literatura como por los hechos históricos, y por poner un ejemplo recurrente,
¿quién pesa más en nosotros, el rey de entonces, Felipe IV, o el Quijote? Y
nuestra vida personal, nuestra visión del mundo, es un entramado de familia,
amigos y libros que moldean nuestra personalidad.
caracteriza?
previsible, ñoña, llena de lugares comunes, intenciones morales o educativas.
Pero sí creo en la literatura sobre niños o jóvenes, escritos desde la madurez
y la reflexión.
tiene que ser buena literatura, escrita de una manera sencilla (que no
asequible, eso es algo que se consigue con la sencillez, la limpieza de prosa).
latinoamericana a la literatura universal?
toda la cultura cocinada a fuego lento en Europa y las múltiples culturas
indígenas, llenas de sabiduría natural. Esa suma crea un mundo único, y que se
refleja luminosamente en su literatura, y especialmente en la infantil.
encuentro todo tipo de lectores, los voluntarios, los que leen porque necesitan
el alimento de la palabra, y los que leen por obligación. Es apasionante
comprobar que lo que más valora un niño lector es el respeto. Uno me escribió
un día: “Gracias por escribir y hablarnos con palabras que no conocíamos, pero
que entendíamos”. Lo haría extensible a las historias, porque aunque les es más
fácil leer lo trillado y previsible, para ellos es más apasionante enfrentarse
a lo nuevo, acompañar al escritor que escribe para saber, y no porque ya sepa.
niños?
editores y escritores, pero lo cierto es que evitamos instintivamente, unos y
otros, adentrarnos en la sexualidad y la religión. Y es precisamente eso lo que
ocupa durante más tiempo la mente de un niño: su instinto físico y sus grandes
preguntas trascendentes sobre la existencia, Dios… A veces nos preguntamos por
qué los niños, tan lectores, dejan de leer en la adolescencia. Y creo que la
respuesta está en esa falta de valentía por nuestra parte.
de leer en su infancia y adolescencia?
laboral muy exigente, sencillamente cuando por fin tienen tiempo. La
proliferación de los clubes de lectura, sobre todo en pueblos y ciudades pequeñas,
está alumbrando una generación inesperada de lectores magníficos, que de verdad
buscan lo bueno, poiblemente porque saben que ya no tienen mucho tiempo para
gastarlos en lecturas superficiales.