La novela policiaca

Por: Manu de
Ordoñana/ Nota enviada por el autor desde España/ Parte I

La novela
policiaca
─también llamada novela
detectivesca
─ es una obra de ficción que tiene como motivo principal el
asesinato, cuyo propósito es distraer al lector y mantenerlo en vilo desde la
primera a la última página. El personaje principal es un detective o un policía
que investiga el caso, provisto de paciencia, intuición y sentido común para
avanzar progresivamente en la investigación, con objeto de mantener la intriga
hasta el final. Goza de gran popularidad porque su argumento está organizada alrededor
del mal, cualidad que atrae al ser humano, quizá por estar arraigada en su
propia naturaleza.
Aunque hay algún precedente, fueron el estadounidense Allan Poe (1809-1849) y el francés Émile Gabariau (1832-1873) los pioneros que
iniciaron el género y abrieron el camino a la formación de la escuela inglesa, con Conan Doyle (1859-1930) a la cabeza, creador de Sherlock Holmes ─el detective de
ficción más célebre de todos los tiempos─, a quien siguió Agatha Christie (1890-1976), la
prolífica escritora que elevó a la categoría de arte el método deductivo
aplicado por su no menos famoso Hércules
Poirot
.
Se caracteriza porque la historia acaece en un círculo
selecto y la trama sucede de forma lenta, pausada, sin recurrir a la violencia.
El protagonista interroga a los testigos con cortesía, usa procedimientos
científicos y descubre al asesino en una sesión que generalmente ocurre en el
último capítulo, tras acoplar todas las piezas del rompecabezas.
Si bien la finalidad principal de este género
literario es entretener al público, hay también un desafío del autor a la
capacidad intelectual del lector para adivinar el desenlace, mediante pistas
más o menos ingeniosas que aquél va dejando a lo largo del relato para que éste
sea capaz de descifrar el enigma, con la misma información que dispone el
detective. Inmerso en este juego deductivo, el lector admitirá sin darse cuenta
cualquier mensaje de otro tipo que el talento del escritor quiera transmitir,
si lo hace de forma sutil. En ese sentido, la novela policiaca cumple la misma
función que la clásica: retratar la sociedad de una época.
A mediados del siglo pasado, algunos autores
norteamericanos acusaron a la novela policiaca clásica de falta de realismo e
impulsaron una narrativa ligada al mundo profesional
del crimen, a la que más tarde adjudicaron el apelativo de “novela negra”. Nació de la mano de de
autores como Dashiell Hammett (1894-1961) y Raymond Chandler (1888-1959), con
la aparición del crimen organizado en EUA, tras la entrada en vigor de la Ley Seca y la crisis
económica que
produjo la Gran Depresión de 1929.
En la novela negra, la resolución del misterio no es
el fin último que inspira la obra. De hecho, en muchas ocasiones, el criminal
aparece en el primer capítulo como autor del delito y luego el escritor se
dedica a contar cómo lo ha cometido y cuáles han sido los motivos que lo han
inducido, una estructura inversa una estructura
inversa
muy común en este subgénero que algunos han denominado “escuela americana”. La acción acontece
en ambientes sórdidos, sus personajes pertenecen a las capas sociales más
bajas, son seres a menudo derrotados, faltos de valores y conscientes de su
trágico final.
Si bien la “escuela inglesa”
atraviesa un periodo de declive ─al menos en España─, la “escuela americana”
está en auge
, con la aparición de nuevos autores que han reinventado el
género. El relato transcurre en una atmósfera de violencia continua que reclama
un ritmo trepidante que el lector agradece, con secuencias que se desarrollan
de forma viva y agitada para mantenerlo en vilo hasta el final. Cuenta con
muchos escritores que lo practican ─incluso en Europa─, ya que tienen un
público cada vez más numeroso que lo prefiere a la novela de guante blanco que
se hacía en el siglo pasado.

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