Por Angélica Zuluaga / Prensa Filbo
“Yo hago un trabajo artístico, así sea exitoso o sea una falla”. Con una frase así de potente se refirió a su trabajo el autor irlandés John Banville, también conocido como Benjamin Black (por las obras en las que usa este seudónimo), durante el conversatorio con la editora Margarita Valencia. Y recordó que mientras Black no pretende ser un artista, en cambio Banville sí. “Por eso, mientras en un libro de Banville puedo tardarme unos cinco años, uno de Black los escribo en 3 o 4 meses, durante el verano, la peor época del año para mí”.
Benjamin Black no existió siempre. Nació solo hace diez años cuando alguien le recomendó a Banville leer a Georges Simenon, quien ya había experimentado esta forma de escribir bajo diversos seudónimos. Entonces el irlandés descubrió las posibilidades que tenía con este formato y exploró una forma más simple de escribir: “Estoy muy orgulloso de él, de ese niño que he creado”, comenta, y considera además la literatura de Simenon como una de las mejores del siglo XX.
Aunque en algunos momentos haya manifestado que se divierte escribiendo, en este conversatorio confesó que la diversión no era tanta y que a veces llegaba a pensar que sus libros podían ser malos. Sobre la escritura de los libros de Banville comentó: “Siempre será difícil escribirlos, porque hay que luchar con el lenguaje y eso es un proceso tormentoso y difícil”.
Los lenguajes utilizados en las obras de Banville y en las de su seudónimo son diferentes. Al respecto, explica: “Banville trata de llevar ese lenguaje a un momento de permanencia, es como un arreglo con el lenguaje en el que éste es traicionero a veces, pero también sutil algunas otras […] Usted escribe una carta y cuando la lee se da cuenta de que no era exactamente lo que quería decir; lo que pasa es que el lenguaje habla por usted. Porque los lenguajes tienen una fuerza de la que ni siquiera nos damos cuenta, […] escribir es a veces una situación de traición maravillosa”.
Al igual que con el lenguaje, Jonh Banville se cuestiona sobre el tiempo sobre el pasado. “Me fascina y creo que nos fascina a todos. Hay un fenómeno extraño en el presente; siempre hablamos del presente pero no podemos sostenerlo porque siempre se va, en algún momento se convierte en el pasado y no puedo entender eso casi nunca”. Según él, las personas no se acuerdan del pasado, sino que se lo inventan.
Para que no se entere de lo que han inventado sobre él, nunca lee los comentarios que escriben sobre su obra, pero se ha dado cuenta de que sus mejores lectores no son los académicos, ni los que escriben comentarios de libros, sino los lectores que le han hecho buenos comentarios. “Escuchar esas cosas hacen que esto vale la pena, que las obras lleguen al lector común es un éxito”, agregó.
Al final, hubo comentarios entre los asistentes como este: “Quiero mucho a Banvile, yo lo había leído hace unos 5 o 6 años. Me gusta el tema del lenguaje, la relación entre la realidad y lo que somos en el mundo y cómo somos lenguaje, hablados por el lenguaje” o de este calibre: “El conversatorio me gustó, en especial cuando habló del proceso artístico como algo de lo que uno en realidad no tiene certeza, sino que uno hace porque hay algo que lo vuelve inevitable”.
Este autor irlandés es considerado uno de los mejores en lengua inglesa y ha ganado más de 15 reconocimientos, entre los que están el Booker Prize en 2005 y el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2014.