La Calle del Espanto de Panamá

Salsipuedes en su devenir desde el siglo XIX ha tenido sus metamorfosis. Ahora el alcalde Blandón le quiere dar otra cara más reluciente. En distintas épocas acumula olores y sabores inéditos.
Recuerdo cuando llevé a mis estudiantes de la USMA en la década de 1990 a una travesía por su calle, quedaron impactados por sus misteriosos aromas, los fantasmas de ayer estaban presentes, vieron a Blakaman el domador alemán de leones y cocodrilos, a los hindúes con su indumentaria de siglos, a chinos, italianos, y seres humanos de diferentes latitudes platicando con alegría con los criollos panameños. Disfrutaron del bullicio de una calle que es ícono de la nación panameña.
Allí viví de niño comprando el pan de la Bola de Oro, la revista Billiken que me hacía imaginar ser protagonista de pasados expectantes, vendiendo los billetes de la Lotería de mi abuela Marcelina, me encantaba caminar y husmear los restaurantes de los orientales.
Allí nació Sir Richard Brooks y su Calle del Espanto. Para conocer a Salsipuedes compra un boleto al pasado en la estación del tren de la Plaza 5 de mayo y leyendo la locura narrativa del tal Richard Brooks vivirás momentos inolvidables con tres hijos de la calle: Hormiguita, Palillo y el Grillo.
Cuando Blandón reinagure Salsipuedes, la magia de la literatura estará presente con los personajes que hicieron de esa calle parte de nuestros mitos y leyendas. 
La calle del espanto es parte de nuestra memoria histórica, de las raíces compartidas, de nuestra identidad múltiple y compleja, de una nación aluvional.

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