La escritora antioqueña Lina María Parra continúa explorando y reinventando las creencias populares en su primera novela.
Para algunos lectores puede resultar nuevo el nombre de Lina María Parra Ochoa al verlo en la portada de La mano que cura (Alfaguara, 2023), pero los amantes de la narrativa breve, en especial aquella que versa sobre temas oscuros, ya estaban familiarizados con ella y posiblemente se encuentren complacidos al encontrar la primera novela de esta autora disponible en el mercado colombiano (la obra fue publicada originalmente por la editorial española Tránsito a comienzos de año). Esos lectores avezados van a descubrir en esta historia elementos que ya habían hecho su aparición en los libros de cuentos Malas posturas (Fondo Editorial Eafit, 2018) y Llorar sobre leche derramada (Animal extinto, 2020): brujas, rezos, amarres, bebedizos de hierbas, tirar los dientes para adivinar la suerte, ánimas… En La mano que cura, Parra Ochoa puede adentrarse con más calma y en detalle en estos temas, explicar su origen y práctica, y lo que implica utilizarlas mientras cuenta una historia donde esta sabiduría ancestral moldea la vida de unas mujeres en Medellín y en la zona rural del departamento de Antioquia.
Lina María, la protagonista de La mano que cura, empieza a notar algo extraño a su alrededor luego del fallecimiento de su padre: la casa se llena de moscas, un polvo denso cubre todas las superficies, siente una presencia a su espalda y en ocasiones la atisba por el rabillo del ojo. Una tos la acomete con cada vez más fuerza, las plantas se mueren. Cuando visita a su madre y hermana pasa lo mismo en la casa de ellas, como si una presencia oscura la estuviera siguiendo. Para encontrar una solución Lina debe entender cosas sobre el pasado de su madre que solo intuía. Al adentrarse en esa parte de su historia el entendimiento trae consigo un poder con el que debe aprender a convivir. Con una narración que va saltando en el tiempo entre episodios de la niñez de Soledad (su madre) y de Lina en el presente, la autora nos va mostrando el interior de las capas que forman esta familia.
“Saco del bolso la llave de mi apartamento y tengo la certeza de que hay algo que se arrastra detrás mío. Como un animal hecho de pantano que se me quiere enredar en los tobillos. Apenas lo oigo y lo huelo, pero sé que está ahí porque me rodean sus huellas cada vez con más descaro”.

“El interés por estos temas que llamás ancestrales, que para mí son más bien asuntos de las creencias populares y la superstición, viene del gusto por lo sobrenatural que plagaba las historias de mi familia por el lado materno, que es una familia de un pueblo antioqueño donde la creencia en las brujas, los duendes, los rezos, los amarres, las ánimas del purgatorio y demás fenómenos de superstición popular eran comunes y estaban en el mismo plano de realidad que la lógica o la razón. Es decir, no había separación entre la idea de una bruja o un curandero y la cotidianidad común. Creo que en mi escritura busco no solo rescatar, sino también reinventarme estas creencias e historias”, afirma la escritora.
Para los que ya han leído los cuentos de Parra Ochoa, además de la temática oscura van a encontrar unos nombres familiares: Soledad, Estefanía y Lina María, lo cual lleva a pensar en una intención de reinventar la familia y explorarla desde diversos ángulos, sumado a los elementos autobiográficos que pueda contener la narración.
“Así nos vamos yendo, existiendo como sea, como se pueda, en los días que siguen a la muerte, en las semanas, en medio del tiempo que ha perdido todo sentido pero que sigue pasando”.
Soledad y Lina van alternando los puntos de vista en una historia que fluye utilizando un lenguaje coloquial y un escenario fácilmente reconocible. También hace parte importante de La mano que cura la impotencia ante el dolor de la enfermedad, la manera de afrontar la pérdida de un ser querido, el ordenar sus pertenencias cuando ya no están, y el mirar y habitar el vacío que dejaron, algo que había tratado la autora en el cuento “La lista de tus órganos”. La mano que cura no es exactamente una novela de terror porque, aunque indaga en prácticas y elementos de brujería y del más allá, más que narrar una historia de sustos y monstruos, nos lleva a entender el significado de la familia, lo que hacemos por los que más amamos, lo que estamos dispuestos a callar, sacrificar y hasta olvidar. Es una novela que logra conmover mientras detalla rituales oscuros que para muchos no serán nada extraño, así resulten un descubrimiento para otros. La sensibilidad para narrar lo oscuro y lo cotidiano, el balance en el que se mueve la narración es en parte lo que logra una experiencia fluida de lectura en La mano que cura.
“Los ecos de la muerte permanecen en nuestro mundo, están por todos lados, mezclados con la vida, y las plantas lo saben. Igual que el toque de una mano viva, ellas también sienten el toque de las manos de las ánimas”.

Parra Ochoa también es autora del relato “El lento e imperceptible retiro de las aguas” incluido en la antología de cuento colombiano Puñalada Trapera II (Rey Naranjo Editores, 2022). Cuentos suyos han sido elegidos en Ganar es perder un poco (2019), Cuerpos: Veinte formas de habitar el mundo (2019), Veinte y una narradoras (2020) y Escribir es cosa de mujeres (2021). Es cofundadora y editora de Atarraya editores. La mano que cura es su primera novela, distribuida por Penguin Random House y se encuentra disponible en las principales librerías del país.