Un café en Buenos Aires, las mejores respuestas de 2017

Por: Pablo Di Marco / Argentina.
¿Es posible evitar las listas de fin de año? Sí,
por supuesto que es posible evitarlas. Pero… ¿saben una cosa? No queremos
hacerlo. Y por una sencilla razón: adoramos hacer listas. Arbitrarias, caprichosas,
a veces incluso ridículas, pero (casi) siempre entretenidas y magnéticas. Así
que acá vamos con una nueva lista, la de las mejores respuestas que nos regaló
Un café en Buenos Aires durante este larguísimo 2017.
Mi agradecimiento infinito a cada uno de los
lectores, escritores, editores y libreros que se sumaron al juego. Y la
seguimos el año que viene. No sea cosa que lleguemos a diciembre de 2018 y no
tengamos material para hacer una nueva, caprichosa y entretenida lista.
Adriana Romano, escritora
argentina, en 2017 publicó la novela Cuando
deje de llover
(ed. Modesto Rimba)
Alguna vez Vargas
Llosa dijo que el día más triste de su vida fue cuando Jean Valjean murió
en 
Los miserables. ¿Cuál fue el día
más feliz de tu vida, Adriana?
Para no
contestarte la verdad, por demasiado íntima, te contesto: la tarde en que Harry Potter venció a Lord Voldemort.


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Marco
Tulio Aguilera, autor colombiano, reciente ganador del Premio Bellas Artes de
Novela.
¿Se
publica a los mejores? ¿O el mundo de los libros funciona de manera que el
escritor que pretende visibilidad está obligado a volverse un payaso
relacionista público de sí mismo?
No se publica a los mejores. Los
mejores están inéditos. 95 % de lo que publican las grandes editoriales es
basura. Incluso los grandes premios —los que no me dan a mí, aclaro— resultan
ser basura reciclada.


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Carlos Torres, escritor y dueño de la
librería Luvina.
—Hablemos un poco
sobre ladrones de libros. A esta altura imagino que ya habrás hecho la cuenta
de cuántos libros, en promedio, te roban al mes, ¿no es así? ¿Cuál es el libro
que más veces te robaron?
Es difícil conocer exactamente cuánto me han robado. ¿Cuánto al mes?,
no lo sé. Sé que el libro que más me robaron es Los detectives salvajes
porque ahí Bolaño habla de un ladrón de libros y la gente se cree protagonista. Pero en Bogotá
hay redes de ladrones que extraen lo que más está vendiéndose en el mercado.
Tenemos una excelente colección de fotografías de estos individuos en la
librería.


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Leons Briedis, poeta letón.


—Es cierto que un hombre no pertenece a un país sino a una casa, una familia, un barrio… Sin embargo, el que usted haya nacido y vivido hasta los cuarenta años en un país que ya no existe (la Unión Soviética), ¿no lo hace sentir un eterno exiliado? 
—A lo largo de los años de régimen totalitario, cuando mi país fue anexado por un extraño imperio, jamás he dejado de sentirme un hombre libre que habla y escribe letón. Y he pagado un alto precio por mi libertad. En 1970 fui excluido de la Universidad de Letonia por actividades antisoviéticas, hasta 1985 no se me permitió recibir educación superior en el territorio de la U.R.S.S., y me prohibieron trabajar en establecimientos culturales como escuelas, editoriales y prensa. Durante mucho tiempo no se permitió publicar mis obras, mis escritos fueron censurados y no me permitieron viajar al extranjero. No entiendo por qué no fui enviado al «Gulag soviético». 
—¿Pensó en escapar? 
—No, nunca pensé en salir de Letonia y escapar al extranjero. Siempre sentí que pertenecía a mi país y a mi pueblo. Yo vivía en estado de «resistencia espiritual» en lugar de «exilio espiritual». Nunca me arrepentí y nunca me quejé. Siempre, incluso en las horas más oscuras, me sentía en casa, entre mi gente. Metafísicamente hablando, ¿no son el lenguaje, la poesía y los anhelos la verdadera familia, casa y barrio de un poeta? Vivía constantemente en mi propio idioma y estaba constantemente en un diálogo conmigo mismo. Hoy, al mirar hacia atrás, no cargo con ninguna ofensa o amargura. Dios no lo quiera. No guardo ira a causa de mi vida arruinada y tantos años perdidos.


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Jerónimo García Riaño,
escritor colombiano, en 2017 publicó el libro de cuentos
Corazón
de araña negra
(ed. Corazón de mango).
—Sé
que sos un enamorado del cuento, así que nadie mejor que vos para responder la
siguiente pregunta: ¿No se le está faltando el respeto al cuento, Jerónimo? ¿No
son demasiados los escritores que creen que cualquier anécdota menor con
desenlace difuso es un cuento?
Tu última
pregunta es la respuesta. El cuento, creo yo y trato de que pase cuando
escribo, debe traspasar la anécdota, no puede quedarse en contar algo chistoso,
o dramático, o triste, o lo que sea sin que suceda algo más. El cuento, y en
eso cito a tu paisano Cortázar, debe generar un knockout para el lector. Pero
hay muchos escritores que, en efecto, escriben cuentos en los que no pasa nada
más que contar algo anecdótico que puede narrarse en una charla de amigos, pero
no es necesario llevarlo al papel. 



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Orietta Lozano, poeta colombiana.
 —¿Cuál es tu librería preferida de Colombia?
 Las
bibliotecas de mis amigos.


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Esteban Dilo, escritor
argentino. En 2017 publicó el libro de cuentos
La muerte está ahí (ed. Textos intrusos).
—Uno
de los cuentos de tu libro tiene un epígrafe de una escritora tan exitosa como
poco valorada: Isabel Allende. Lo primero que pensé al leer ese epígrafe es: “A
este tipo, por suerte, no le importa el qué dirán”. ¿No creés que son
demasiados los escritores más preocupados por armar un personaje que por
escribir una obra?
Los
prejuicios, desde hace un tiempo largo, trato de tirarlos a la basura. Cada uno
de los epígrafes tuvo un por qué y el de Isabel Allende fue uno de los más
bonitos. Soy nuevo en este “mundito literario”, pero desde que quise entrar en
él me di cuenta que el ego abunda. Hoy en día Facebook deja abierta la puerta
para “conocer” al autor, pero mientras más muestra menos se lo conoce, por lo
menos ante mis ojos. Como lector valoro mucho el ida y vuelta con el escritor,
siempre que se pueda. Hoy en día hay escritores que están hinchados. Y ahí es
cuando se me van las ganas de leerlos. Lamentablemente tengo esta manía, hay
tantos libros por leer que prefiero, como mínimo, leer a autores con un mínimo
de modales. Para leer celebridades hay tiempo.


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Aaron James, escritor
estadounidense, en 2017 publicó Trump:
ensayo sobre la imbecilidad
(ed. Malpaso).
—Los pequeños gestos suelen
delatar a los hombres más y mejor que los grandes actos. Alguna vez Trump dijo
en relación a su hija: “Vaya si es impresionante, es toda una belleza. Si no
fuese porque estoy felizmente casado y, en fin, porque soy su padre…”. ¿Está
condenada al derrumbe una sociedad que eleva a semejante personaje al cargo de
presidente de la república?
No,
no creo que estemos condenados. Y lo afirmo porque el posible fracaso de la
presidencia de Trump puede resultar una fuerza importante para la decencia y la
democracia. Pero el hecho de que tanta gente haya estado dispuesta a votarlo a
pesar de la tajante falta de respeto por ciertos valores morales básicos,
demuestra que la cultura política estadounidense se ha degradado profundamente.


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Clara Obligado, escritora
argentina radicada en España. Petrarca
para viajeros
es su más reciente novela.
—Estoy
leyendo su novela
Petrarca para viajeros. ¿Cuántos años de trabajo le llevó la escritura de esas 140 páginas?
Es cierto que una cosa va atada a la otra, pero: ¿Qué le lleva más tiempo, la
escritura del texto o su corrección?
La escritura
es, para mí, relativamente sencilla. La redacción más bien, porque la escritura
es otra cosa. Pero me quedo muy descontenta con mis primeras versiones, que no
son más que borradores. Ahí empieza el trabajo verdadero. Corrijo de manera
obsesiva, hasta llevar el texto a un estado de perfección simbólica, es decir,
a lo que yo siento que es perfecto, aunque, evidentemente, no lo es. Puedo
escribir más de cien versiones, que no consisten en cambiar el argumento, que
para mí es lo de menos, sino en trabajar la manera en que se cuentan las cosas,
llevar la prosa a que diga exactamente lo que yo quiero decir. Este es el punto
que me interesa y el que me convierte en escritora. Nunca he escrito un libro
en menos de tres o cuatro años, ese parece ser mi ritmo natural.


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Berta Lucía Estrada, poeta y
crítica literaria colombiana radicada en Francia.
¿Qué cree usted que le ha sucedido a
la crítica que ha dejado de lado toda exigencia y objetividad para reducirse a
un gueto de pseudoescritores que no hacen más que felicitarse entre ellos?
Es
posible que muchos escritores paguen “favores” con elogios mutuos o bien traten
de ponerle zancadillas a los que no están dentro de su círculo de afectos
literarios o personales; creo que en todas partes existen ese tipo de “celos” o
de “autoelogios” que yo no comparto. Yo diría que el 98% de mis ensayos o
reseñas como crítica literaria son sobre autores que no saben ni siquiera que
yo existo, y la verdad es que me interesa seguir así. De hecho hay algunas
personas que se han ofendido porque he rechazado escribir sobre alguno de sus
libros o porque me he negado a un breve comentario sobre uno de sus poemas. Y
esta postura nace de mi deseo de ser libre, de no encadenarme, de no deber
“favores”. Además soy el ser más huraño que alguien pueda encontrar en su
senda, y algo que sorprende a mucha gente, soy muy tímida.


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Pablo
Martínez Burckett, escritor argentino,
Mondo
cane
es su libro más
reciente.
—Vamos con
la última pregunta de Un café en Buenos Aires, Pablo: t
e regalo la posibilidad de invitar a tomar un café
a cualquier artista de cualquier época. Contame quién sería, a qué bar lo
llevarías, y qué pregunta le harías.
 
Borges, sin dudarlo.
  —¿Sabés algo? Cuando yo era chico solía
acompañar a mi papá a la confitería Richmond, en la calle Florida. Y más de una
vez papá me dijo: “Mirá Pablín, ese señor sentado en esa mesa es Borges, el
mayor escritor de este rincón del mundo”. Y yo, que tendría cinco o seis años,
no le prestaba la menor atención. La chocolatada que tenía delante me parecía
mucho más interesante que ese viejo de bastón. ¡Lo que daría hoy por tener a
Borges tomando un tecito en la mesa de al lado!
¡Buena anécdota!
Volviendo a tu pregunta… es posible que lo convidara a Borges al Bar Británico
porque es uno de los pocos bares típicos que quedan en Buenos Aires. Queda en
la esquina de las calles Brasil y Defensa, en el Barrio de San Telmo, justo en
la entrada del Parque Lezama, donde iba Borges con Estela Canto, a quien le
dedicó “El Aleph”.
—En el Bar
Británico por ahí te encontrás con el fantasma de Sábato revisando algún
párrafo de
Sobre héroes y tumbas.
¡Claro! Y qué
pregunta le haría… ¡Qué difícil! Pero como Borges era un gran hablador, quizás
bastara preguntarle cómo se le ocurrió la idea de El Aleph (ya que lo evocamos)
y dejar que se explayara con la admirable capacidad de asociar ideas que tenía.
Hay que tener mucho coraje para preguntarle a Borges.


Lea
aquí las entrevistas completas que Pablo Di Marco realizó a los escritores
durante el 2017 en su habitual sección Un café en Buenos Aires.

Pablo Hernán Di Marco

* Pablo Hernán Di Marco.

Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor de las novelas Las horas derramadas, Tríptico del desamparo y Espiral. Colaborador de la editorial Ojo de Poeta y columnista de la revista cultural Libros & Letras. Leer más AQUÍ

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