No. 6.990, Bogotá, Lunes 2 de Marzo del 2015
El Dorado Café
El Dorado Café de la escritora colombiana Flor Romero, está enfocado sobre la visión de país productor, en donde se cuenta a los lectores como se siembra, se cosecha y se recogen las pepitas rojizas. La primera edición de lujo de este libro fue realizada en España por Editorial Testimonio en 1.989 y luego, se hizo una edición de bolsillo, con fotos de Abdu Eljaiek, que se consigue en librerías.
Flor escudriñó el mundo del café y de los cafés con maestría para mostrarnos un panorama completo sobre el tema del tratamiento del café en la cultura universal. En El Dorado Café, dedicado a la bebida que tanto encanta, toca aspectos muy variados, abundantes y comprensivos de facetas no solamente históricas y científicas, geográficas y sociológicas, sino también literarias, políticas y filosóficas. Su genio, le permitió desvelar el entronque maravilloso que el café proporcionó a Colombia con el asunto universalista; lo presentó de manera sugestiva, alegre, y sobre todo breve y sencilla, clara y precisa. Su arte de escritora, y su esforzada investigación, dieron a la obra el buen toque y el buen retoque del acabado.
En el libro La Fleur du Café del profesor Jacques Gilard (Universidad de Toulouse), aparecen comentarios sobre el libro El Dorado Café de Flor Romero.
El café, ¿un desconocido en la novela colombiana? (pag. 338): En un encantador y pequeño libro Eldorado Café, Flor Romero reconstituye el itinerario a través del tiempo, el espacio y las civilizaciones, desde su legendario descubrimiento sobre la alta meseta etiope hasta su actual situación de reconocimiento casi universal (…) Flor Romero recupera con una delicada precisión hecha de colores, de efluvios y de sabores, su experiencia de niña que crece entre los cafetales (…) descripción preciosa, y no será que por su rareza como son preciosas las anotaciones que una memoria intacta, vibrante de poesía y de ternura aporta sobre las actividades múltiples del pequeño dominio familiar y sus habitantes laboriosos: Los oficios de la cogienda, la acuciosidad del ojo que sabe reconocer el fruto llegado a la madurez, el «beneficio» efectuado por la pequeña maquina que los niños adoran darle manivela, el savoir-faire de la abuela tostando los granos destinados al consumo familiar. Mejor que nadie antes que ella, usando los elementos sensoriales, los más simples, Flor Romero supo volver exquisita una imagen de grupo ambulante de recolectores, los trabajadores flotantes (ella recoge en su testimonio de la recolectora la perennidad del pequeño campesino cafetero (…) el toque de nostalgia que marca las evocaciones no ha hecho otra cosa que subrayar lo que jamás ha dicho suficientemente la literatura de ficción colombiana y que Flor Romero sugiere con palabras simples. El vigor jamás desmentido, plenamente actual de ese tipo humano, sui géneris que es el pequeño caficultor de los Andes.
Solo Flor Romero ha podido restituir el sitio del café -colores., aromas, y sabores, emociones y nostalgias, memoria y permanencia, en la trama de lo cotidiano, la ciencia empírica del campesino y su identificación elemental y tranquila a la planta y su preciosa cereza.
“Sin los cafés, Sartre no existiría” (Boris Vian) “El porvenir es de los cafés” decía Balzac, quien se tomaba más de 20 tazas diarias.
Gigante de la aproximación lo vi lanzando los puentes de la confianza en todas las civilizaciones y en todas las épocas. Siempre se le utiliza para encontrarse, escapar de angustias contenidas, atreverse a abordar problemas espinosos, conquistar, imaginar, soñar con la ventaja de estar siempre lúcido.
En Colombia llegó la cosa a tal punto que le provoca un tinto (un cafecito) se convirtió en formula mágica que acoge al amigo, lleva al dialogo y es fuente de comunicación.
El Dorado Café acaba de ser traducido al francés en la Universidad de Poitiers (Francia). Ya es hora de que los colombianos lean y relean este libro sobre el suave café colombiano cuyo aroma le ha dado la vuelta al mundo.