de Santiago Gamboa (Alfaguara, 2019)
es quizá una de las primeras novelas negras ambientadas en la Colombia del
posconflicto, con ex combatientes de las FARC como protagonistas y la realidad
política y social del país retratada de manera muy fiel. Se trata de un thriller en el que un niño, en una
carretera perdida del departamento del Cauca, es el único testigo de un brutal
y cinematográfico enfrentamiento con armamento pesado entre dos grupos de
individuos desconocidos que deja como resultado varios muertos. Sin embargo,
luego de una denuncia anónima en la estación de policía más cercana y su
posterior notificación a la fiscalía, nadie en el pueblo más cercano dice haber
oído nada. No se encuentran cadáveres ni casquillos de bala ni signos de un
combate de semejante envergadura. La malicia de un fiscal en Bogotá, extrañado
al recibir información cada vez más contradictoria, y la ayuda de una
periodista experimentada y muy recursiva, irán desentrañando un misterio que dejará
sorprendido a más de un lector.
importantes libros como El síndrome de
Ulises (2005), Necrópolis (2009)
y Plegarias nocturnas (2011), por
nombrar solo algunas. Hemos invitado al autor bogotano a este espacio dedicado
a los libros y las letras a responder unas preguntas sobre su más reciente
novela…
de esta novela?, ¿ cómo surgió la idea?
2015, me he dedicado a mirar la realidad del país, tanto en las ciudades como
en el mundo rural. El proceso de paz fue una gran ilusión y eso me llevó a
viajar mucho por el interior. Recordé mi infancia. Esas carreteras perdidas
entre las montañas, el olor del aire cuando cambia la altitud: del páramo a la
tierra caliente, a las zonas frías. Y la gente del campo que ha vivido ahí, en
esas montañas, viendo el conflicto delante de sus narices y en muchos casos
siendo víctima.
−¿Podría haber existido Será larga la noche en una Colombia sin
un posconflicto? En este caso, ¿el escenario determina la historia?
SG: Sí, por supuesto. Siempre es así, por lo
demás. Cuando vivía en Europa prefería hablar de colombianos viajeros, perdidos
por el mundo. Los temas de mis libros tienen que ver con los temas de mi vida,
con las cosas que me interesan desde un punto de vista humano, estético y
ético.
−Será
larga la noche no es narrada por la periodista Julieta Lezama ni por el
fiscal Jutsiñamuy, sino por un narrador sin nombre a quien Julieta refiere la
historia en algún momento del futuro. ¿Qué tan importante es para usted la
escogencia del narrador a la hora de escribir una novela?
SG: El narrador es determinante. La
distancia entre él y los hechos da una temperatura especial y define la
distancia que tendrá el lector con la información que alimenta la trama. Esto,
en una novela de investigación, es fundamental. Pero también en otro tipo de
novelas. Recordemos a Marlow, el narrador de Joseph Conrad en El corazón
de las tinieblas y en Lord Jim.
Es un tipo de narrador que nos cuenta lo que sabe de un hecho que le contaron,
con todas las posibles líneas de sombra que esta situación puede tener.
−En algunos momentos de la novela, el
miedo pareciera exacerbar el deseo o la libido de Julieta, obligándola a
adoptar actitudes temerarias. ¿Qué tan complejo fue crearla?
SG: Julieta fue naciendo en mi
imaginación, poco a poco, y luego, al escribirla, se desarrolló de un modo muy
natural. Sin cálculos ni excesivo racionalismo. De repente empecé a escuchar su
voz, lo mismo que con los demás personajes. Es el modo en que suelo trabajar
mis novelas: dejar que los personajes crezcan y comiencen a hablar.
−¿Qué tan grave es, o podría volverse, el tema de las iglesias cristianas en Colombia?
SG: Gravísimo, un problema de seguridad
nacional, pues crecen y crecen sin control. Yo diría incluso que hacen
metástasis, invadiendo un cuerpo sano, y ponen en jaque a la democracia.
Recordemos lo que hicieron en el Plebiscito de 2016: para chantajear al gobierno
pidieron a sus feligreses votar por el NO. Y luego, cuando el proceso
finalmente se aprobó, salieron a pedir la plata del posconflicto argumentando
proyectos espirituales. ¡Son unos sinvergüenzas! Más tarde se aliaron con la
ultra derecha enemiga del Acuerdo y ahora tienen miembros en el gobierno y
representación en el congreso. Pasaron en 3 años de ser mil a tres mil
seiscientas iglesias. Pero ojo: no tengo nada contra las creencias religiosas
de la gente, no es eso lo que me parece peligroso. Lo peligroso es el modo en
que pastores inmorales se aprovechan de esas personas para obtener dinero y
poder político. La catástrofe podría estar muy cerca. Miren el caso de Brasil.
Ahí, gracias a las iglesias, subió al poder un fascista que conmemora los golpes
de Estado militares y quiere convertir la Amazonía en un centro comercial.
Los temas de mis libros tienen que ver con los temas de mi vida, con las cosas que me interesan desde un punto de vista humano, estético y ético.
nota desconcertante, algo triste. ¿Es esta una manera de hacer alusión a, o de reflejar
la situación actual del país?
SG: Por todo lo anterior, Colombia está de nuevo en la cuerda floja. El acontecimiento más importante de su historia reciente, el proceso de paz, está en estado grave, pues quienes hicieron política en su contra hoy están en el poder. La sociedad civil debe reaccionar, cuidar lo que hemos obtenido.
−Para los lectores que no hayan leído novela negra o no sepan nada del género, ¿qué obras les recomendaría leer?
SG: Rosario
Tijeras de Jorge Franco, Su casa es mi casa de Antonio García, Akelarre de Mario Mendoza.
colombiano, autor del libro de cuentos de terror Otra Luz (2017) y colaborador literario en Libros & Letras.