Un café en Buenos Aires

Hoy Pablo Di Marco dialoga con Laura Massolo de La Letra Eme

     El mundo del libro pareciera
no ofrecer más que malas noticias: crisis interminables, derrumbe de ventas,
premios arreglados, muerte del libro impreso, editoriales conducidas más por
gerentes de bancos que por enamorados de la literatura… Dentro de este marco,
no puedo dejar de pensar que el nacimiento de una editorial conducida por una
reconocida escritora que, además, es maestra de escritores, no es solo una luz
de esperanza sino  un auténtico milagro.
     Laura Massolo presentó el
mes pasado su editorial La
Letra Eme
en la Biblioteca Nacional
de la República
Argentina.
Allí, ante un auditorio colmado, dio a conocer los
primeros títulos de la flamante editorial junto a sus respectivos autores.
     Tras la presentación,
conversé con Laura de este nuevo sueño, de su amor por la escritura y de un
próximo viaje a su adorada Colombia.
      —Existen pocos proyectos
más hermosos que crear una editorial. Sin embargo, todos sabemos que es una
tarea quijotesca, ardua, y por momentos también ingrata. ¿Qué te llevó a fundar
La Letra Eme,
Laura?
     L: Fundar La Letra Eme fue casi un
acto impensado. Empezó por Colombia, precisamente: mis libros estaban agotados
y quería llevar, sobre todo, Armar un cuento, el libro que escribimos con
Liliana Díaz Mindurry. Entonces fue necesario fundar el sello y reeditarlo.
Todo lo demás, ocurrió. Y ocurre y aumenta al tiempo que asimilamos las pautas
de este mundo de las editoriales independientes.
     —¿La editorial está abierta
a todos los géneros? ¿Cuál es el criterio de selección de manuscritos?
     L: La idea es ir
investigando, aprendiendo, creciendo. Por ahora, estamos abiertos a publicar
todos los géneros para ir, más adelante, definiendo colecciones. Mi criterio de
selección es el mismo que he utilizado para dictar talleres literarios durante
veinticinco años: apostar a la
Literatura
, sin establecer vanguardias, ni edades, ni estilos
rígidos. El avance de las publicaciones y los resultados definirán, quizá,
alguna tendencia. Esas decisiones tendrán que ver con la experiencia que
vayamos adquiriendo. Por ahora tomamos en cuenta el interés de los muchos
buenos escritores que venían en busca de este espacio.
     —¿Qué es lo mejor y peor que
te pasó en este breve tiempo al frente de La Letra Eme?
     L: Por el momento, nada me
ha resultado ingrato, excepto los dolores de cuello por pasar tantas horas
leyendo. Lo más grato fue la respuesta de los muy buenos autores que se acercan
y el apoyo que recibimos de nuestros colegas. En ese sentido, pienso que
comuniqué mi propia experiencia como escritora y aquellas circunstancias en las
que publicar me enfrentó a dificultades y frustraciones. Se trata del desafío
de abrir caminos, de ayudar, de descubrir, de vencer obstáculos. El lema es “de
escritores para escritores”, con pleno conocimiento de lo importante que
significa poder dar a conocer nuestra obra literaria.
     
—Tu vínculo con Colombia es muy estrecho: escritores de la talla de
Betuel Bonilla Rojas admiran tu trabajo, en los talleres de RENATA (Red
nacional de talleres literarios) se analizan tus cuentos, y en 2013 viajaste a
dar varios talleres. ¿Qué recuerdos tenés de aquel viaje?
     L: Colombia me ha resultado una vivencia
maravillosa, por su nivel cultural, por sus paisajes y, sobre todo, por su
gente. Nunca dejaré de agradecer el respeto y el interés que me demostraron.
¿Recuerdos? Los mejores. Todos los días siguen llegando noticias llenas de
afecto. Aun en la distancia, la amistad con los escritores colombianos continúa
creciendo, como así también mi admiración por ellos. Quiero nombrar, por
supuesto a riesgo de algún olvido, a Betuel Bonilla Rojas, Víctor Manuel Mejía,
Alberto Rodríguez, Winston Morales Chavarro, Ricardo Arias, Martha Fajardo,
Jorge Romero Polanco, Pilar Quintana.
     —En septiembre de este año
volvés a Colombia. ¿Qué expectativas te despierta este regreso?
     L: La expectativa de mi
regreso se basa, precisamente, en reencontrar a esas personas que me brindaron
tanto, aprender más, leerlos más, llevar, en la medida de mis posibilidades,
algo más de nuestra literatura a fin de compartirlo. Cuando el trabajo y la
obra son valorados, más intenso es el deseo de dar. Lo paradójico es que yo soy
la que siempre volverá con mayores riquezas. En esta ocasión, mi alegría es más
grande aun: algunos de mis cuentos han sido publicados en el Plan de Lecturas.
     —Estás al frente de La Letra Eme, seguís
adelante con las clases a tus alumnos, te suelen invitar para dar charlas y
talleres en distintas provincias de Argentina… ¿queda espacio para la Laura Massolo
escritora?
     L: Las ganas de escribir
surgen, incluso, cuando mayor es la presión. Escribir es un descanso, una
especie de pequeña siesta o de inmensa ensoñación que me sigo permitiendo.
Cuando surge una idea, le doy lugar. Si el apuro y el cansancio obran en
contra, si eso que escribo en escasas horas libres necesita ser corregido, ya
lo veremos. El trabajo del escritor comienza, siempre, después del punto final.
No se puede, no se debe dejar de escribir. Nunca.
     Aquí un listado de los
primeros títulos de La Letra
Eme
: Los buscamuertes, de Pablo Yoiris; Minúsculas, de Walter
Molina Lucero; Verde Alicia, de Juan Pablo Fiorenza; Cazadores en la nieve, de
Liliana Díaz Mindurry; Sujeto compuesto, Armar un cuento y Al borde, de Laura
Massolo; Todas las mañanas un muerto, de Maumy González, y Cinco mujeres y algo
más, de Claudia Cortalezzi.

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