Entrevista con
Edelmira Masa Zapata
Por:
Diana Alejandra Ochoa
Entrevista publicada en la
edición Nº 84, marzo de 2011 de la
Revista Libros & Letras
“Para mí Manuel y ella (Delia) eran, o son
como unos personajes míticos”
Esta entrevista hecha a Edelmira Masa Zapata, sobrina del maestro Manuel Zapata Olivella, hija de Delia Zapata, nace como un nuevo impulso de rendirle un homenaje a uno de los mejores escritores que tuvo nuestro país en el siglo XX, ganador del III Premio Nacional del Literatura otorgado por la revista Libros & Letras, pero también como una forma de dar a conocer el pensamiento de ella, de Edelmira, que con gran decisión se dio a la tarea de no permitir que el legado de sus ancestros, de su madre, se desvaneciera y por eso hoy está al mando de la Fundación Delia Zapata Olivella con la que espera contribuir en la enseñanza de una de las herencias más grandes que la cultura africana dejó impregnada en Colombia: la danza negra.
-¿Cuál es la función de la Fundación Zapata Olivella?
-La creó mi mamá en el año 1986. Los objetivos concretos son difundir las tradiciones y vivencias del pueblo colombiano. El propósito concreto que ella tenía era tener una escuela de formación en las artes tradicionales colombianas. Es la lucha de toda su vida. El cargo que tengo ahora es dirigir el grupo de danzas tradicionales colombianas Delia Zapata Olivella y la fundación que se llama Instituto Folclórico Colombiano Delia Zapata Olivella, soy representante legal de la fundación y dirijo el grupo de danzas. No tengo ningún propósito o ambición personal sino es más que todo continuar con el legado de los viejos. Lo que estoy tratando es de consolidar la escuela, que perdure, continuar con la labor.
-¿Cómo era la relación del maestro con su familia, con su hermana, en su entorno familiar, qué era lo que lo caracterizaba a él?
-Todo lo que yo te diga de Manuel es un mito porque para mí Manuel y ella (Delia) eran, o son como unos personajes míticos. Hacen parte de mi historia y fueron las primeras personas que conocí en el mundo después de mi abuelo que siempre estuvo conmigo cuando yo estaba niña porque ellos estaban viajando. Manuel era un ser o es un ser absolutamente simpático, sonriente, extrovertido, lleno de vida y de esplendor y con ganas de que toda la familia participara de lo que él creía que era la vida. Era el ser que unía toda la familia, el que se iba por todos los pueblos buscando que parientes había en cualquier sitio y era súper gentil con todo el mundo, trataba de estrechar los vínculos permanentemente y que todos estuviéramos conectados. Yo creo que después del viejo Zapata que era el papá de ellos, que unía la familia de alguna forma así fuera por el cumpleaños que todo el mundo preparaba durante todo el año engordando pavos y todo para hacer la comida familiar del viejo Zapata, el cumpleaños, Manuel fue el que más extendió los vínculos con el resto de la familia. Como dije, siempre estaba buscando parientes y siempre estábamos visitando a todos donde fuera y pues toda la familia lo recuerda por eso, porque era muy entrador, no le daba pena nada se metía donde fuera. Él era el gran lazo de unión.
-¿Esa forma de ser de él también influyó en la opción que tomó de escribir? Pues él era médico, una carrera bastante prestigiosa dentro de la sociedad y pues que él tomara la decisión de ser escritor…
-Pues son como cosas que se van dando en la vida. Mi abuelo escribía. El hermano segundo de él, Antonio María, también fue escritor. Los objetos más importantes en nuestra casa eran los libros porque el viejo Zapata tuvo la biblioteca más grande del Zinú. Era hijo natural de un comerciante, viajaba por el río Zinú y le hizo ganar un negocio muy grande a su padre-mi abuelo-y él le preguntó que qué quería a cambio de haberle hecho ganar ese negocio y mi abuelo le pidió la biblioteca de un señor (no recuerdo el nombre en este momento) que se acababa de morir y el papá se la regaló. Él se encerró tres años y se leyó toda la biblioteca, era como un erudito, como un librepensador, y en la casa siempre se vivía en ese ambiente, así que yo creo que eso era como natural. Así, por ejemplo, como mi mamá no quería ser maestra, mi abuelo en cambio lo fue toda su vida y terminamos todos siendo maestros porque es algo que va ligado a la familia y aún las personas que no tenían estudio. Mi abuelo tenía una hermana también natural que se llamaba la tía Estebana*, yo no la conocí porque ella murió pues mucho antes y era una señora que iba por todos los sitios enseñando y haciendo cosas loquísimas. Ella se fue una vez caminando de Cartagena y nunca regresó. Regresó como a los 10 años y había estado en un municipio, en cualquier aldea que encontró y se convirtió en el gobernador, el cura, el enterrador y hacía todo en el pueblo. Entonces es como una vocación familiar.
*De acuerdo a algunas biografías de Manuel Zapata Olivella, se presume que la tía Estebana luego de marcharse inesperadamente un día se fue para Chambacú y allí vivió durante muchos años de su vida antes de retornar a su hogar. Para el maestro la figura de su tía fue muy importante, al punto incluso de tomar algunos rasgos característicos de ella para crear a Petronila, uno de los personajes de su obra Chambacú, corral de negros (1963).
-¿Qué llevó a que el maestro se interesara de manera tan decisiva por la raza negra, sus ancestros, y qué importancia tuvieron para él las raíces africanas?
– En realidad él no sólo se interesó por la cultura africana sino por el hombre colombiano. Siempre estuvo buscando las raíces de todo, el origen de todo. Nosotros viajamos por muchas comunidades indígenas y por comunidades afro pero pues como aquí en el país no se le ha dado tanta importancia a la cultura afro entonces por eso lo han destacado en ese campo, pero realmente investigó todo. La mamá de mi abuela, por ejemplo, era del resguardo de San Sebastián, allá en Córdoba, era una pura india zenú, y mi abuelo era completamente negro, entonces era como buscando las raíces de todo siempre estaban presentes esas dos culturas como muy dejadas, muy atropelladas y entonces eso le daba ánimo para rescatar los valores de las culturas.
– Si, de hecho se ve mucho la diferencia en su obra en la cual, lo que usted dice es cierto, no solamente se remite a los negros sino también a los indígenas. Hay un libro que se llama Tierra mojada que es muy bonito, en el cual habla mucho precisamente de ellos. De todas maneras hay que reconocer que él si tuvo una participación muy activa en el tema de las negritudes en Colombia…
– Sí, en realidad él era muy guerrero, cuando visitábamos estas comunidades a él siempre le daba mucha tristeza que todo el mundo estuviera en tan malas condiciones teniendo una riqueza a su alrededor tan grande, entonces él sí procuraba encender la llama en las personas para que buscaran unas mejores condiciones de vida, para que lucharan. Se conocía al derecho y al revés todas las luchas de los palenques y se las relataba siempre a las personas para que tuvieran más conciencia de su origen y que buscaran otros horizontes y no se quedaran en las condiciones en las que el país y el gobierno los tenía sumidos, de manera que para él si se convirtió esto como en una batalla primordial porque, en alguna u otra forma, los indígenas, los amerindios colombianos están más organizados, en cambio las comunidades (negras) no sé en qué momento se desmembró todo y no hay una organización de verdad, están disputando siempre cosas muy triviales que no tienen fundamento y no permite que evolucionen.
– De acuerdo a esto ¿Cuál podría ser el estilo que encierra, que podría definir la narrativa del maestro?
– Bueno yo no soy experta en literatura pero de alguna manera él siempre tenía una visión antropológica de todo, aunque yo creo que iba más allá de lo antropológico y aunque no sé que género literario lo podría cubrir a él, sé que le gustaba mucho la historia, era la pasión de su vida y de todos en la familia y la evolución del hombre, el estudio del hombre. Eso es lo que hizo toda su vida. No sé si tu leíste en el Levántate mulato que mi abuelo, cuando él (Manuel) tenía la opción de estudiar la carrera, quería estudiar Biología y no existía esa carrera en Cartagena y nosotros siempre fuimos de muy pocos recursos económicos, entonces mi abuelo estaba muy triste porque su hijo quería estudiar biología y él no podía darle ese estudio y un día le dijo que iban a la universidad al otro día a inscribirse. No le dijo nada más y en el camino le dijo que lo iba a inscribir a estudiar al animal más grande del mundo que era el hombre y lo matriculó en medicina porque como él quería estudiar a los animales entonces que estudiara al animal más grande.

Profesional en estudios literarios con Maestría en Estudios Contemporáneos Iraníes y del Medio Oriente.