Presentamos un adelanto del nuevo libro del escritor José Acevedo, “Metamorfosis y otros relatos»

José Acevedo
José Acevedo





El presente relato forma parte del libro Metamorfosis y otros relatos, del escritor sevillano José Acevedo, quien es considerado uno de los creadores españoles más creativos y rompedores de la actualidad. Con este libro Acevedo se ha convertido en una nueva referencia literaria, no son pocos los críticos que apuestan por su obra. Considerado un híbrido entre el estilo de Paul Auster y el de Haruki Murakami, en el mes de octubre la “Metamorfosis” de José Acevedo será distribuida en Colombia, por lo que ofrecemos a los lectores un adelanto de su narrativa.

Imaginación

Un día cerró los ojos a la realidad.

La cámara fija en un primer plano de Carlos, alejándose después en un zoom progresivo que le contemplaba sentado en una de esas terrazas que poblaban las ciudades a partir de la primavera, sobre todo aquellas situadas más al sur en el mapa, lo mismo da que fuera en Sevilla, en Jerez de la Frontera, en Huelva, en Cádiz, en Málaga…

Carlos no estaba solo aquella noche. Porque era de noche en aquella plaza, no porque hubiera cerrado los ojos, sino porque la luna husmeaba en todo lo alto, los bares tenían encendidas sus iluminaciones, las modernas farolas del alumbrado público también contribuían a la claridad a pesar de la hora, la indumentaria de las personas que ocupaban la terraza era más propia para la oscuridad, predominaba el negro en las mujeres, los tonos más claros en los hombres. Deberían ser aproximadamente las diez.

El objetivo se mantiene a una distancia prudente, para no perder detalle, para no molestar tampoco. En ese no dejarse nada importante de lado, descubre que Carlos no se encuentra solo. A su lado hay una mujer con la que habla. El tema de la conversación no importa, pero sí parece amena, enfrentada sin ningún tipo de ofuscación. Sobre la mesa la mano izquierda de él agarrando con suavidad la derecha de ella.

Él está de espaldas, ella de lado, con un vestido a medio muslo mostrando unas hermosas piernas, con unos bonitos zapatos de tacón alto. No dejan de mirarse fijamente en su conversación, también cuando silencian sus voces, sin dejar de sobarse las manos, siempre con parsimonia y dulzura, como utilizando un segundo lenguaje además de sus voces que no escuchamos, tampoco importa.

Comparten una botella de vino tinto.

Podrían ser una pareja de novios, de marido y mujer, de amantes, de amigos que han descubierto un sentimiento más profundo que la amistad, o bien acaban de conocerse y están intimando para relacionarse mejor. Tampoco importa.

El tiempo pasa, porque lo hace inexorablemente para todos. Porque las copas se van vaciando y volviendo a llenar. Porque siguen en su diálogo mudo y en tus roces continuos. El tiempo que haga falta. No tienen prisa. Han cerrado los ojos a la realidad. En los ensueños no existen los relojes, ni las obligaciones, ni las responsabilidades, ni los deberes. Sólo disfrutar de esa fantasía que comparten.

Metamorfosis y otros relatos
Metamorfosis y otros relatos

Puede que ayer, antes de cerrar los ojos, su existencia fuera completamente diferente. Tendría un trabajo al que dedicar muchas horas. Se le acumularían las facturas que pagar todos los meses. Compartiría la cena de todas noches con una mujer con la que se han agotado las palabras. Se quedaría dormido en el sofá después de soñar con una realidad diferente delante de sucesivos programas en la televisión a los que no prestaba demasiada atención. O puede que fuera diferente. La cámara no la capta, pero no hay que ser muy inteligentes para poder imaginarla. La de ella no será mucho mejor, aunque no podamos aprehenderla. Un hijo que ha crecido y ya no depende tanto de ella como hace unos años. Un empleo que no entró en sus planes cuando estudiaba con ahínco en la universidad. Un marido al que cada vez le une menos. También existe la posibilidad de que sea distinto. Son posibilidades a las que no debemos cerrarnos, están lejos del alcance de nuestro objetivo, se limita a sus interioridades, a sus propias vidas ajenas a la nuestra, a la de los espectadores que contemplan desde sus butacas aquella escena.

Pero lo que parece innegable es que nuestros personajes han sellado sus sentidos a la costumbre, a la cotidianidad, conversan sobre otras cosas, puede que humanas, divinas. Y si Carlos fuera pintor y la estuviera imaginando desnuda delante de ella como modelo. Y si fuese músico y le sirviera de inspiración para su siguiente composición. Y si fuera escritor y la convirtiera en la protagonista de sus relatos. Y si no fuera más que un conductor de camiones y la estuviera convenciendo a ella para que le acompañara a su lado a lo largo de todo el mundo. Qué más da lo que fuera, lo importante es lo que son, lo que serán mañana cuando puedan abrir los ojos y recuerden la noche anterior.

Aquélla en la que la cámara les vio levantarse después de haber vaciado algunas botellas de vino tinto, alejarse con parsimonia agarrados de la mano mientras acercaban sus labios en un intenso beso, perderse del objetivo en busca de unas horas, de una noche, de unos días, de unos meses, de unos años, de una eternidad de intimidad. Ya no importa verles, sólo imaginarles en la soledad de una habitación de hotel, desnudando sus cuerpos mutuamente, acercando sus pieles en un abrazo que nos pone los vellos de punta, no sólo por el deseo que desprenden sus cuerpos ávidos de pasión, también la envidia que nos corroe cuando les vemos desconectar de su cotidianidad lanzándose a realidades con las que todos fantaseamos alguna que otra vez sin confesarlo en voz alta. Lo que vino después se quedó en la intimidad de aquella habitación anónima.

A la mañana siguiente, cuando Carlos se despierte alterado y descubra que ella no está a su lado, seguramente descolgará el teléfono, oirá su voz, quedará con ella en una de esas terrazas de la noche anterior, la verá sentada a su lado, su realidad habrá cambiado por completo. La imaginación se habrá convertido en certeza. Su mundo, mejor que el que había fantaseado.


Deja un comentario