No. 6.992, Bogotá, Miércoles 4 de Marzo del 2015
Un café en Buenos Aires con Giselle Aronson
Por: Pablo Di Marco
Licenciada en Fonoaudiología, Terapeuta del Lenguaje, autora de bellísimos microcuentos, cuentos, novelas y obras de teatro… Supuse que no debía perderme la posibilidad de tomar un café con Giselle Aronson para hablar de lo que (tal vez) más nos gusta, interesa y divierte.
– Hola Giselle. Contale a los lectores de Un café en Buenos Aires de qué trata tu novela Dos.
– Dos es, en principio, la historia de dos mujeres de diferentes estratos sociales que coinciden en una ciudad de Argentina. Carmen es la esposa del intendente y Silvia, una mujer que trabaja como ordenanza en una escuela pública. Dos mujeres que, en determinado momento, se cruzan y se solidarizan en un objetivo común.
– A la hora de escribir, ¿qué ganaste y qué perdiste de tu primer libro a hoy?
– En la escritura, no puedo decir que perdí. Esto no significa que las cosas hayan sido fáciles y llevaderas en todo momento. Tuve frustraciones, por momentos me sentí desmoralizada y quise renunciar pero de eso y de los errores, pude aprender y traducirlo en ganancia. En la lectura, puedo decir que perdí la inocencia ante un texto. Cuando leo, en las primeras páginas mi atención no se centra en la historia sino en la forma en que está escrita. Tengo que atravesar todo un proceso, relajarme, pasar páginas o hacer relecturas para bajar la guardia, apartar a la escritora y dejarme llevar por la trama.
– Recomendame un libro que te haya enamorado.
– Son muchos pero voy a elegir sólo uno: La revolución es un sueño eterno de Andrés Rivera.
– ¿Alguna vez lloraste leyendo un libro?
– Con varios. El último fue Por cuarenta mil años de Débora Mundani (Exposición de la actual narrativa rioplatense). Es una bellísima historia de amor que no puede identificarse, de ninguna manera, con las historias de amor prototípicas. Habrá sido por eso que me hizo llorar.
– ¿Y alguna vez lloraste escribiendo el pasaje de alguno de tus libros? ¿Te animás a decirme con cuál?
– Una sola. Lloré al escribir el final de mi cuento “Loli”, un personaje al que quiero muchísimo, tanto que lo incluí en la novela que estoy escribiendo actualmente.
– ¿Qué clásico de la literatura te decepcionó?
– No tengo autoridad para que ningún clásico me decepcione, no me considero tan importante.
– ¿Cuál es tu librería preferida de Buenos Aires?
– La que voy a abrir con mi pareja, en unos años.
– Prometo visitarla. Y ahora vamos con las dos últimas, Giselle: alguna vez Vargas Llosa dijo que el día más triste de su vida fue cuando Jean Valjean murió en Los miserables. ¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?
– No creo en la felicidad como un estado permanente ni siquiera como una actitud ante los acontecimientos. Sí creo que en nuestra vida tenemos ráfagas, remolinos de felicidad que pasan, son efímeros y se van guardando en la memoria. Afortunadamente, cuento con un repertorio muy amplio de recuerdos maravillosos y la esperanza firme de que seguiré sumando más.
– Te regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Contame quién sería, a qué bar lo llevarías, y qué pregunta le harías.
– Invitaría a Isidoro Blaisten a El gato negro. Me gusta mucho ese bar aunque lo visito esporádicamente. Le preguntaría miles de cosas pero la pregunta primordial sería: ¿Cuándo nos tomamos el próximo café?