La influencia de Rayuela en la obra de Cortázar

Por: Juan Camilo Rincón*

El 28 de julio de 2013 se cumplieron 50 años de una de las novelas más importantes de la literatura de nuestro continente: Rayuela. La editorial que tiene los derechos de reproducción de esta gran obra lanzó por todo lo alto una edición para coleccionistas que se encuentra en todas las librerías del país, pero que, pese a lo esperado, tiene pocas sorpresas para los fieles seguidores del escritor bruselense. Sin embargo, gracias al gran despliegue de esta edición conmemorativa, aparecieron en los medios de comunicación algunos artículos que nos recordaron la importancia de esta obra, que cumple medio siglo.
Para unirnos a la celebración los invito a que veamos a Rayuela no solo como un libro, sino como una estructura teórica que le dará forma a la obra de Julio Cortázar en su madurez… es su viaje a Damasco. Para visibilizar dicha influencia, examinaremos los textos antes y después de la novela que tienen una estrecha relación con ella.
En 1983 la Editorial Sudamericana publicó el libro Cuaderno de Bitácora de Rayuela, un cuaderno de trabajo que Julio Cortázar le regaló a Ana María Barrenechea, donde se puede evidenciar la génesis de la novela. El libro narra el paso a paso de cómo fue llevada a cabo la obra, mencionado tanto los textos que dieron lugar a su creación, como otros que fueron eliminados, pero que de alguna manera tuvieron que ver con el proceso intelectual de su creación. 
El primer dato interesante es uno de los nombres tentativos de la obra: Mandala. Como lo recuerda Cortázar en su carta a Manuel Antín, del 14 de agosto del `64: “Hasta casi terminado el libro, para mí se seguía llamando así. De golpe comprendí que no hay derecho a exigirle a los lectores que conozcan el esoterismo búdico o tibetano. Y a la vez me di cuenta de que Rayuela, título modesto y que cualquiera entiende en Argentina, era lo mismo; porque una rayuela es un mandala desacralizado. No me arrepiento del cambio”.
En el libro existen capítulos no publicados en la obra que conocemos; son cinco que se diferencian de los conocidos porque no se titulan con número, sino con nombre: “Para Oliveira”, “Maga” “Maga II”, “No todo el mundo” y el más enigmático, conocido como “La araña”, un texto génesis en el cual se describe la historia de Oliveira en un sanatorio en Buenos Aires, y la creación de la telaraña con hebras en su cuarto. Estos piolines formados por Oliveira como defensa, fueron la idea principal para un ensayo sobre el artista plástico Leopoldo Novoa, del libro Territorios
Los capítulos 63, 104, 123, 130, 132 y 141 fueron modificados, hecho que hizo que de alguna manera se trastocara la lectura de los últimos capítulos como la aconseja el autor en el tablero de dirección, con la repetición del capítulo 131 y la eliminación del 55.
En los posteriores libros de ensayos se hace énfasis en los textos de uno de los personajes intelectuales mejor creados en la obra, un novelista llamado Morelli, que sufre un accidente de tránsito. Así, hay textos conocidos como “morelliana”, y papeles que Oliverio encuentra con Horacio y Etienne en la casa del autor, que hacen parte de la tercera sección de Rayuela.
Cortázar sigue explorando el personaje en La Vuelta al día en ochenta mundos (1967) y en Último round (1969), por su valor de crítico literario y transgresor que da la justificación a Rayuela y su filosofía. En La casilla de Morelli, Julio Ortega plantea que, dentro de la obra, Morelli es el escritor de la misma Rayuela, libro que le entrega Oliveira, y le pide que lo lleven a su casa bajo el nombre del cuadernillo 51.
En Vuelta al día en ochenta mundos existen cinco textos plenamente relacionados con la morelliana y, en Último round se encuentran tres. Además, en el artículo “Algunos aspectos del cuento”, publicado en 1963 por la revista Casa de las Américas, hace énfasis en el pensamiento literario de Morelli
Vuelta al día… nos guarda una sorpresa más: Cortázar, asombrado por los efectos de su obra en el mundo, decidió hacer un ensayo sobre una enigmática máquina que fue pensada para comprender su obra: la Rayuel-o-Matic, creada por el Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires, quien envía al escritor los diseños de una máquina y un triclinio, “puesto que Fassio comprendió desde un comienzo que Rayuela es un libro para leer en la cama a fin de no dormirse en otras posiciones de luctuosas consecuencias”. En otros textos como Territorios y en sus cartas, Cortázar hace mejores referencias a la máquina. 
Un hijo directo de Rayuela es la novela 62 modelo para armar. Como el mismo autor lo afirma en el prólogo: “La regresión y progresión son también connaturales a las intenciones esbozadas un día en los párrafos finales del capítulo 62 de Rayuela, que explican el título de este libro y quizá se realizan en su curso”.
El autor describe Rayuela como una “antinovela, la tentativa de romper los moldes en que se petrifica ese género”. Fue una búsqueda para encontrar otra dirección, la idea de reconquistar la realidad. Tuvo tal éxito con esta idea, que no solo influenció a toda Latinoamérica sino, aún mejor, a sí mismo. Esta vez la creación hizo posesión de su creador, y los dos se dieron forma…  
*Periodista y escritor

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