua, el efecto que tiene la luz sobre ella, la composición, él comienza a tener y desarrollar una intención más plástica y estética llena de significado.
En la actualidad donde la comunicación visual prima sobre la escrita es nuestro deber como productores de contenido contar buenas historias, historias con sustancia. No seamos analfabetas visuales, eduquemos nuestros ojos y mentes para entender el significado de las imágenes. ¿Qué nos quieren comunicar los anuncios publicitarios, las grandes obras de arte y las imágenes que comparten nuestros amigos?
No más platos en nuestras páginas de Facebook a menos que tengamos un mensaje claro que comunicar. Seamos responsables frente al acceso tan grande a la creación y publicación de contenido. Al final del día en unos 30 o 100 años los historiadores probablemente se voltearán a lo que producimos hoy en las redes sociales para comprender las relaciones interpersonales, las actividades y estilos de vida de nuestra época. La pregunta es ¿qué historias queremos contar?
Fuente de la fotografía de cubierta
http://noticias.iberestudios.com/salidas-profesionales-de-la-fotografia/
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