robada” no refiere solo a la corrupción que campeó todo el gobierno
kirchnerista; es, también, la oportunidad desaprovechada: nunca antes las
condiciones objetivas de crecimiento para
mejores. Esta será recordada, quizás, como la década de
cincuenta que el país no latía al ritmo de una división que comenzó como
política y se transformó en cultural; se crearon enemigos imaginarios y se
separó como nunca antes la realidad del lenguaje. El ánimo crispado y extremo
que bajó desde el gobierno a la sociedad generó paranoia y discursos violentos,
y el distanciamiento entre amigos y familias que eluden hablar de política para
evitar la confrontación. El gobierno que se autoproclamó el adalid de la
democracia obturó la posibilidad del diálogo.
revela cómo un gobierno construyó un relato que fue defendido por fanáticos que
abolieron la realidad objetiva como si fueran una secta religiosa. A través de
algunos de los máximos hitos de los tres gobiernos kirchneristas, 10 K muestra
el hecho irrefutable de que la distribución del ingreso de la época menemista
no se alteró a la lista de los dueños de
dos vecinos del Sur y uno de Córdoba, y cómo
oficiales miraron siempre para otro lado.