Por: Adriana Villamizar Ceballos
Novela de Fernando Araújo Vélez.
Colección Trazos y Sílabas, Sílaba Editores 2016
Fernando Araújo Vélez, escritor y periodista cartagenero, lo dicen sus reseñas, aunque todo periodista debería también ser llamado escritor y todo escritor tendría que ejercer el periodismo en algún momento; como él y otros, pocos, y tan buenos narradores, tal como sucede en cada una de las páginas de Y por favor, miénteme.
Fernando Araújo Vélez, autor, escribe otra novela, y escribe más. Vuelve a escribir, y por favor, miéntenos más. Cuéntanos historias y crónicas llenas de apasionamientos, como las de cada domingo en tu columna “El Caminante”, de El Espectador.
Enrevesa travesías de familias como los Vila o los Daníes, los Pombo, Veliz, los Duplat o la familia Núñez, esos pobladores del extenso e insondable Caribe. Háblanos de los mandatarios del siglo pasadoqueahora nos vuelcan a espejos exactos en este milenio; de mujeres como Helena, la bella, libertaria y osada Helena que se atrevió a huir y a escabullirse, paraencontrar su propio encierro en un mundo inentendible, después de pronunciar el sí en un pomposo altar, y dejar a toda su familia entreaturdimentos y desazones.
Fabula sobre hombres como Dionisio, con ese amor inconmensurable por su prima Helena;inventa errores, falsedades y arguciasde sus pasiones y esperas, de la política y el poder, que van de la mano con calumnias y patrañas.
Y cómo entonces no querríamos escuchar esa música que tienen las narraciones de la costa caribeña; por eso, síguenos mintiendo. Dinos que para alcanzar el amor es mejor mentir, hilvanar, ocultar, o mejor, no decir verdades que horaden la piel y las entrañas.
Envuélvenos de nuevo con batallas perdidas por dolientes deseosos de venganza, por ignominias entre padres, hijos, hermanos de sangre y medio hermanos, por la intromisión de embaucadores y negociantes;por el amor y desamor entre primos que se idolatran desde el primer juego de niños y desde el momento en que por primera vez sus miradas se cruzaron cómplices.
Y miente, sigue entreverando ficciones. Hila, igual de fino y delicado como en este enmarañado relato de pudores y honores secretos que se lee de principio a fin entre arrebatos, alborozos y nostalgias.