Sobre el libro Difícil de leer:
entre mi luto y mi fantasma de Marco
Alvarado, la docente Romina Muñoz
y el escritor Salvador Izquierdo narran la experiencia del autor en la pequeña comunidad de La
Esperanza, en la provincia de Guayas (Ecuador), donde se propuso la creación de
espacios de sensibilización artística, reflexión histórica y recuperación
de la memoria.
Por: Romina Muñoz y Salvador Izquierdo*
A inicios de este año (2018) Marco Alvarado (Guayaquil, 1961)
publicó en Ecuador el libro de artista Difícil
de leer: entre mi luto y mi fantasma, nacido de su participación en la
exhibición colectiva “¿Es inútil sublevarse? LaArtefactoría: arte y
comentario social en el Guayaquil de los 80”. La publicación surgió por la
necesidad de buscar otro contenedor para poner a circular las memorias experiencias
recientes de Alvarado, quien en 2009
decidió abandonar la ciudad, su actividad docente y el medio artístico donde se
desenvolvía, en busca de nuevas experiencias de vida. La pequeña comunidad de La
Esperanza, ubicada al interior de la provincia de Guayas, fue uno de los
lugares transitados en este recorrido. Ahí el artista decidió detenerse y
sumarse a un proyecto de largo aliento que permitiría fortalecer los lazos de
la comunidad del sector a través de programas de forestación, reforestación, agroforestería,
cultura integral y turismo vivencial. En este marco, el artista se propuso la creación de espacios de
sensibilización artística que fomentasen la enseñanza de técnicas y métodos de
permacultura, y participó en la implantación de talleres que promovieran la reflexión histórica y la
recuperación de la memoria. Muchas de estas propuestas, sin embargo, quedaron
truncadas luego de un desalojo sorpresivo y violento que desplazó a una gran
cantidad de habitantes de la zona.
publicó en Ecuador el libro de artista Difícil
de leer: entre mi luto y mi fantasma, nacido de su participación en la
exhibición colectiva “¿Es inútil sublevarse? LaArtefactoría: arte y
comentario social en el Guayaquil de los 80”. La publicación surgió por la
necesidad de buscar otro contenedor para poner a circular las memorias experiencias
recientes de Alvarado, quien en 2009
decidió abandonar la ciudad, su actividad docente y el medio artístico donde se
desenvolvía, en busca de nuevas experiencias de vida. La pequeña comunidad de La
Esperanza, ubicada al interior de la provincia de Guayas, fue uno de los
lugares transitados en este recorrido. Ahí el artista decidió detenerse y
sumarse a un proyecto de largo aliento que permitiría fortalecer los lazos de
la comunidad del sector a través de programas de forestación, reforestación, agroforestería,
cultura integral y turismo vivencial. En este marco, el artista se propuso la creación de espacios de
sensibilización artística que fomentasen la enseñanza de técnicas y métodos de
permacultura, y participó en la implantación de talleres que promovieran la reflexión histórica y la
recuperación de la memoria. Muchas de estas propuestas, sin embargo, quedaron
truncadas luego de un desalojo sorpresivo y violento que desplazó a una gran
cantidad de habitantes de la zona.
Inadvertidamente, Alvarado fue testigo de los conflictos
agrarios, de las manipulaciones del poder para entrar a los sectores más
vulnerables, del disfraz de una revolución que prometía hacer cambios
integrales y no una simple redistribución de tierras, pero que terminó empoderando
a nuevos traficantes de tierra acudiendo al hostigamiento, la destrucción de
las viviendas, a la muerte, para despojar a los campesinos de sus territorios. Su
libro de artista, más que dar respuestas o soluciones a estos desencuentros, es
el resultado de un proceso de develamiento que el artista ha decidido traer de
vuelta consigo, para seguir interrogándose/nos.
agrarios, de las manipulaciones del poder para entrar a los sectores más
vulnerables, del disfraz de una revolución que prometía hacer cambios
integrales y no una simple redistribución de tierras, pero que terminó empoderando
a nuevos traficantes de tierra acudiendo al hostigamiento, la destrucción de
las viviendas, a la muerte, para despojar a los campesinos de sus territorios. Su
libro de artista, más que dar respuestas o soluciones a estos desencuentros, es
el resultado de un proceso de develamiento que el artista ha decidido traer de
vuelta consigo, para seguir interrogándose/nos.
El libro está compuesto por dos
partes centrales: URNAS, la primera,
contiene archivos fotográficos, dibujos y textos que Alvarado produjo durante su tiempo en La Esperanza. Los documentos
relatan una serie de historias y eventos que atraviesan a esta comunidad. URNAS recoge, a modo de collage, la
experiencia del viaje. La mayoría de ellas contienen pinturas de corte
tradicional (paisajes, bodegones en óleo, elaboradas con técnicas clásicas) que
el artista realizó en homenaje a su padre, quien una vez que aceptó la decisión
de su hijo de ser artista, le había pedido que “al menos pinte algo bonito”. Las
URNAS también aluden al ejercicio
clasificatorio y enciclopedista de los museos y sus cabinets del siglo
XIX, que contenían objetos de culturas (a)modernas, extraídos de sus contextos
para reafirmar una temporalidad nueva apropiada para la emergencia de un
nosotros nacional; donde las producciones culturales de estos salvajes
arquetípicos eran encerradas en ánforas y espacios para ser contempladas como
evidencias de un estadio anterior, externos a los principios morales y
racionales del proyecto nación que debía erradicar, sanear y civilizar.
partes centrales: URNAS, la primera,
contiene archivos fotográficos, dibujos y textos que Alvarado produjo durante su tiempo en La Esperanza. Los documentos
relatan una serie de historias y eventos que atraviesan a esta comunidad. URNAS recoge, a modo de collage, la
experiencia del viaje. La mayoría de ellas contienen pinturas de corte
tradicional (paisajes, bodegones en óleo, elaboradas con técnicas clásicas) que
el artista realizó en homenaje a su padre, quien una vez que aceptó la decisión
de su hijo de ser artista, le había pedido que “al menos pinte algo bonito”. Las
URNAS también aluden al ejercicio
clasificatorio y enciclopedista de los museos y sus cabinets del siglo
XIX, que contenían objetos de culturas (a)modernas, extraídos de sus contextos
para reafirmar una temporalidad nueva apropiada para la emergencia de un
nosotros nacional; donde las producciones culturales de estos salvajes
arquetípicos eran encerradas en ánforas y espacios para ser contempladas como
evidencias de un estadio anterior, externos a los principios morales y
racionales del proyecto nación que debía erradicar, sanear y civilizar.
En la segunda parte del libro están los IMPERATIVOS: fotografías personales intervenidas con textos. Estas obras también
aparecieron luego de la muerte de su padre, a modo de consejos o guías de
conducta que el artista se da a sí mismo para continuar su camino a partir de su
orfandad. Mensajes como: Sé compasivo,
Vota nulo, Neurofenomenologízate, El
pueblo no existe, Medita, Decrece, Hazlo tú mismo … son interferidos con
palabras en lenguas indígenas, creando unos verdaderos Frankensteins lingüísticos que por
lo tanto son: “difíciles de leer”. A través de esta acción el artista nos
confronta con esa aparente escisión radical entre el ser y el decir, y la necesidad
de fomentar acciones, propuestas pedagógicas anárquicas, que interpelen la
cuantiosa producción de imágenes que aparecen a diario a través de las nuevas
tecnologías y los discursos de poder; zonas de interferencia, entonces, que ponen
bajo la lupa las estructuras y prácticas que moldean nuestras valoraciones
éticas y estéticas.
aparecieron luego de la muerte de su padre, a modo de consejos o guías de
conducta que el artista se da a sí mismo para continuar su camino a partir de su
orfandad. Mensajes como: Sé compasivo,
Vota nulo, Neurofenomenologízate, El
pueblo no existe, Medita, Decrece, Hazlo tú mismo … son interferidos con
palabras en lenguas indígenas, creando unos verdaderos Frankensteins lingüísticos que por
lo tanto son: “difíciles de leer”. A través de esta acción el artista nos
confronta con esa aparente escisión radical entre el ser y el decir, y la necesidad
de fomentar acciones, propuestas pedagógicas anárquicas, que interpelen la
cuantiosa producción de imágenes que aparecen a diario a través de las nuevas
tecnologías y los discursos de poder; zonas de interferencia, entonces, que ponen
bajo la lupa las estructuras y prácticas que moldean nuestras valoraciones
éticas y estéticas.
* Este texto es una versión adaptada
del epílogo que se encuentra en Alvarado, Marco. Difícil de leer: entre mi luto y mi fantasma. Editorial Festina
Lente: Quito-Guayaquil, Ecuador, 2018.
del epílogo que se encuentra en Alvarado, Marco. Difícil de leer: entre mi luto y mi fantasma. Editorial Festina
Lente: Quito-Guayaquil, Ecuador, 2018.
*Salvador Izquierdo. Docente, escritor y co-fundador de la Editorial Festina Lente. Autor de novelas como Te Faruru (2016) y la colección de relatos Te Perdono Régimen (2017).
*Romina Muñoz. Artista, docente y cofundadora de la Editorial Festina Lente. Miembro de la Fundación Muégano Teatro